viernes, 19 de enero de 2018

A hombros de gigantes (*)

Fotograma de Handia (2017)
La película Handia, dirigida por Jon Garaño y Aitor Arregi, que consiguió el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de San Sebastián el pasado mes de Septiembre, y que tiene 13 nominaciones para los próximos Goya, ha vuelto a traer de actualidad el tema de los "gigantes". La película está basada en la vida de Miguel Joaquín Eleicegui Arteaga (1818-1861) nacido en el caserío Ipintza-zar de Altzo, un pueblo pequeño situado cerca de Tolosa (Guipúzcoa). 

Miguel Joaquín (o Mikel Jokin en grafía vascuence) fue un adolescente "normal" hasta que cumplió 20 años. Era el 4º de nueve hermanos. Pero a esa edad, por causas que se desconocen, empezó a desarrollar la enfermedad que hoy conocemos como acromegalia y comenzó a crecer de forma continuada. A su muerte, a los 43 años, medía 2,42m. En el museo de San Telmo de San Sebastián, se muestran distintas pertenencias del "gigante de Altzo" (como pasó a ser conocido), entre ellas unas abarcas de 42 cm. de longitud, equivalentes a un nº 63. 


La película refleja las peripecias del "gigante" cuando empezó a ser exhibido como "atracción de feria", primero en España y luego por toda Europa, donde fue presentado a importantes mandatarios como la Reina Victoria en el Reino Unido ó la reina Isabel II de España.

Se cuenta que su esqueleto fue robado de su tumba y hay quien dice que se puede ver, aunque sin estar identificado, en algún museo de Londres o de París.

Esqueleto de "el gigante extremeño"
Coincidiendo en el tiempo, aunque dudo que llegaran a conocerse, vivió Agustín Luengo Capilla (1849-1875), nacido en la Puebla de Alcocer (Badajoz). Conocido como "el gigante extremeño", llegó a medir 2,35m. Lo sabemos con precisión porque su esqueleto se puede ver en el Museo Nacional de Antropología, situado en la calle Alfonso XII nº 68, cerca de Atocha.

Se dice que Agustín firmó un contrato con el Dr. Pedro González Velasco (segoviano de Valseca y promotor del Museo) por el que le abonaría 2,50 pesetas diarias hasta el día de su muerte, con la condición de que, llegado su fallecimiento, donara su cuerpo a los fondos del museo.

Agustín murió con sólo 26 años, por lo que pudo disfrutar durante poco tiempo de esa "pensión vitalicia".

Por completar el panorama de gigantes actuales, si consultamos el Libro Guiness de los Récords tenemos que el ser humano más alto del que se tiene constancia cierta de su altura fue el norteamericano Robert Wadlow (1918-1940), que alcanzó los 2,72m, y del que hay abundantes testimonios gráficos, incluso películas.

También podemos ver que el hombre más alto vivo es el turco Sultan Kösen, con 2,51m.

En la NBA, tradicional destino de "gigantes", el record histórico de altura lo comparten, con 2,31m, el sudanés Manute Bol (1962-2010) y el rumano Gheorghe Mureçan (1971-  ). 

El turco Sultan Kösen
Manute Bol (2,31) con Muggsy Bogues (1,59)
























Pero la curiosidad por los gigantes no es nueva... ¿Os habéis preguntado por qué, en la mayoría de las fiestas populares de España y de muchos otro países, aparece una "comparsa" de gigantes (y, normalmente, otra de "cabezudos")? Yo sí, y la verdad es que no he encontrado respuestas concluyentes. Todas las pistas apuntan hacia el antiguo Reino de Navarra. Se dice, aunque las fuentes son un poco difusas, que a comienzos del siglo XIII desfilaban en las procesiones religiosas de Pamplona la representación de tres personajes de grandes dimensiones: Perosuciales (carbonero que cambiaba sacos de carbón por pellejos de vino), Marisuciales (leñadora que con el hacha corta tortas de centeno) y Jucef Lucurari (judío objeto de todo tipo de burlas). 

Siempre Pamplona ha tenido una vistosa comparsa de gigantes. En la actualidad, la componen 4 parejas de "reyes": los europeos, los asiáticos (en realidad, turcos, con la media luna en la cabeza), los africanos (tez tostada) y los americanos (negros). Fueron construidos en 1860 por Tadeo Amorena; cada uno pesa unos 60 Kgs. Todos tienen nombres, aunque poco serios: Joshemiguelerico, Josephamunda, Sidi abd El Mohame, Esther Arata, Selim-pia Elcalzao, Larancha-la, Toko-toko y Braulia. 

Comparsa de gigantes de Pamplona
Pero sigamos hacia atrás en el tiempo. Y nos encontramos con otro gigante famoso, carbonero de oficio: Olentzero, al que hoy asociamos con el simpático personaje que, el día de Nochebuena, reparte regalos y caramelos a los niños vascos y navarros.

Según la mitología vasca, Olentzero es el último de una raza de gigantes que en tiempos remotos ocupaba las zonas montañosas del País Vasco y Navarra. Los "jentilak" (gentiles, paganos), eran seres humanos de dimensiones ciclópeas cuyo entretenimiento principal consistía en arrojar enormes piedras de una colina a otra, y así conformar las construcciones de piedra que hoy asociamos a la era neolítica (dólmenes, cromlechs, puentes...). 

Según la leyenda, "el final de los jentiles aconteció cuando divisaron una extraña luz en el cielo. No sabían lo que podía significar y fueron a buscar al más anciano y sabio entre ellos. Cuando los cansados ojos de éste consiguieron divisar el fenómeno, dijo: "Esa luz anuncia la llegad de Kixmi (Cristo); es el fin de nuestra raza". Y, dicho ésto, todos los jentiles corrieron a una sima a esconderse bajo tierra. Todos menos uno, Olentzero, que se salvó convirtiéndose al cristianismo". Curioso.

Y todavía nos queda hacer una visita a la mitología griega, con sus Hércules, Cíclopes, Titanes... y a la propia Biblia, donde encontraremos a los "nephilim", gigantes originados cuando "los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y les engendraron hijos" (Gen 6 -4)... Pero eso será en otro post.

Jentilzubi (Puente de los Gentiles) en Dima, Vizcaya; una de las "construcciones" atribuidas a los gigantes
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(*) Se le atribuye a Isaac Newton la frase: "Si he visto más lejos es porque estoy sentado a hombros de gigantes", haciendo referencia a la influencia que sobre él habían ejercido sus grandes maestros (Copérnico, Galileo y Kepler), aunque probablemente, quien primero dijo algo parecido, cuatro siglos antes, fue el filósofo Bernardo de Chartres: "Somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos que ellos, no por la agudeza de nuestra vista ni por la altura de nuestro cuerpo, sino porque somos levantados por su gran altura".
La frase no tiene nada que ver con los gigantes físicos, sino con los intelectuales, pero me ha parecido bien traída como título del post.

1 comentario:

  1. No debe ser fácil ser gigante, tampoco enano. La vida, de por sí complicada, lo es mucho más cuando el físico se sale de los parámetros de "normalidad".

    Los gigantes actores se mueren jóvenes. El año pasado se murió Neil Fingleton, era gigante e interpretaba a un gigante en Juego de Tronos y sólo tenía 36 años. Y el francés André, el maravilloso gigante de La Princesa Prometida, una película que he visto ochocientas veces y sigo disfrutando (película de culto para mis hijos, además), murió con 46 años. A los dos les falló el corazón.

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