jueves, 19 de enero de 2023

Tigridia, Iñigo y Atto: tres santos poco conocidos que comparten osario

La "Muy Leal y Valerosa Villa de Oña", en la comarca de La Bureba, al noreste de Burgos, se desarrolló siguiendo el cauce del río Oca y "a la sombra" del Monasterio de San Salvador. Si buscas la imagen de su término municipal a vista de dron en Google Earth, destaca la planta cuadrangular del monasterio en lugar privilegiado de la villa. 

Los tres santos de los que te voy a hablar hoy vivieron y murieron entre sus muros. Pero, para conocer su curiosa historia, tenemos que retroceder en el tiempo hasta el siglo XI... hasta los comienzos del Condado de Castilla. 

Tigridia Sánchez era la quinta hija de Sancho García, conde de Castilla, y de Urraca Gómez. No se sabe a ciencia cierta su año de nacimiento, pero debió de ser hacia el 990. El nombre de Tigridia es y era muy raro; se relaciona con una planta, la "Lilium lancifolium", conocida como "el lirio del tigre", y parece que se lo pusieron en honor a su abuela materna, de igual nombre, que estuvo casada con el conde de Saldaña, Diego Gómez


Imagen de Santa Tigridia
Lo que sí tiene fecha cierta es que, en el año 1011, Sancho y Urraca fundaron el Monasterio de San Salvador de Oña. Al principio tenía dos recintos separados, uno para monjes y otro para monjas, y Tigridia  fue la primera (y última) abadesa de la rama femenina desde su fundación, en 1011, hasta su fallecimiento en el año 1033. Los condes aportaron al monasterio unos 120 lugares de su propio patrimonio, y durante el mandato de la abadesa no dejó de crecer mediante compras, donaciones o prohijaciones.

A su muerte, la abadesa fue enterrada en el mismo monasterio, junto con sus padres los condes de Castilla. No hay constancia de su proceso de beatificación ni del de canonización, pero lo cierto es que la devoción a "Santa Tigridia" se extendió en los siglos posteriores por la comarca de La Bureba. Su festividad se celebra el 22 de noviembre.

Coincidiendo con la muerte de la abadesa, el entonces conde de Castilla, Sancho III de Pamplona, cuñado de Tigridia, suprimió la comunidad dúplice del monasterio y cedió la gestión de San Salvador a la orden benedictina. Ahí es donde aparece nuestro segundo personaje: Íñigo.

No se conoce el apellido de Íñigo; sólo que su familia era de origen mozárabe y que nació en Calatayud (entonces todavía perteneciente al reino musulmán de Zaragoza) hacia el año 1000. Llevó una vida monacal desde su juventud en el monasterio de San Juan de la Peña (ya en zona cristiana), pero en alguna cualidad debió destacar para que el mismo rey Sancho le rescatara de su vida de anacoreta para nombrarle abad del monasterio de San Salvador, dado que el primer abad benedictino, un tal Dom García, había fallecido al poco de su nombramiento. 

Allí estuvo Íñigo desde 1034 hasta su muerte en 1068. En su primera aparición documental, en la que se confirma una donación del rey Sancho al monasterio de Leyre, en octubre de 1034, figura con la fórmula "Enneco Abbas Honiensis". Los dominios del monasterio de San Salvador durante su mandato abarcaban más de 150 posesiones, repartidas por las actuales Burgos, La Rioja, Palencia y Cantabria.

Son numerosos los hechos y acciones milagrosas atribuidos al abad Íñigo: la cura de la parálisis de un conde leonés, de un peregrino traído de más allá de los Pirineos, de un mendigo tendido ante las tapias de la huerta del monasterio, el hijo concedido, por su intercesión, a una mujer sin descendencia después de quince años de matrimonio, etc... Fue canonizado el año 1163 en el sínodo de Tours, por decisión del Papa Alejandro III. Es patrón de Oña y de Calatayud. Su festividad se celebra el 1 de junio.

(Tres siglos después, en 1491, nació, en la localidad guipuzcoana de Loyola, el menor de los trece hijos de Beltrán Ibañez y María Saénz de Licona, al que pusieron por nombre Íñigo, quizá en honor al santo bilbilitano/burgalés - sí, el Íñigo que decidió cambiar su nombre por el de Ignacio cuando ya tenía más de 40 años-. De Loyola a Oña hay unos 140 km)

Y llegamos al tercer personaje de esta historia: Atto (o Atón). Tampoco se sabe mucho de sus orígenes, parece que era aragonés o catalán; sí se sabe que era pariente de Íñigo, algunos años mayor, por lo que sus historias están entrelazadas. El mismo Sancho III fue el que nombró a Atto obispo de Oca y Valpuesta. En un documento de 1040, en Nájera, aparece su firma como "Deo annuente Atto Aukensis Episcopus confirmat". Debió de fallecer hacia 1044, y el abad Íñigo hizo que sus restos fueran enterrados en el monasterio de Oña.

El hecho por el que es reconocido como santo tuvo lugar hacia 1165, cuando el entonces abad, Juan II de Oña, ordenó el traslado de los restos de San Íñigo y del obispo Atto al otro paño de la iglesia: "Resulta que encontraron los huesos con toda su ligadura y la vestimenta y un anillo. Uno de los presentes en el traslado hurtó el anillo y entonces el demonio se apoderó de él, maltratándole a la vista de todos, hasta que confesó el robo y devolvió el anillo. Además, cuando el cuerpo se depositó en su nuevo lugar, se puso delante un enjambre de abejas que, con su zumbido acompañaba los cánticos de los monjes, sin molestar ni picar a ninguno de los religiosos y sin alterarse mientras se ofrecía algunos de los oficios" (Extracto del artículo de Javier Iglesias Aparicio en www.condadodecastilla.es).

Curiosamente, el único San Atto que aparece en el santoral de la iglesia es otro obispo benedictino (San Atón, o Adón, de Pistoya), nacido en Badajoz  (ca 1070) y muerto en Pistoya, Italia (1153), un poco posterior al nuestro. Su festividad se celebra el 22 de mayo.

Tras varias exhumaciones y traslados de restos, los de Santa Tigridia y San Ato (con una sola "t"), "con otras muchas reliquias", descansaron en una de las capillas laterales del monasterio, tal y como reza la inscripción de 1664:



Mientras que los de San Íñigo pasaron a presidir el altar mayor del monasterio:


Curiosa e interesante la visita al monasterio de San Salvador en Oña. Por completar la historia, la orden benedictina abandonó en 1835 el monasterio, como consecuencia del proceso de desamortización de Mendizábal. En 1880 fue la Compañía de Jesús la que compró la parte residencial del monasterio para instalar allí su "Colegio Máximo", con las facultades de Teología y Filosofía, que eran el Colegio y Noviciado de los jesuitas, y que estuvo activo hasta 1967, en que, finalmente, la Diputación Provincial de Burgos lo compró (por 24 millones de pesetas) y lo destinó a hospital psiquiátrico y granja avícola.

(En otro post de hace unos años ya apareció el monasterio de San Salvador. Tenía que ver con la historia de Fray Pedro Ponce de León, que estableció allí una de las primeras escuelas para sordomudos del mundo, precursora del lenguaje de signos. Puedes volver a leer la historia aquí)

Para todo este relato, espero el "nihil obstat" de mi amigo, seguidor, e "ilustre oniense consorte" Pedro R., gracias al cual pudimos disfrutar, el pasado mes de agosto, de la visita al monasterio, de un peculiar concierto del órgano del siglo XVII y degustar ricas viandas propias de la tierra. 

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La princesa Tigridia
Posdata un poco larga: Desde que escuché a la guía que nos acompañó en la visita al monasterio de San Salvador mencionar el nombre de Tigridia, estuve dándole vueltas en la cabeza: ¿de qué me suena ese nombre? Estaba claro que no podía ser de la santa, porque era la primera vez que oía su historia, ni de nadie "vivo", porque es un nombre que no se te olvida. Hasta que, al terminar la visita, el omnisciente Google me dio la respuesta: no era Tigridia a secas... era "la princesa Tigridia". Efectivamente, la india de la tribu de los picaninny, amiga de Peter Pan. Leyendo un poco más, supe que Tigridia era el nombre en España, mientras que en Hispanoamérica era "Tigrilla".

La primera edición en español de la obra "Peter Pan and Wendy, or The Boy Who Wouldn't Grow Up" de  James M. Barrie fue publicada en 1925 por la Editorial Juventud de Barcelona, con el título: "Peter Pan y Wendy - La historia del niño que no quiso crecer". 

La traductora fue María Luz Morales (La Coruña, 1889 - Barcelona 1980), que fue una periodista muy reconocida; llegó a ser la primera mujer directora de "La Vanguardia" al comienzo de la guerra civil, por lo que fue represaliada durante el franquismo. En el original inglés, la princesa es "Tiger Lily", que es, precisamente, el nombre de la flor "lirio del tigre" a que me he referido más arriba. Seguramente Mª Luz, buena traductora, buscó y buscó un equivalente en español y lo encontró en este nombre medieval, hoy en desuso. 



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Coda (para los puristas del lenguaje): Con el trasiego de huesos y reliquias que se dieron a lo largo de la historia en San Salvador (y en casi todos los templos), es difícil saber dónde están ahora los huesos de cada quién. Por eso me he permitido la licencia de poner, en el título del post, que nuestros tres santos comparten "osario", que quizá no sea así en sentido estricto, pero sí en el que admite la segunda acepción del diccionario de la RAE: "2. m. Lugar donde se hallan huesos".
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Monasterio de San Salvador de Oña

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6 comentarios:

  1. Sancho III de Pamplona fue el primer rey que creó un estado plurinacional en la península Ibérica. Y de modo bastante pacífico para la época, hay que reconocerlo. Además, como señalas en el caso de Atto, reclutó en sus recién adquiridos condados de Aragón, Sobrarbe y la mitad de Ribagorza a muchos personajes que trasladó a su recién adquirido condado de Castilla, tierra entonces de mayores oportunidades para hacer carrera. También lo fueron los primeros dos obispos de Palencia, que se supone influyeron en la profusión de iglesias románicas en esa diócesis y que podrían ser tema para otro post.
    Como además de puristas del lenguaje hay por aquí algún que otro purista de la Historia, comentar que hacia el año 1000 el reino de Zaragoza aún no existía. Calatayud (más correcto sería decir Qalat Ay-Yub: “Castillo de Job”) era una plaza fuerte del califato de Córdoba, regido con puño de hierro por el famoso Almanzor, quien pronto moriría no lejos de ahí (1002) lo que provocaría la aparición de los reinos taifas, el de Zaragoza entre ellos (1013).
    Saludos a todos desde Brasil.

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  2. Maese Angel. Sabedor es vuestra merced, vive Dios, que desde antiguo soy lector leal de vuestras crónicas. ¡Cómo no vais a contar con mi bendición y parabienes para vuestra tan bella crónica sobre la ilustre villa oniense! Os los otorgo con sumo agrado.
    Es más, sabedor al igual que vos, que la Santa Inquisición aparece cuando y donde menos se la espera y escruta minuciosamente cualquier escrito que pudiera si quiera rozar lo pecaminoso, voy a proceder a refrendar mi bendición a vos y a vuestra crónica de dos formas. A conocimiento público de vuestras mercedes:
    He dado curso al Regidor actual de la villa oniense de vuestras palabras y el sello de la Villa me ha sido ofrecido, como refrendo, respaldo y agradecimiento por vuestra deferencia para con Oña. No os extrañéis, por tanto, si en algún momento recibís una citación con el ya mencionado sello de la villa cursándoos invitación a impartir una docta conferencia que comparta vuestros enciclopédicos conocimientos con el pueblo de Oña, en las jornadas culturales de la villa.
    Y ya, como sumo gesto de lealtad, y de cara a la siniestra institución que vigila todo el saber y el progreso de mi Reino y de las Españas, uno mi destino al vuestro y hago público manifiesto de que, en la segunda etapa de vuestras crónicas, La Roy-al Manufacturing Corporation diseñó y fabricó para vos las “sandalias supersónicas” para facilitar vuestros viajes entre los cinco continentes en busca de las fuentes del saber y del conocimiento.

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    1. Muchas gracias, amigo Pedro, por tus elogios (no voy a decir que inmerecidos, que, como dijo el sabio, cuando uno es como es no se puede ser humilde...) y por tus gestiones ante el muy ilustre Ayto de la villa oniense. También te digo que, llegado el caso, sólo podré conferenciar sobre cómo la verdadera sabiduría no está en saber de todo, sino en saber quién sabe... Y que, si algo he hecho bien en esta vida, ha sido en buscar y lograr el apoyo, la confianza y la amistad de gente buena en lo suyo que además es buena gente, como es tu caso.
      Pero, si hay que ir a Oña, se va, y más si está el reclamo de las deliciosas morcillas de Casi... Con las sandalias supersónicas de la Roy-al Mfg. Co., allí que estoy en un pispás.
      Un fuerte abrazo.

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    2. Muchas gracias Angel.
      Un privilegio recibir estos halagos del bibliotecario de ACjandría.
      Y, sobre todo, una gran suerte que el de arriba te haya cruzado en el camino de mi vida y sigamos manteniendo nuestra amistad desde allá por el año 1985. Respecto a lo de ser “buena gente”, ya lo dijo el poeta:
      Don Angel Díaz-Miguel
      gran hombre y mejor persona
      desde la fecha de hoy
      Etc….
      Un fuerte abrazo

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  3. Muchas gracias Ángel, muy entretenido como siempre. Visité el monasterio hace unos años y me sorprendió su importancia y tamaño en medio de la nada y alejado de lo que hoy son las rutas principales. Imagino que en aquella época estaría mejor situado ya que los centros de gravedad han cambiado mucho.

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  4. Sin palabras, Ángel. Me has dejado sin palabras. Espléndido

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