viernes, 19 de octubre de 2018

Las andanzas de Ibrahim "el Tortosino"

Banda sonora: "Estoy hecha para la gloria", poema de Wallada bint al-Mustafki (Córdoba 994-1077), interpretado por Eduardo Paniagua y El Arabi ensemble, aquí.
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Está claro que si, en Al-Ándalus de mediados del siglo X, te llamas Ibrahim ibn Yakub al-Tartushi, hay dos cosas que no puedes negar: tu ascendencia judía (Abraham, hijo de Jacob) y que tu familia procede de Tortosa (la Dertosa romana; la Ṭurṭūšah del emirato de Córdoba en la Península Ibérica).

Me encontré un poco por casualidad con al-Tartushi (hay confianza) en un libro sobre los vikingos (Northmen. The Viking Saga, AD 793-1241, de John Haywood). En él, al hablar de la ciudad de Hedeby, situada en el centro de la península de Jutlandia y la segunda ciudad en importancia de los dominios vikingos en aquella época, el autor se refiere a Ibrahim como "mercader judío de Córdoba, que la visitó hacia mediados del siglo X". Y me pregunté: ¿qué hacía un judío cordobés tan lejos de Medina Azahara y del Guadalquivir? Si preguntas en Google Maps la distancia de Córdoba a Schleswig (ciudad que se construyó tras la destrucción de Hedeby en el año 1066) te da casi 2.500 Kms!!! Y empecé a tirar del hilo...

Anuncio de una conferencia en el Museo de Varsovia donde se menciona a Ibrahim ibn Yakub


Lo primero que hay que resaltar es que no hay mucha información sobre nuestro viajero. Para empezar, no está claro si nació en Tortosa o en Córdoba; tampoco el año de nacimiento ni el de su muerte. No se sabe si seguía siendo judío o se había convertido al islam. Lo más cierto es que, hacia el año 962, emprendió una misión por encargo del califa Al-Hakam II, segundo califa de Córdoba tras suceder en el año 961 a su padre Abderramán III. El encargo era visitar a otro de los grandes mandatarios de la época, ni más ni menos que Otón I de Alemania (luego llamado "el Grande"), recién nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Parece que en su misión había un componente claramente diplomático, el de establecer "buenas relaciones" entre ambos estados, pero hay quien apunta otro aspecto más "comercial", indicando que, en aquellos tiempos los esclavos de origen eslavo eran muy apreciados por los omeyas y había que establecer también buenas fuentes de suministro, y ahí los germanos eran piezas clave.

El itinerario exacto del viaje de Al-Tartushi no se conoce. Se sabe que pasó por Burdeos y por la isla de Noirmoutier, cerca de Bretaña. Desde ahí se le sitúa en Irlanda, y luego, de vuelta al continente, como ya hemos visto, en la península de Jutlandia, en el límite del Sacro Imperio con el reino de Dinamarca.

Modelo de la ciudad de Hedeby en el siglo X
Hay que decir que la obra escrita original de Al-Tartushi se perdió. Pero, gracias a las menciones realizadas unos años después por Abu Abdullah al-Bakri (Huelva, 1014 - Córdoba, 1094), geógrafo, historiador y botánico, en su obra "El libro de carreteras y de reinos" tenemos bastante información de lo que escribió el tortosino.

Así, por ejemplo, de la ciudad de Hedeby escribe: "es una gran ciudad en un extremo del gran océano. Los habitantes adoran a Sirius, a excepción de una minoría cristiana que tiene su iglesia en la ciudad. El que mata un animal para el sacrificio pone postes en la puerta de su patio y empala a los animales en ellos, ya sea una pieza de ganado, un carnero, chivo o un cerdo para que sus vecinos sean conscientes de que está haciendo un sacrificio en honor de su dios. La ciudad es pobre en bienes y riquezas. El pueblo come principalmente peces que hay en abundancia. Los bebés son arrojados al mar por razones de economía. El derecho al divorcio pertenece a las mujeres. Usar el maquillaje artificial en los ojos es otra particularidad; cuando lo usan, su belleza nunca desaparece, tanto en hombres como mujeres. Aún más, nunca he oído cantar de forma más horrible que el de esta gente, es un ruido que emana de sus gargantas, similar a la de un perro, pero aún más bestial."

El periplo de Ibrahim sigue hacia el este, por las costas del Mar Báltico, hasta la isla de Wolin en Polonia. Ya hemos visto que en Polonia se le tiene mucho aprecio, porque fue en su obra escrita donde primero se hizo mención a Mieszko I, primer príncipe de Polonia. También se dice que, gracias a él, se tuvo noticia en Occidente por primera vez de las ciudades de Cracovia y Praga.

Hay otro episodio en su obra muy curioso (aunque, como siempre, sujeto a debate). Dice al-Tartushi que: "al oeste del Rus, hay una ciudad de mujeres. Poseen tierras y esclavos, y cuando una de ellas tiene un hijo (varón) lo matan. Montan caballos, van al campo de batalla y poseen coraje y valentía". ¿El mito griego de las Amazonas materializado en las llanuras de Centroeuropa? Pues parece que hay una base histórica verosímil: en el siglo XI, Cosmas de Praga, en su obra "Crónica de Bohemia" hace mención al castillo de Devín (en la actual Eslovaquia) como "la ciudad de las mujeres" y cómo éstas libraron varios episodios guerreros contra ejércitos "de hombres".

Siguió al-Tartushi hacia el sur, pasando por Roma (no está claro si fue allí donde se encontró con el emperador Otto o ya se habían encontrado en Alemania) y saliendo de la península itálica por Sicilia, se supone que para volver a su querida Córdoba.

Puertas llamadas de Al-Hakam II en la Mezquita de Córdoba

Podemos definir a al-Tartushi como "curioso impenitente": le fascinaba conocer cómo funcionaban las redes comerciales; en Praga observó que había dirhams en circulación que habían sido acuñadas en Samarcanda varias décadas atrás. En Augsburgo le llamó la atención el peculiar método utilizado para fijar los precios de las mercancías. Se interesaba por los cultivos locales, la dieta de la gente y nuevas especies de plantas y animales desconocidas para él. Elogió a los ejércitos franceses ("son valientes, duros y sus espadas son más fuertes que las que provienen de la India"). Sin embargo, señaló su dudosa higiene: "se lavan en agua fría una o dos veces al año; llevan sus ropajes hasta que se caen a trozos".

Es cierto que otros viajeros medievales, bastante desconocidos durante siglos, han tenido su reconocimiento en tiempos recientes. Estoy pensando, por ejemplo, en el tangerino Ibn Batuta (1304-1368) cuyos viajes serían comparables, en extensión y descubrimientos, a los de Marco Polo. O en el madrileño Pedro Páez (1564-1622), primer europeo que llegó a las fuentes del Nilo Azul en 1618 (hace ahora 400 años). A ver si le llega el turno a nuestro amigo Ibrahim/Abraham, "el Tortosino".

Mapa de los reinos europeos en los siglos X-XI
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Posdata:
La princesa Wallada, hija del califa Muhammad al-Mustakfi y de la esclava cristiana Amin´am,  no pasaba inadvertida: "era una belleza rubia-pelirroja, de piel clara y con los ojos azules, además de inteligente, culta y orgullosa... tuvo el atrevimiento de participar en las competiciones masculinas y de completar poemas inacabados mostrando libremente su rostro, conducta que la hizo ser llamada "perversa" y ser criticada muy duramente por los integristas".

"Se paseaba sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, llevaba versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. La leyenda dice que en el lado izquierdo rezaba:

"Estoy hecha, por Dios, para la gloria,
y camino, orgullosa, por mi propio camino."

y en el derecho:

"Doy gustosa a mi amante mi mejilla
y doy mis besos para quien los quiera".

Este es el primer texto recogido en el disco, con música andalusí del siglo XI.

2 comentarios:

  1. Sólo limitándonos a los viajeros nacidos en nuestro país y de los que tenemos escritos habría que citar en el s. XII al granadino Abu Hamid al-Garnati que vivió muchos años en Rusia, al tudelano Benjamín ben Jonáh, más conocido como Benjamín de Tudela, probablemente el 1º en traer a Europa noticias de China y al valenciano Ibn Jubayr, que describió Oriente con la excusa de peregrinar a La Meca; en el s. XIV el marino mallorquín Jaume Ferrer, el 1º que dobló el Cabo del Miedo, supuestamente infranqueable, y en el s. XV el granadino León el Africano y el madrileño Ruy González de Clavijo, cuya embajada ante el emperador Tamerlán le llevó a Samarkanda (Uzbekistán) (no era la 1ª, pues Hernán Sánchez de Palazuelos le precedió, pero no quedan escritos).

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    1. ¡Qué interesante, Jordi! Habrá que estudiar un poco a estos viajeros, desconocidos para mí. Bueno, conozco a un Jaume Ferrer, pero creo que es otro ;-)

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