viernes, 12 de enero de 2018

Ya me está picando todo...

Demodex folliculorum
Mañana por la mañana, cuando te mires al espejo, no verás lo mismo. Siento ser yo el portador de la información que te va cambiar, me temo que a peor, la percepción de tu cara. Sin paños calientes: todo ser humano alberga en los folículos pilosos y en las glándulas sebáceas de su rostro dos especies de ácaros, el Demodex folliculorum y el Demodex brevis, en cantidades nada despreciables.

Se dice que son especies "comensales" (es decir, que no producen beneficios ni perjuicios para el "huésped"), a diferencia de  los parásitos (donde el huésped es perjudicado) y de los organismos simbióticos (donde el huésped se beneficia). Pero también es cierto que, si se produce un exceso de población, hay efectos secundarios nada agradables, como una especie de acné por toda la cara (enfermedad conocida como "rosácea", caso del brevis) o ciertas modalidades de blefaritis en las pestañas (caso del folliculorum). 


El que no los hayas visto hasta ahora se debe, por un lado, a su tamaño (de 0,1 a 0,4 mm), o sea que puestos en fila uno detrás de otro se necesitan entre 25 y 100 para llegar a 1 cm. Y, por otro, a que durante el día permanecen quietos en sus "guaridas" (los folículos y glándulas), comiendo células muertas y grasas, y sólo se mueven durante la noche. Momento que aprovechan, entre otras cosas, para aparearse y buscar nuevos sitios donde seguir alimentándose. Su ciclo de vida son unas dos semanas. El nombre Demodex procede de "demos" (que además de "pueblo" significa grasa en griego) y de dex (gusano). O sea que serían los "gusanos de la grasa". Se estima que una población "normal" estaría representada por 5 ácaros/cm2. Que cada uno haga sus cálculos...

Representación gráfica de cómo se sitúan en el folículo piloso
El folliculorum fue descubierto en 1842 por el dermatólogo alemán Gustav Simon, gracias a las posibilidades que ofrecían los nuevos microscopios ópticos de alta resolución.  El brevis se resistió algo más, me imagino que porque se pensaba que era una variante del primero. Sin embargo,  en 1963, la científica rusa L. H. Akbulatova lo identificó como especie diferenciada (curioso que ambos pertenecen al grupo de los arácnidos, no al de los gusanos como podría pensarse).

Recientes estudios que han utilizado técnicas de análisis de ADN han confirmado que estos dos bichitos se encuentran en prácticamente el 100% de los seres humanos adultos. O sea, que hay que convivir con ellos (pero no pensemos que sólo nos ha tocado la lotería a los humanos; hay 65 especies de Demodex, y cada uno tiene sus preferencias. Por ejemplo, el D. canis, como su propio nombre indica, habita exclusivamente en los perros). Y se encuentran fundamentalmente en el rostro (párpados, nariz, mejillas, frente y mentón), pero también "habitan" otras zonas del cuerpo humano donde hay más abundancia de glándulas sebáceas: oído, ingle, pecho, trasero,...

Decía al principio que, aunque inicialmente inofensivos, cuando aumenta su número pueden provocar algunas enfermedades. El término médico es demodicosis. Recientes estudios apuntan a que, quien produce la enfermedad no es el ácaro, sino unas bacterias que residen en su aparato intestinal. Un aspecto curioso de estos arácnidos es que no tienen ano. Durante sus 2 semanas de vida no producen heces, sino que van acumulando los residuos en su cuerpo, al final de su tracto digestivo. Es sólo a su muerte cuando se produce la descomposición del organismo y la "contaminación" de su huésped (nosotros) con esas bacterias que producen la demodicosis. ¡No me digáis que no es curioso!

Y yo me pregunto, ¿no habría la posibilidad de que, en realidad, no fueran las bacterias las causantes de la enfermedad sino unos virus que las infectan? ¿y si esos virus se volvieran infecciosos solo mediante la acción malévola de unos priones fuera de control? ¿y si....?

En el artículo que cito al final del post se suscita una reflexión similar, aunque en sentido contrario: "¿no seremos, usted y yo, la humanidad entera, los microorganismos de un gigante tonto que mañana o pasado, leyendo lo que lea, se enterará de que vivimos en su cara y se pondrá a pensar qué hacer?".

Micrografía electrónica de barrido (SEM) coloreada de la cabeza de la larva de una mosca azul (Protophormia sp.) Con pequeños colmillos similares a dientes que se extienden desde la boca. Las larvas de esta mosca se usan medicinalmente para limpiar heridas. Las larvas se esterilizan y se colocan en la herida, donde se alimentan del tejido muerto y dejan el tejido sano intacto. Su saliva contiene productos químicos antibacterianos que mantienen la esterilidad en el área. ¿A que resulta simpático el bichito?

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La primera vez que leí sobre los Demodex fue en un artículo de Martín Caparrós, "Arañas en la cara", publicado en El País Semanal el 9/4/2017. Me causó un cierto desasosiego; quizá por eso lo aparqué en mi lista de temas a investigar hasta que, quién sabe por qué, ha salido ahora.

5 comentarios:

  1. Buenas don Angel y cía
    Hombre, pues si que es curioso, interesante y con un punto pelín científico pero digo yo. Para empezar el año ¿no podías habernos obsequiado con un tema más...digamos...amable?
    No se que me da más repelús, si los bichitos en mi cara o ser un microorganismo de un gigante tonto.
    ¡Que asquito en ambos casos!

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  2. No te creas Ángel, que en lo de "sentirse como microorganismos de un gigante tonto" ya llevamos tiempo los catalanes.

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  3. Feliz año!! Tuve un episodio de acné rosáceo o del adulto... Ya es bastante asquerosito el tema como para pensar que estos graciosos bichitos estaban de orgía en mi cara. Prefiero pensar que la culpa fue del estrés :-)

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  4. Yo de eso no tengo!!!

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  5. Ahora que comer insectos comienza a estar regulado en nuestro país, nada mejor que unos lengüetazos para ponernos al día....Conozco a alguno, por aquí, por Salamanca que a base de facilitarle su grasa al demodex llego a usurparle la personalidad y ahora es el bichito quien alterna mientras el vive en un pliegue donde en teoría debería estar el ano. ¿su nombre?, no es necesario... con leer el periodico, suficiente.

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