viernes, 17 de junio de 2022

No tobos vemos igula las qaladras

Durante 95.000 de los aproximadamente 100.000 años que el Homo Sapiens lleva circulando por el planeta Tierra, todos los seres humanos fueron analfabetos. En el sentido literal del término: no sabían leer ni escribir. Básicamente, porque no lo necesitaban, porque no existía la escritura. 

Fue un proceso de muchos miles de años el que llevó desde la representación simbólica de objetos y animales en las paredes de las cuevas a otro tipo de representación donde un conjunto de trazos, que no guardaba mucha relación con el objeto en sí, lo representaba. Si lo piensas, es muy diferente que un dibujo de un bisonte en dos dimensiones en la pared de una cueva te recuerde al animal a que lo haga la palabra "bisonte", escrita en este caso en español. O бизон para un lector ruso o 野牛 para uno chino.

El "fuego de campamento" donde se compartía información
El hombre no necesitó la escritura para extenderse por todo el planeta, para desarrollar técnicas megalíticas, para construir las primeras mastabas, para organizarse y saber dónde estaban las reservas de animales más apetecibles como presa y cómo cazarlos en grupo, para conocer o intuir el ciclo natural de las estaciones y la aparición y consecuencias de los fenómenos atmosféricos, para construir sus primeros asentamientos estables... y no lo necesitó porque le bastaba con la comunicación verbal y la "tradición oral", que era la que mantenía y transmitía el conocimiento a través de las generaciones.

Escritura cuneiforme y jeroglífica
Parece que fue la contabilidad la que originó la necesidad de la escritura. El llevar el registro del número de piezas de ganado o de los sacos de grano que cada uno tenía, los que compraba o vendía o que intercambiaba por otras mercancías. Y, poco a poco, pasó de esa necesidad puramente mercantilista a reflejar todo lo que, hasta entonces, solamente era transmitido por la voz y las palabras habladas. Y esto comenzó hacia el final del 4º milenio a.C. tanto en la zona de Sumeria como en Egipto, adoptando, curiosamente, dos formas gráficas muy diferentes de escritura: la cuneiforme y la jeroglífica.

La historia de la escritura es apasionante, pero no es el objeto de este post. Toda esta introducción ha venido a cuento para constatar que la necesidad de aprender a leer y a escribir, en el idioma nativo de cada uno, es un fenómeno relativamente reciente (5.000 años) en la larga historia del ser humano. Y que, todavía, hay "trastornos de aprendizaje", como la dislexia, en la que ahora entraremos en detalle, cuya causa no está del todo consensuada.

¿Por qué este interés por la dislexia? Pues porque se estima que entre un 5% y un 17% de la humanidad puede sufrir este trastorno, en forma más o menos aguda (hay muchísimos casos sin diagnosticar). Porque se tipifica como una de las causas fundamentales de los retrasos en el aprendizaje en edades tempranas y que, a veces, si no se maneja adecuadamente, resulta en su fracaso escolar. Y, como contrapartida, siempre se dan como ejemplos de disléxicos a personajes que fueron brillantes en muchos aspectos de la historia: Albert Einstein, Andy Warhol, Henry Ford, John Lennon, John F. Kennedy, Marlon Brando, Stephen Hawking, Steve Jobs, Steven Spielberg,...

Cómo ve un texto una persona con dislexia
(Hay múltiples variantes)
La dislexia, (de "dys"= dificultad y "lexis"= discurso), es un trastorno del aprendizaje que se caracteriza porque una persona lee por debajo del nivel esperado para su edad. Los problemas pueden incluir dificultades para deletrear palabras, leer rápidamente, escribir palabras, "pronunciar" palabras en la cabeza, pronunciar palabras al leer en voz alta y comprender lo que se lee. Se da en personas que no presentan ninguna discapacidad motriz, visual ni de cualquier otro tipo. Las dificultades son involuntarias, y las personas con este trastorno tienen un deseo normal de aprender. Las personas con dislexia suelen tener tasas más altas de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastornos del desarrollo del lenguaje y dificultades con los números.

Lógicamente, la detección y el estudio de la dislexia apareció cuando se empezó a dar la escolarización universal, a finales del siglo XIX. Antes de eso, pocos estudiaban y, de los privilegiados que podían hacerlo, "el que no valía" para las letras, pues a disfrutar del patrimonio familiar o a los ejércitos, a servir al rey. 

Copio y traduzco de la Wikipedia: "El concepto de "ceguera de palabras" (en alemán: "wortblindheit"), como una condición aislada, fue desarrollado por primera vez por el médico alemán Adolph Kussmaul en 1877. El término 'dislexia' fue acuñado más tarde, en 1887, por Rudolf Berlin, un oftalmólogo que ejercía en Stuttgart. Rudolf Berlin usó el término para referirse al caso de un niño que tenía un impedimento severo para aprender a leer y escribir, a pesar de mostrar habilidades intelectuales y físicas típicas en todos los demás aspectos.

En 1896, W. Pringle Morgan, un médico británico de Seaford, East Sussex, publicó una descripción de un trastorno del aprendizaje específico de la lectura en un informe para el British Medical Journal titulado "Ceguera congénita de las palabras" ("Congenital Word Blindness"). Describía el caso de un niño de 14 años que aún no había aprendido a leer, pero mostraba una inteligencia normal y, en general, era hábil en otras actividades típicas de los niños de esa edad. El niño podía leer y escribir todas las letras del alfabeto; sin embargo, tuvo dificultad para leer palabras monosilábicas comunes. La ortografía del niño era extremadamente mala. Sustituyó los sufijos de las palabras ("winder" por "winding") y transpuso sus letras dentro de las palabras ("Precy" por Percy). El niño no mostró dificultad para leer números de varios dígitos y resolver correctamente problemas como (a + x)(a - x) = (a2 - x2). Esto llevó a Morgan a concluir que la etiología de la discapacidad de lectura era congénita y la atribuyó a un desarrollo defectuoso de la circunvolución angular izquierda del cerebro".

Zonas del cerebro que más intervienen en procesos
de comprensión auditiva y lectora
Es curioso porque, más de un siglo después, con todo el avance que la medicina ha desarrollado, parece que Morgan estaba bastante acertado. En el consenso científico actual, se le da a la dislexia un importante componente genético, y, por tanto, hereditario, y también se localiza la causa de su "malfuncionamiento" en una parte muy concreta del cerebro, el giro angular, que es una estructura del cerebro que ocupa la porción posterior de una circunvolución situada entre el surco intraparietal y la rama horizontal de la cisura de Silvio (ver el dibujo).

Pero no es la única hipótesis. Un proyecto actualmente en desarrollo por el BCBL (Basque Center on Cognition, Brain and Language), ubicado en el Centro Tecnológico de San Sebastián, denominado "Proyecto Dysthal" pone su foco en otra área del cerebro: el tálamo. En sus propias palabras:

"Dysthal tiene sus raíces en que existen argumentos para considerar al tálamo, una estructura situada en la parte central del cerebro, como un componente esencial de una explicación mecanicista para la dislexia. Investigaciones previas han encontrado alteraciones en varias zonas dentro del tálamo en personas diagnosticadas con dislexia, así como indicios de que las conexiones de éste con otras regiones del cerebro son diferentes. Es más, se ha encontrado que algunas de las medidas utilizadas para cuantificar la conectividad entre distintas regiones del cerebro se relacionan directamente con aspectos afectados muy frecuentemente en personas con dislexia, como la comprensión lectora o la capacidad de nombrar rápidamente objetos o números. En otras palabras, los diferentes núcleos dentro del tálamo mantienen amplias conexiones con las áreas del cerebro encargadas de la visión y el oído, lo que hace que estén involucradas en los procesos de lectura, memoria y atención. Por lo tanto, una función talámica distinta podría conducir a lo que comúnmente denominamos dislexia".

Imagen: Proyecto Dysthal

Dysthal se desarrolla en dos fases: una fase de “screening” o cribado, y otra de recogida de datos con resonancia magnética. En la fase de cribado, los investigadores del equipo Dysthal se desplazan a los colegios que deciden colaborar en el estudio y hacen tareas de lectura con las niñas y niños que participan. Esto sirve para observar las diversas estrategias que las niñas y niños utilizan para leer, así como para obtener una clasificación de dicha diversidad.

Obtenidos estos perfiles de lectura, se empieza a obtener datos de resonancia magnética. 

El proyecto se lanzó en septiembre de 2019. Las conclusiones se esperan para 2023. Estaremos atentos.

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Posdata: En el título del post solamente he cambiado la "d" por una "b", y viceversa, la "p" por una "q" y he cambiado "al" por "la" que son cambios de percepción que, se dice, afectan a los disléxicos. Para que podamos entender la dificultad que para ellos presenta la lectura y comprensión de un texto.

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La lectura del post le sugiere a Tatiana R. esta preciosa ilustración:

Ilustración de Tatiana Restrepo (www.tatisart.com) para "Curios"

Y esta explicación: 

"Como sigo muy influida por mi reciente instalación "Flower Power" en "Zaragoza Florece" pues he utilizado flores para ilustrar la dislexia. Hay un montón de flores recomendadas para combatir los posibles efectos de la dislexia en la personalidad y vida de los disléxicos, que pueden ser la falta de concentración, la falta de confianza al costarles más aprender, la irascibilidad... Así que mezclo: un dibujo del cerebro basado en mapas cerebrales que, curiosamente, tiene filamentos (a mi vista parece una pradera), con unas flores que, basado en los remedios de las "flores de Bach", van muy bien para la dislexia.

Las flores que he elegido (me he dejado muchas otras en el tintero porque no quería tantas en la ilustración) son: 

Mimulus y Rock rose, remedio para niño temeroso.
Water violet, para los que se aíslan.
Clematis ayuda a la concentración.
Impatiens o alegría, ayuda a los que se irritan por su limitación.

Para las letras de la carta he utilizado la D en  cuneiforme y en jeroglífico".

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