El pasado mes de septiembre asistí, en la Fundación Telefónica, a la presentación del libro de Marta Fernández (periodista, escritora y presentadora de televisión) titulado "La Mentira - Historias de impostores y engañados". Libro muy original e interesante, tanto por los casos que cuenta como por la forma de narrarlos, y cuya lectura recomiendo.
Y espoleado por la curiosidad, como bien anticipa la dedicatoria de Marta, rescato aquí uno de los casos, quizá el que más me ha gustado por cómo está desarrollado: "Seis segundos de silencio".
Parto de la historia tal y como se expone en el libro; solamente la he condensado para que quepa en el espacio de un post, y he añadido algunos datos, fotos y elementos complementarios. El mérito original es de Marta (y los párrafos entrecomillados son suyos).
Domingo, 30 de octubre de 1938.
8 de la tarde. Estudio 1 de la CBS en Nueva York.
Como cada domingo a esa hora, la cadena de radio empezaba a emitir una adaptación radiofónica de una obra de teatro, que estaba a cargo de los actores del Mercury Theatre. Daba comienzo con unos compases de Tchaikovsky y, en los primeros minutos, un locutor presentaba la obra, daba unos datos del autor y comentaba algunos detalles del argumento. Nadie prestaba mucha atención hasta que empezaba la narración. Y ese domingo iba a ser especial...
"A los dos minutos, la representación había comenzado: un amable locutor ofrecía la previsión meteorológica antes de dar paso al Hotel Park Plaza de Nueva York para escuchar a Ramón Roquello y su orquesta... peleándose con el pentagrama de "La cumparsita"... La interpretación se corta abruptamente... Otro locutor informa de una última hora: se han producido extrañas explosiones en Marte. Parecía una noticia bastante rara para cortar una emisión, pero los oyentes se habían acostumbrado a aquellas pausas inesperadas."
Seguro que te suena. Es la famosa emisión de la versión radiofónica de "
La guerra de los mundos" de
H. G. Wells, cuyo original se publicó en 1898 y estaba ambientada en 1939. Quizá por eso se eligió para ser adaptada a la radio y emitida en 1938. Como dato curioso, la narración de Wells tiene lugar en Gran Bretaña, por lo que los guionistas del Mercury Theatre tuvieron que trasladar la escena a los EE.UU., y eligieron un pequeño pueblo de Nueva Jersey, Grover´s Mill, como el lugar donde iba a desembarcar la primera nave de marcianos.
La historia es conocida: Se recibe en la redacción un telegrama advirtiendo de que un meteorito se ha estrellado en Grover´s Mill. Hasta allí se desplazan el reportero Carl Phillips (el actor Frank Readick) y el eminente astrofísico de Princeton Richard Pierson (Orson Welles). Phillips informa: "el meteorito no es un meteorito; es una nave. Una nave que se abre con un sonido que parece salir del infierno... Se horroriza, se debate, no sabe cómo describir lo que ve. Porque lo que ve es a un ser de otro planeta saliendo del misterioso cilindro extraterrestre. Un alienígena espantoso que empieza a atacar con un poderosísimo rayo. Que se lleva por delante a la milicia desplegada en el lugar: Las llamas están ante sus ojos. La transmisión se corta abruptamente".
En ese momento, destaca Marta, se produce uno de los momentos de mayor impacto en la historia de la radio: "Orson Welles, desde su atril de director, levanta la mano para marcar el silencio. Lo aguanta mientras los actores contienen la respiración. Un segundo. Dos. Hasta seis. Nunca un lapso de vacío tan largo se había escuchado en una emisión de la radio". Son los "Seis segundos de silencio" que dan título a este capítulo del libro.
(Quizá sea éste el momento oportuno para que acudas a la grabación de esta famosa emisión de radio y la escuches en su versión original. Son 57 minutos.
Aquí. La narración comienza en el minuto 2:20. La primera interrupción con la "última hora" en el 3:33. Los seis segundos a que nos hemos referido van del 17:47 al 17:53)
La continuación, la conoces: "Los marcianos, está claro, no vienen en son de paz. Arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Siembran la muerte y la destrucción... Llegan a Manhattan desatando el pánico. Los neoyorquinos huyen como pueden. Se lanzan el botes al East River. Abarrotan barcos en el Hudson. Escapan por los puentes mirando al cielo. Se dirigen en avalanchas a las estaciones de tren para huir..."
Una buena historia de ciencia ficción, bien contada por la radio. Entonces, ¿por qué está incluida en este libro que va sobre mentiras? Por supuesto que la invasión de los marcianos era mentira, pero como la gran mayoría de los relatos de ciencia ficción. No, la "gran mentira" que nos contaron es que la emisión de radio había desatado el pánico "real", no solo en Nueva York sino en todo Estados Unidos.
"El programa de Orson Welles ha pasado a la historia como un episodio de histeria colectiva. Una noche de pánico en la que Estados Unidos se lanzó a las calles pensando que estaban viviendo un apocalipsis marciano. Esa es la mayor mentira de La guerra de los mundos. Como se ha demostrado después, no hubo una explosión de terror. La gente no murió de ataques al corazón. Fueron muy pocos los que abandonaron sus casas creyendo que iban a sucumbir achicharrados por un rayo mortal... Sólo había que aplicar la lógica... no podía haber habido un terremoto terrorífico que nadie hubiera notado, la milicia no se activaba con tanta rapidez, era imposible que en menos de diez minutos la Costa Este hubiera perecido a manos de los malvados marcianos y que aun así las calles de las ciudades estuvieran tan tranquilas como cualquier domingo de otoño. Y, sobre todo, era imposible que solo lo estuviera contando la CBS y que en las otras cadenas la programación continuara sin más".
¿Y quién o quiénes fueron los "responsables" de crear y propagar esa mentira? Pues los periódicos. Véanse, como muestra, estas dos portadas del día siguiente, 31 de octubre:
El "New York Times" ya habla de una "histeria colectiva", pero el "Herald Examiner", de Chicago, incluso concreta que "algunas áreas de Nueva York y Nueva Jersey fueron evacuadas en medio del pánico".
¿Y por qué los periódicos magnificaron las reacciones del público? Según Marta, por dos motivos: "El primero, para vender más ejemplares. El segundo, para dejar en mal lugar a aquel nuevo medio que amenazaba su supremacía. Era una cuestión de elitismo informativo. No se podía confiar en un medio en el que nadie metía mano y llegaba gratis a todos los hogares. La buena información se tenía que pagar. La guerra de los mundos fue, realmente, la guerra de dos medios buscando su lugar".
El caso es que el relato de los periódicos fue construyendo la leyenda de una noche de terror en todo el país, y la historia, convenientemente ampliada y exagerada, entró a formar parte de la memoria colectiva estadounidense. Y de los no estadounidenses, con el paso del tiempo, también.
A la CBS no le fue mal la propaganda... las sopas Campbell pasaron a patrocinar, se supone que con un buen cheque, el espacio de los domingos. Y a Orson Welles, tampoco: a los seis meses firmó un sustancioso contrato con la RKO (Radio-Keith-Orpheum Corp.), filial de RCA, para dirigir su primera película.
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Pues hasta aquí mi re-interpretación de los "Seis segundos de silencio" del libro "La mentira - Historias de impostores y engañados", de Marta Fernández. Harper Collins 2022. Hay otras historias muy curiosas de "mentiras": obras inéditas de Shakespeare, islas del Pacífico que nunca existieron, añadas más que centenarias de Château d´Yquem, cuadros de Vermeer nunca antes vistos, memorias "autógrafas" de Hitler,... quizá me anime con otra historia (con el permiso implícito de Marta)... en otro post.
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Un tema de rabiosa actualidad tratas hoy Ángel, aunque te remontes a unos hechos de 1938, casi arqueología periodística.
ResponderEliminarMe has hecho recordar cuando hace unos tres años la portavoz de Trump, en rueda de prensa y ante la insistencia de un periodista de que su jefe había mentido, ella proclamó que no, que era “una verdad alternativa”.
En Google se pueden encontrar webs de “Historia alternativa” (¿un oxímoron?), algunas con este calificativo, otras sin él, de modo que la cosa va en serio.
Ya sabíamos que la verdad no importa, sólo la percepción del observador, y la segunda derivada es crear una ilusión, una “buena historia” que remplace a aquella. Se ha creado una nueva industria que ya recluta a los mejores “creativos” y a los mejores “vendedores”, porque es rentable. Basta con observar la diferencia abismal entre las audiencias de los programas de noticias y los de entretenimiento basado en “noticias”. Nos encanta que nos cuenten historias. Quizás por eso las encuestas nunca aciertan ante unas elecciones. Otra evidencia es que para muchos políticos “dominar el relato” es infinitamente mejor que “contar la verdad”.
Una última reflexión: ¿Son los juicios con jurado más “justos” que los otros?
Como siempre, muy interesante Angel! Es muy inquietante en este mundo de fake news ver como se retuerce la verdad, de formas mucho más sutiles que las que usó Wells para que creamos lo que no es. Ahora ha salido un nuevo libro de un historiador americano revisando la segunda guerra mundial, que por lo visto, tampoco fue como nos la han contado.
ResponderEliminarHace unos años, algunos periódicos tenían la simpática iniciativa de sorprender a sus lectores el 28/12 con alguna mentira llamativa. Recuerdo una vez en San Sebastian, no se si "el Diario Vasco" o "la Voz de España" (sucesora en1936 de la republicana "Voz de Guipuzcoa") nos alarmamos con una portada en la que había desaparecido la arena de la playa de la Concha. Según escribo veo en este enlace algunas del Diario Vasco:
ResponderEliminarhttps://www.diariovasco.com/gipuzkoa/aquellas-inocentadas-20191228130617-nt.html