El año 1752 reinaba en España Fernando VI, hijo de Felipe V y hermanastro del que le sucedería en el trono, Carlos III. Posiblemente es menos conocido que su padre, el primer Borbón que reinó en España, y que su sucesor, el luego llamado "mejor alcalde de Madrid". Había llegado al trono en 1746 y, después de que terminara la guerra de sucesión austríaca con el Tratado de Aquisgrán de 1748, pudo dedicar su tiempo y energía (algunos historiadores dicen que poca, en general) a poner en orden el territorio patrio.
Pero lo que nos importa para la historia que viene a continuación es que, por iniciativa del marqués y la aprobación del Rey, desde 1749 se aborda un trabajo ingente, cuyo resultado fue el que se conoce como "Catastro de Ensenada" y que consiste en que, en los 15.000 municipios con que contaba la Corona de Castilla en esos años, se ordena realizar una minuciosa averiguación a gran escala de sus habitantes, propiedades territoriales, edificios, ganados, oficios, rentas, incluidos los censos (préstamos); también las características geográficas de cada población.
Cada vecino (podríamos asimilarlo a "cabeza de familia") tenía que escribir un "memorial" con el detalle de la composición de su familia (y las personas a su servicio que vivían en su casa), propiedades inmobiliarias, terrenos y tipo de cultivos, ganados, rentas que pagaba y percibía, etc... Y lo tenían que rellenar desde los regidores y terratenientes del municipio, cuyo memorial podía ocupar 30 páginas, a labradores, jornaleros, artesanos, viudas, y hasta los tipificados como "pobres de solemnidad", para los que sobraba con medio folio.