Cómo pasa el tiempo... resulta que acabamos de empezar 2022, precisamente el año en que, se supone, transcurre la película. He vuelto a verla, con interés y el bloc de notas al lado, para ver en qué acertaron y en qué no los guionistas a la hora de aventurar cómo sería el mundo a 50 años vista.
Aviso: Quizá prefieras ver la película antes de seguir leyendo. Está en "prime video" y la puedes alquilar por 4€. Porque algún spoiler seguro que voy a hacer...
Para ponernos en contexto, copio de la Wikipedia el arranque del argumento:
La primera observación es que las previsiones demográficas estaban bastante excedidas: a finales de 2021, la ciudad de Nueva York tenía 8,8 millones de habitantes, y todo el Estado de Nueva York 19,8 millones, muy lejos de los 40 millones pronosticados. Pero quizá esa era la premisa que necesitaba el guionista para plantear lo que yo creo que son los 2 grandes temas de la obra: la degeneración ecológica de un planeta superpoblado y, como consecuencia de ella, la escasez de recursos para alimentarlo y para proveerlo de los servicios esenciales (agua, luz, comunicaciones...). Que se traduce en una desigualdad insultante entre las élites y la "masa" social (nunca mejor dicho lo de masa ;-)).
También creo que los responsables de la película no quisieron poner mucho énfasis en las novedades tecnológicas que el futuro podría tener (o no tenían mucha imaginación). En la zona pobre de la urbe, por descontado... más parece un escenario del Londres dickensiano del siglo XIX, con multitudes sucias y mal vestidas arracimadas en las calles, peleando por una garrafa de agua o unas galletas energéticas, durmiendo en las escaleras de los edificios o en la iglesia usada como albergue de caridad.
También me sigue emocionando la escena de la eutanasia del coprotagonista Sol Roth (interpretado por Edward G. Robinson). Eutanasia voluntaria y sin enfermedad terminal ni gran sufrimiento crónico de por medio (físico; mental, mucho). Escuchando el primer movimiento de la "Pastoral" de Beethoven, el que lleva por título: "Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft auf dem Lande" ("Despertar de alegres sentimientos al encontrarse en el campo"), mientras revive escenas idílicas de la naturaleza en un mundo que él conoció, pero que ya no existe (o quizá sí, pero sólo para los ricos). Eutanasia, eso sí, animada y sufragada por el omnipotente "Estado", que así aprovecha al máximo los recursos (en todos los sentidos).
En resumen, el mensaje era duro, pero creo que, viendo cómo va el mundo, ha calado poco. No hay más que releer las conclusiones y comentarios al hilo de la reciente cumbre COP26 sobre el clima celebrada en Glasgow. Quizá la superpoblación no ha llegado a esos extremos (todavía), y los recursos, en general, no escasean, pero la tendencia no es buena, y el tiempo para tratar de evitar el desastre sigue corriendo...
¿Y los sucedáneos de comida? Pues ahí están. Si entras en la página web de la empresa Soylent (www.soylent.com), puedes ver todo el surtido de batidos, barritas, sobres,... que ofrecen a un precio asequible. Y con una manifestación de intenciones que, leída en frío, puede ser hasta convincente:
En España, la empresa equivalente es Satislent (www.satislent.com). No sé si tienen relación empresarial con Soylent, pero la "propuesta de valor" es muy parecida (con algún toque local curioso):
"Satislent es Complete Food. Cada ración aporta todos los nutrientes necesarios en menos de un minuto, para que puedas continuar con tu vida. Elaborado con ingredientes naturales con mínimo impacto en el medio ambiente y ningún desperdicio. Descubre la nueva revolución en la alimentación, ahora con aceite de oliva virgen andaluz y gofio canario".
Pues tendrán su público, y no digo que nunca vaya a probar alguno, pero, en este tema, soy de la opinión del chef Andoni Luis Aduriz, que, en un artículo reciente sobre cómo las películas de ciencia ficción trataban el tema de la alimentación en el futuro (se ve que es buen aficionado al género, también comentaba la película que nos ocupa), decía: "La confluencia de inteligencia artificial, robótica y biología se verá más necesitada que nunca de desplegar la parte más humana, la social, que tiene en la mesa una de sus manifestaciones más completas y complejas, y que decanta lo natural frente a lo artificial, la cultura frente al rendimiento, la diversidad en pugna con la homogeneidad, lo artístico sobre la supremacía tecnológica. Cuando el destino nos alcance, sabremos la respuesta".
Pues eso, sigamos disfrutando de una buena mesa (y sobremesa) y comiendo buenas galletas de trigo (aunque las Fontaneda "de toda la vida" ya no se elaboren en Aguilar de Campoo). Y pongamos un poco más de atención a la salud del planeta. ¡Que tengamos un buen año 2022!
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Nota: Los guionistas de Soylent Green dijeron que se habían basado en la novela "Make room, make room!" (¡Hagan sitio!, ¡Hagan sitio!) de Harry Harrison, publicada en 1966. Pero, aunque la premisa de fondo, la degeneración ecológica y la escasez de recursos, es la misma, el argumento está bastante cambiado. La acción del libro transcurre en 1999, y no aparece la opción de convertir seres humanos en materia prima para alimentos.
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Muy bien Angel, comienzas fuerte el año y como siempre directo y acertado (big spoiler reservado para la última linea, jjj). Mucha suerte en este año de gracia de 2022
ResponderEliminarRecuerdo que Malthus predijo más o menos que los seres humanos acabaríamos por no poder alimentarnos, al crecer en progresión geométrica, mientras que la producción de alimentos crecía en progresión aritmética.
ResponderEliminarLo malo es que quedó descreditado porque los avances tecnológicos permitieron aumentar la producción de alimentos hasta poder alimentar a toda la población mundial, sólo que la logística, la economía, la política y probablemente algo más, impide que lleguen a todos.
Pero: ¿Y si nos hemos confiado por el horizonte que hemos fijado para analizarlo? No sería la primera vez que al hacer “zoom” encontramos que una teoría aparentemente desacreditada a corto plazo, pasa a ser válida cuando analizamos el largo plazo. Y en ese primer análisis el deterioro del planeta no entraba. Quizás estemos haciendo lo que los hermanos Marx en la escena del tren: “¡Más madera!”.
P.D. Me ha encantado tu post Ángel. Aquella escena de la eutanasia y lo que implicaba me quedó grabada. Y eso que por las mismas fechas (1975) los españoles tuvimos que hacer frente a escenas reales de mucho impacto.