(Banda sonora: "Durme, durme", canción de cuna sefardí interpretada por Ana Alcaide en la Sinagoga del Tránsito de Toledo, en 2009).
La "Calle del Mal Consejo", en Segovia, se encuentra en el casco histórico. Es una calle corta, que comienza en la calle San Nicolás y termina en la Cuesta de San Bartolomé. Si te fijas en la placa que señala la calle, pone lo siguiente: "En ella vivía el sacristán que vendió a un judío la hostia consagrada, dando ocasión al portentoso milagro del Corpus de 1410". Que hace mención a una historia de la que conocemos más detalles gracias al cronista Diego de Colmenares, que en su "Historia de la insigne Ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla", publicada en 1637, describe lo siguiente (versión de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - 1999):
La "Calle del Mal Consejo", en Segovia, se encuentra en el casco histórico. Es una calle corta, que comienza en la calle San Nicolás y termina en la Cuesta de San Bartolomé. Si te fijas en la placa que señala la calle, pone lo siguiente: "En ella vivía el sacristán que vendió a un judío la hostia consagrada, dando ocasión al portentoso milagro del Corpus de 1410". Que hace mención a una historia de la que conocemos más detalles gracias al cronista Diego de Colmenares, que en su "Historia de la insigne Ciudad de Segovia y compendio de las historias de Castilla", publicada en 1637, describe lo siguiente (versión de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes - 1999):
VI. Estaban por estos días rey y reina con la corte en nuestra ciudad, donde sucedió aquel célebre milagro del Santísimo Sacramento. Un sacristán de la iglesia de San Fagún, apretado de una necesidad, pidió unos dineros prestados a un judío, que pidiéndole seguridad de fianza o prenda, y viendo que se encogía por no la tener, le dijo, que si le daba en prendas una hostia consagrada, que podía sacar del sagrario y custodia, le daría aquel dinero, y más que hubiese menester. Aquí la sacrílega necesidad llegó al último desacato, determinándose el sacristán al horrible sacrilegio; entregando, segundo Judas, al hebreo la prenda de la gloria. La calle en que se hizo la entrega se nombra hasta hoy del Mal Consejo, que sale a la cuesta de San Bartolomé. Gozoso el judío del suceso, avisó a los de su nación, y congregados en su sinagoga, con horribles execraciones echaron la Santísima hostia en un baño o caldera de agua herviente; ciego desatino, pues con él confesaban ellos mismos misteriosa deidad en lo que perseguían. Acreditóse bien en el suceso, pues elevada la hostia en el aire mostraba querer reducir aquellos ánimos obstinados, con excusar milagrosamente aquel oprobio, quien ya humilde padeció tantos por lo mismo. Tembló la fábrica de la sinagoga, rompiéndose los arcos y pilares, cuyas roturas permanecieron hasta que en nuestros días se renovó aquella fábrica. Amedrentada y atónita aquella canalla vil, procuraron coger la hostia; y temiendo más la pena que la culpa, por consejo de todos, la llevaron algunos al convento de Santa Cruz; y llamando al prior con temeroso secreto, le refirieron el milagro y entregaron la hostia, de cuya vista y presencia temblaban temerosos y no arrepentidos; infernal obstinación.
Fachada de la Iglesia del Corpus Christi (antigua Sinagoga) |
(La Iglesia de San Fagún, más tarde conocida como de San Facundo, ocupaba el centro de la plaza que hoy lleva su nombre; fue derruida en 1895).
Para poner los hechos en contexto, Enrique III "el Doliente" había fallecido unos años antes, en 1406. El Rey Juan II de Castilla tenía 5 años, por lo que gobernaban como regentes su tío Fernando de Antequera y su madre la Reina Catalina de Lancaster, viuda de Enrique.
Hacía sólo 19 años que había sucedido lo que luego se conoció como "La revuelta antijudía de 1391", que, comenzando en Sevilla el 6 de junio, se había extendido por las aljamas de casi todas las ciudades importantes de las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra. Saqueos, incendios, matanzas y conversiones forzadas. En Toledo, por ejemplo, fueron destruidas las 10 sinagogas que existían en ese momento. Parece que en Segovia el impacto fue menor, pero el ambiente contra los judíos estaba, digámoslo así, "caldeado".
Unas décadas más tarde, en la Semana Santa de 1468, y sin salir de la provincia, se produce el hecho conocido como "El niño de Sepúlveda", y que volvemos a leer en Colmenares:
“… Por este tiempo en nuestra villa de Sepúlveda los judíos, movidos por Salomón Pichón, rabí de su sinagoga, hurtaron por la Semana Santa un niño, y executando en él cuantas afrentas y crueldades sus mayores (hicieron) en el Redentor del mundo, acabaron aquella inocente vida: increíble obstinación y naçión incorregible á tantos castigos del cielo y de la tierra. Esta culpa, pues, como otras muchas que están en las memorias del tiempo se derramó y llego á noticia de nuestro obispo D. Juan Arias de Ávila, que como juez superior entonces de las causas de la fe, procedió en ésta; y averiguado el delito, mandó traher á nuestra ciudad diez y seis judíos de los más culpables. Algunos acabaron en el fuego; y los restantes arrastrados fueron ahorcados en la parte de la dehesa que hoi ocupa el monasterio de San Antonio el Real. ... Mejor lo advirtieron los de Sepúlveda que, mal seguros de los que allá quedaran, mataron algunos forçando á los restantes á salir de aquella tierra, arrancando de cuajo tan pestilente semilla…”
Hacía sólo 19 años que había sucedido lo que luego se conoció como "La revuelta antijudía de 1391", que, comenzando en Sevilla el 6 de junio, se había extendido por las aljamas de casi todas las ciudades importantes de las Coronas de Castilla, Aragón y Navarra. Saqueos, incendios, matanzas y conversiones forzadas. En Toledo, por ejemplo, fueron destruidas las 10 sinagogas que existían en ese momento. Parece que en Segovia el impacto fue menor, pero el ambiente contra los judíos estaba, digámoslo así, "caldeado".
Unas décadas más tarde, en la Semana Santa de 1468, y sin salir de la provincia, se produce el hecho conocido como "El niño de Sepúlveda", y que volvemos a leer en Colmenares:
Representación del martirio del niño de Sepúlveda |
(Curioso que el padre del obispo, Diego Arias Dávila, , fue judío hasta los siete años, con el nombre de Isaac Benacar).
Y pocos años después, en 1490, en la población toledana de La Guardia, se reproduce un hecho muy similar. El protagonista es Cristóbal, un niño de 10 años, que es objeto de un presunto asesinato ritual. Como consecuencia del proceso, varios judíos y conversos son quemados vivos en Ávila en 1491. Se dice que este caso fue "la gota que colmó el vaso" en Castilla y que propició el edicto de expulsión de los judíos al año siguiente. La historia / leyenda se fue difundiendo con el tiempo hasta llegar a su canonización, en 1805, por el Papa Pío VII. Aunque, después del Concilio Vaticano II, la reforma litúrgica de 1969 suprimió del Novus Ordo católico el culto a unos cuantos santos, porque "la Iglesia no tiene una biografía suficiente para acreditar su existencia". Entre ellos, a San Cristobalito de La Guardia. Aunque la ermita y la devoción sigue viva en su pueblo natal.
Lo mismo sucedió con otro niño mártir, Santo Dominguito del Val (Zaragoza, 1243 - 1250), de quien la tradición afirmaba que también había sido secuestrado por judíos y víctima de un asesinato ritual, crucificado, decapitado y enterrado en la ribera del río Ebro. Su culto fue impulsado también por Pío VII, en 1808. Parece que el único hecho probado en las actas que se conservan en la Catedral de Zaragoza es que, por aquellas fechas, apareció en esa zona el cadáver de un niño mutilado.
En 1173, bastantes años antes, Thomas de Monmouth publicó "The life and miracles of St. William of Norwich", donde relataba la historia del niño Guillermo, aprendiz de curtidor de 12 años de edad, que apareció muerto el Sábado Santo, 25 de marzo de 1144, en un asesinato atribuido a los judíos de la ciudad. En este caso nadie fue condenado, no por ganas sino por falta de pruebas, pero parece que fue el primer hecho que inspiró una serie de sucesos (o relatos) similares.
Y, en 1387, Geoffrey Chaucer, en sus famosos "Cuentos de Canterbury", en el llamado "Cuento de la Priora", se hace eco de un caso similar, esta vez con el niño de 8 años Hugo de Lincoln, asesinado mediante un tajo en la garganta y arrojado a un pozo ciego, también por judíos, en 1255. 19 judíos fueron descuartizados y colgados en Londres por este hecho.
Infernal obstinación... la de estos judíos, empeñados en acabar ahorcados, descuartizados o arrojados a la hoguera...
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Esta es la letra en ladino de la canción de cuna:
"Durme, durme mi hermozo hijico
Durme, durme sin ansia y dolor
Cerra tus lindos ojicos
Durme, durme con savor
A la scola tu te irás
Y la Ley t´ambezarás"
Esta última es la única palabra que necesita traducción: significa "aprenderás".
Como aficionado a la Historia de España te agradezco esta aportación Ángel, que sin duda daría para un libro. A las frases que has incluido y que cuestionan la veracidad de dos de los crímenes, deberíamos añadir que Don Mayr fue acusado y torturado hasta morir tras la muerte de Enrique III el día de Navidad de 1406, lo que casa mal con la fecha de los sucesos de Segovia (1410). Uno de los muchos ejemplos en los que la cronología nos ayuda a detectar patrañas. Pero es que la propia historia de Don Mayr la narró un franciscano antisemita y lo hizo hacia 1461, con lo cual la podemos poner en duda, algo que es bastante común a los supuestos crímenes cometidos por judíos que, no lo olvidemos, eran a la vez los recaudadores de impuestos y los banqueros (prestamistas) de la época, aunque también los únicos médicos fiables.
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