Pero, para lo que nos ocupa hoy, lo que nos interesa es la basílica de Superga, construida en los altos de esa colina por Víctor Amadeo II de Saboya. Consagrada en 1731, su destino era albergar las tumbas de los reyes y príncipes de la casa de Saboya (una especie de Escorial italiano, salvando las distancias). A día de hoy, son 19 los personajes ilustres de esa casa enterrados en la basílica.
La protagonista del post de hoy es uno de ellos. Su monumento fúnebre ocupa un lugar destacado en la basílica:
Ya sé que tienes buena vista y, además del bello cuadro escultórico, enseguida habrá llamado tu atención la lápida de arriba a la izquierda. Por si acaso, hago zoom y lo copio a continuación:
¿Y quién fue esta Doña María Victoria, "tan virtuosa señora" por la que manifestaban un "respectuoso carino" las lavanderas de Madrid, Barcelona, Valencia, Alicante y Tarragona?
Pues la que, probablemente, es la Reina de España menos conocida: Maria Vittoria Carlotta Enrichetta Giovanna dal Pozzo della Cisterna (1847-1876). Esposa de Amadeo I de Saboya, y, por tanto, reina consorte de España desde el 16 de noviembre de 1870 al 11 de febrero de 1873 (lo que duró el reinado de su esposo y la fallida restauración de la Monarquía). En España castellanizó su nombre a María Victoria.
Ya comenté brevemente el caso de María Victoria en un post de 2019, "28 Reinas de España"; hoy vamos a conocer mejor su relación con las lavanderas y otras obras benéficas que impulsó. Esta foto de finales del siglo XIX nos puede dar una idea de lo que podía contemplar la reina desde sus habitaciones del Palacio Real mirando hacia la ribera del Manzanares:
Copio algunos párrafos del artículo "El asilo de lavanderas del Manzanares, destino final de una vida de penurias" de Rafael Fernández, publicado en septiembre de 2022 en La Razón:
"El oficio apareció a finales del siglo XVI, en las márgenes del río, y duró hasta mediados del XX. Su momento culmen -si de esto se puede hablar-, por el gran número de trabajadoras, se vivió entre finales del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX, cuando se estima que en las riberas del Manzanares llegaron a convivir hasta 5.000 lavanderas que aspiraban a sobrevivir a la miseria.
Estas mujeres, ancianas y niñas, pues muchas acompañaban a sus madres desde pequeñas para más tarde sustituirlas, no conocieron otro modo de vida que lavar ropa de la mañana a la noche, hiciera frío o calor, lloviera o nevara, en las márgenes del río que utilizaban como lavaderos, la mayoría de los cuales estaban situados entre el Puente de Segovia y el Puente de Toledo.
La jornada se repetía. El trabajo comenzaba a primera hora de la mañana con los esportilleros, que pasaban por las casas de Madrid recogiendo la ropa sucia y llevándola hasta los lavaderos. Una vez entregada la ropa sucia, comenzaba la ardua tarea de las lavanderas, que consistía en usar las manos y piedras o una plancha de lavado de madera para frotar la ropa con agua fría, helada en invierno, hasta que desaparecía la suciedad de las prendas… un proceso que repetían cada día de sol a sol, encorvadas y con manos y brazos permanentemente húmedos. El reuma y la bronquitis eran afecciones habituales entre estas mujeres con el paso de los años. Una vez acabado el proceso de lavado, la ropa se secaba en los secaderos públicos, se recogía y se doblaba en cestos y era devuelta a los domicilios de nuevo por los esportilleros".
A los pocos meses de su llegada a Madrid, en 1871, la reina Mª Victoria, con los 100.000 reales que le otorgaron a su hijo mayor, el Príncipe de Asturias Manuel Filiberto de Saboya, que entonces tenía 2 años, creó el Asilo de Lavanderas. La leyenda dice que la idea fundacional partió del acto que hizo la propia soberana de amamantar al hijo de una lavandera que lloraba junto a su madre, mientras ella lavaba en el río, con el fin de calmarlo; la reina estaba criando a su segundo hijo. Ante esta situación, o quizá sin llegar a tintes tan dramáticos, se le ocurrió que había que construir un edificio para atender, tanto a los hijos como a las madres.
Inaugurado en enero de 1872, estuvo atendido por las Hijas de la Caridad, y su primer edificio se levantó cercano al río, en la glorieta de San Vicente, donde las que ejercían este oficio podían "dejar a sus hijos menores de cinco años", mientras ellas trabajaban. Tenía una capacidad para unos 300 niños, también disponía de un pequeño hospital de seis camas para las lavanderas accidentadas.
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Situación del Asilo de Lavanderas (8) en la Glorieta de San Vicente La Estación del Norte (7), hoy Príncipe Pío, y la Puerta de San Vicente (3) |
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El edificio fue destruido durante la guerra civil, pero ya llevaba tiempo en desuso puesto que el oficio de lavandera en el río fue desapareciendo a medida que el agua corriente iba llegando a las casas.
“La reina saboyana”, como la llamaban, instituyó también un hospicio de niños desamparados, una casa-colegio para los hijos de las cigarreras y, con la ayuda de
Concepción Arenal, dispuso que se distribuyeran raciones de carne para los pobres de la ciudad gracias a la creación de “La Sopa Económica”. A los pobres vergonzantes daba mensualmente 30.000 pesetas a través de las Hermanas de la Caridad. También fundó el Dispensario Oftalmológico, que tuvo larga vida.
El 29 de enero de 1873 dio a luz a su tercer hijo, Víctor Manuel, el primero español, y semanas después, en el mes de febrero, se produjo la abdicación del Rey. Tras su salida apresurada de España hacia Portugal, fijaron su residencia en Turín. Desde allí, durante un tiempo, siguió enviando limosnas y socorros a los pobres de Madrid.
María Victoria murió en San Remo (Italia) el 8 de noviembre de 1876, de tuberculosis. Tenía 29 años.
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Para saber más:
Biografía muy completa de María Victoria del Pozzo en la web de la Real Academia de la Historia. Aquí.
Carmen Gallardo - "La reina de las lavanderas" - La Esfera de los Libros - 2014 - De su presentación: "María Victoria fue una reina efímera, desconocida, culta y virtuosa en un país convulso e inestable. Extranjera en una tierra que no supo valorarla, soportó los amoríos de su marido, las humillaciones de la aristocracia y el perpetuo temor a un atentado".
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La azarosa vida de la reina María Victoria le sugiere esta ilustración a Tatiana R.:
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Ilustración de Tatiana Restrepo (www.tatisart.com) para "Curios"
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y esta interpretación: "El río Manzanares y los dos puentes, el de Segovia y el de Toledo, que delimitan la zona donde lavaban las lavanderas; representadas en la ropa tendida y las pompas de jabón. La carta compuesta por ojos, ojos que simbolizan la vigilancia de los niños de las lavanderas en la guardería, la atención a las lavanderas enfermas y, también, alusiva a otra de las instituciones que creó la reina Doña Mª Victoria, el dispensario oftalmológico. Los colores presentes son alusivos al escudo de los Saboya".
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Gran trabajo Ángel, como siempre. Un abrazo
ResponderEliminarMe emociona la lectura de esta conmovedora historia, dedicada al oficio de lavandera, mujeres que sufrieron mucho ejerciendo su oficio y, además, conocer la existencia de una persona Doña María Victoria, casada con Victor Manuel de Saboya, reina valiente y generosa que supo aprovechar el breve reinado de su esposo en España para socorrer a los más necesitados, que en este caso fueron las lavanderas.
ResponderEliminarRectifico el error de aludir a Victor Manuel de Saboya, cuando quiero referirme a Amadeo I de Saboya.
EliminarInteresantísimo. Muchas gracias.
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