viernes, 23 de febrero de 2018

La curiosa historia del aguacate

(Dada la buena acogida que tuvo la idea de acompañar la lectura del post con una música adecuada, os propongo esta semana el tema "It never rains in Southern California, de Albert Hammond, compuesta en 1972. Este es el enlace).

Ya he contado que, a veces, el post te viene casi escrito. Pero suele ser a través de una cadena de elementos de información que sabes donde empieza pero no siempre a dónde te lleva. En este caso, el punto de partida fue un "twit", un día de estas pasadas fiestas navideñas. No recuerdo quién lo escribía, sí que estaba en inglés,  ni quién lo retuiteó (qué bonitos neologismos empleamos), que tuvo que ser alguno de los que sigo. El caso es que el planteamiento era que había que agradecer a la megafauna del Pleistoceno la dispersión del aguacate por el continente americano. (Que alguno pensará: a qué gente más rara sigue Ángel que presta atención a estas cosas, pero es lo que hay...).


Y llamó mi atención. Por explicarlo de forma sencilla: incluso en sus variedades primitivas (las que florecían de forma silvestre hace algunos millones de años), una característica de lo que luego se llamaría aguacate es que su fruto tenía una "pepita" de un tamaño considerable. Y que, para "trasladarse" de un sitio a otro necesitaba un "transportista". Y si el "transporte" se realizaba pasando por un tracto digestivo, éste tenía que tener en toda su extensión una sección que permitiera que el "hueso" pasase sin dificultades, no fuera a ser que se atascara y causara una obstrucción esofágica o intestinal. Y dado que, en esa época, los primates todavía contábamos para poco, tuvieron que ser los grandes mamíferos, tipo mamut, los que, después de degustar un buen aguacate, se supone que completo, sin pelar ni nada, depositaran la semilla intacta junto con el resto de sus residuos orgánicos, a centenares de metros, seguramente a kilómetros de la planta original. Y, poco a poco, se fue extendiendo por todo el continente americano.

viernes, 16 de febrero de 2018

Dejad que los brillantes serafines

El Arcángel San Miguel
Let the bright seraphim,
in burning row,
their loud, uplifted angel trumpets blow.

Let the cherubic host,
in tuneful choirs,
touch their immortal harps with golden wires.

(Dejad que los brillantes serafines,
en fila ardiente,
toquen sus potentes y elevadas trompetas angelicales.

Dejad que las huestes de querubines,
en coros melodiosos,
toquen sus arpas inmortales con alambres dorados.)

(Aria "Let the Bright Seraphim" del oratorio Samson, de Händel, estrenado en 1743. La traducción al castellano es mía. En este enlace puedes disfrutar de sus 5 maravillosos minutos, con Kathleen Battle como soprano y Wynton Marsalis como trompeta, mientras lees este post). 

Pues resulta que, mi amiga Maite, un día me escribe: "Oye, Ángel, el otro día, en una conversación, salió un tema que me pareció curioso para tu blog. Era sobre los distintos tipos de ángeles existentes ¡¿?!: nombres y características. Una amiga recordaba haber estudiado que había diferentes tipos de ángeles: querubines, arcángeles, …. se sabía un montón, y recordaba que si unos tenían las alas no sé cómo, que si otros no se qué, en fin, me pareció muy curioso... "

viernes, 9 de febrero de 2018

Hacia un mundo ODF

¡Ajá! Te ha picado la curiosidad por saber qué es eso de un mundo ODF. Es lo que tiene el idioma inglés; que las siglas lo resuelven todo. Y en este caso, es que la traducción no es sencilla, o al menos cómoda... ODF son las siglas de "Open Defecation Free" que significa eso, precisamente... un mundo "Libre de Defecación al Aire Libre" (¿lo podíamos castellanizar como "un mundo LIDAL"?). 

Parece broma, pero es un tema muy serio. Tanto que está  contemplado dentro de uno de los famosos "Objetivos de Desarrollo Sostenible" establecidos por la ONU en el año 2015. Copio de la declaración oficial, dentro del objetivo 6, que tiene que ver con el agua y el saneamiento:

6.2 By 2030, achieve access to adequate and equitable sanitation and hygiene for all and end open defecation, paying special attention to the needs of women and girls and those in vulnerable situations.

viernes, 2 de febrero de 2018

Conejos, Cangrejos y Camalote

Tratando de controlar la plaga en Nueva Gales del Sur
Es muy conocida la historia de la introducción del conejo europeo en Australia y los problemas que ocasionó (y sigue ocasionando). Muy resumido: en 1859 se le ocurrió a Thomas Austin, granjero de Nueva Gales del Sur, soltar en sus tierras 6 parejas de conejos europeos, según parece como piezas de caza. Lo que no calibró es que el conejo, en ausencia de enemigos naturales y dando rienda suelta a su gran capacidad de reproducción, se convirtió en pocos años en una plaga imposible de controlar. Dicen que, en 1887, tan solo 28 años después, se abatieron en ese territorio 20 millones de ejemplares.

Pero la plaga continuó imparable, arrasando prácticamente toda la masa vegetal de Australia. Hasta que, en 1951, se tomó la decisión de soltar mosquitos infectados con el virus de la mixomatosis, enfermedad letal para la mayoría de los conejos. La enfermedad se propagó de manera explosiva causando la muerte de casi toda la población "conejil". Pero no todos murieron; algunos manifestaron tener o desarrollaron resistencia a la enfermedad, transmitieron esa característica a sus descendientes y así continuó la cosa, con sucesivas oleadas de expansión y aniquilación. (Recientemente, en Mayo de 2017, ver este artículo, Australia ha decidido usar un arma todavía más poderosa para acabar con sus conejos silvestres: un virus tan letal como el del ébola y tan contagioso como el de la gripe. Miedo da pensar qué pasa si ese virus se "escapa" de Australia y acaba llegando a Europa).