viernes, 8 de junio de 2018

"Always Curious"

(Banda sonora: "Y nos dieron las diez", de Joaquín Sabina, aquí )  
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Seguro que, si tienes la mente curiosa, te has fijado. Es la campaña de comunicación de Schweppes más reciente. El "claim" es "Always Curious" y el eslogan "La curiosidad hace la vida fascinante". Aquí puedes ver el anuncio "largo" de la campaña, con la música del "Qué será, será" de Doris Day, realizado por la agencia madrileña de publicidad CHINA

Y, puesto que Schweppes se "mete" en mi terreno, he pensado que puede ser interesante buscar curiosidades en torno a esa bebida, la tónica, que, muchos recordaréis, antes de su fulgurante éxito como "mixer" para el gin-tonic se usaba, básicamente, como "digestivo" para la pesadez de estómago tras una copiosa comida, alternativa al bicarbonato ó, en ambientes más refinados, al Alka-Seltzer

La historia de la tónica es la de la quinina, su ingrediente diferencial, siempre unida al combate de la malaria. Pero el origen de esta "batalla" se remonta al Perú, mucho antes de la llegada de Pizarro y sus hombres. En aquellos tiempos pre-colombinos la malaria no existía en Sudamérica, pero sí numerosas enfermedades que cursaban con fiebre. Y los curanderos indígenas (por toda la zona que hoy ocupan Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela) habían observado los buenos resultados que, para el tratamiento de esas fiebres, daba el uso de la corteza de un árbol, el árbol de la quina.


Rama y corteza del árbol de la quina (Cinchona)
Es en 1630 cuando se produce el primer registro escrito del uso de la corteza de quina para curar la malaria, que por entonces, llevada por los europeos, ya era enfermedad común en Sudamérica. Lo hace Juan López de Cañizares, gobernador de Loja (Perú). A partir de entonces, y con un papel muy principal desempeñado por los Jesuitas (hasta el punto de que se llega a conocer a la quina como "la corteza de los jesuitas") se extiende la exportación y el uso de la quina en Europa. Pero, aunque se intentó en numerosas expediciones, no se consiguió exportar y trasplantar el propio árbol de la quina.

Fue en 1742 cuando el botánico sueco Linneo, que estaba haciendo su taxonomía de todos lo seres vivos, animales y vegetales, le dio al árbol de la quina el nombre "oficial" de "Cinchona Officinalis", atendiendo a una leyenda (hoy sabemos que "fake news" total) de que la planta había curado de la malaria a la Condesa de Chinchón, esposa de Don Luis Jerónimo Fernández de Cabrera de Bobadilla Cerda y Mendoza (IV Conde de Chinchón y Virrey del Perú entre 1629 y 1639). El caso es que no se sabe si por error de Linneo, o por entender que en italiano "ci" suena como "chi" en español, la planta se empezó a conocer en todo el mundo como "cinchona". 

Pasaron casi 80 años hasta que, en 1820, en plena efervescencia de descubrimientos químicos, los farmacéuticos franceses Pelletier y Caventou aislaron el principio activo de la corteza de la quina que tenía reconocidos efectos antifebriles y lo denominaron quinina

Cartel de Schweppe´s ca 1875
Retrocedemos unos años, hasta 1783, y nos vamos a Ginebra (Suiza). Allí, el relojero y científico aficionado Jean Jacob Schweppe (1740-1821) (así, sin "s" al final) desarrolla la primera agua mineral carbonizada (nada de cinchona ni de quinina por ahora) y crea la empresa Schweppe's (ahora sí con "s") para comercializarla. En 1792 se traslada a Londres... caminos que van convergiendo. 

Porque se le atribuye al inglés Erasmus Bond, en 1858, el hecho de combinar la quinina con otros ingredientes aromáticos y así crear la primera "agua tónica" comercial. Lo que hizo Bond fue recoger la tradición establecida por los soldados británicos en diversos puntos del Imperio, singularmente en La India, donde, para reducir el amargor de la ración diaria de quinina que debían ingerir como medicina preventiva frente a la malaria, se ayudaban mezclándola con soda y azúcar (la ginebra vino después). 

En 1870, Schweppes intuye que ahí puede haber un buen mercado y produce la "Indian Quinine Tonic". A partir de entonces los dos nombres, tónica y Schweppes, van muy unidos.

Edificio Carrión (o Capitol) en la Gran Vía 
Damos al "fast forward" para conocer la historia de Schweppes en España:
- En 1957 llega a un acuerdo con la franquicia Rioblanco y comienza su presencia en el mercado español
- En 1959  abre su primera fábrica en Madrid
- En 1969 se instala el emblemático cartel luminoso de la Gran Vía

Pero lo que todos tenemos en el inconsciente colectivo son las campañas de publicidad que, a finales de los años 70, nos insistían en "Aprenda a amar la tónica". Aquí están los tres primeros anuncios, realizados por Agustín Medina y Jorge García en 1978. 

El "hombre de la tónica" era el actor francés Bernard Le Coq (1950-) quien, a lo largo de 12 años, realizó más de 50 anuncios para la marca. Parece que acabó bastante harto del papel; luego, siguió su carrera cinematográfica. 

Y así, un poco más presente en bares y discotecas, pero sin muchas alharacas, pasó la tónica los años 80, los 90, el cambio de siglo, hasta que, hacia 2005, y, ¿casualidad? con los primeros síntomas de la crisis, se produce una nueva burbuja a sumar a la inmobiliaria y a la financiera: "La burbuja del Gin-Tonic en España". Lo explica muy bien Roger Casas-Alatriste en este artículo. Burbuja que, lejos de explosionar como las otras, continúa hoy día con buena salud, hasta el punto de que, según estadísticas recientes, España es el líder absoluto en consumo de ginebra "per cápita" (supongo que todo lo que se beben los turistas nos lo reparten también entre los nacionales).



Pues creo que ha resultado curiosa la historia de la tónica...

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Posdata: Para quien se esté preguntando si el famoso "vino quinado" de nuestra infancia tenía algo que ver con la quinina, la respuesta es sí. Quina San Clemente ("que da unas ganas de comeeeerrrr"), Quina Santa Catalina ("que es medicina y es golosina"), Gran Vino Sansón (de éste no recuerdo el eslogan) y muchas marcas más, todas con un alrededor de 15º de alcohol, suministradas diariamente a tiernos infantes con el visto bueno de padres y de la profesión médica... La justificación de la quinina no era  por su acción antitérmica sino porque es cierto que también "abre el apetito".

Pareciera que cada santo/a tuviera su vino quinado...
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Sobre la banda sonora: sólo he encontrado una canción, de Andrés Calamaro, que cita al gin-tonic, y de pasada. Por eso me he decantado por el clásico de Sabina, reflejo del ambiente de bares y "cubatas", el combinado nacional por excelencia hasta la irrupción del g&t.

"Fue en un pueblo con mar, una noche después de un concierto
Tú reinabas detrás de la barra del único bar que vimos abierto
Cántame una canción al oído y te pongo un cubata
Con una condición, que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata"

3 comentarios:

  1. Pues ser el primer país en consumo de ginebra no sé si es como para estar orgullosos.
    Los ingleses ya saben lo que es sufrir una "epidemia de ginebra", nosotros aún no:
    https://es.wikipedia.org/wiki/Gin_Craze

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  2. Yo creo que gran parte de la ginebra que se consume en España la consumen los turistas de países "virtuosos"

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  3. el hombre de la tónica. jajaja. se parecia a pepe domingo castaño? o son recuerdos asociados guardados de cualquier manera que alteran la realidad?

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