viernes, 15 de marzo de 2019

Biba San Antonio (así lo escriben los chamorros de Guam)

El desembarco de Elcano - Elías Salaverría - 1922
En el cuadro del pintor guipuzcoano Elías Salaverría (1883-1952) que refleja, en su estilo realista, la llegada a Sanlúcar de Barrameda, el 6 de Septiembre de 1522, de los 18 supervivientes de la primera vuelta al mundo, encabezados por Juan Sebastián Elcano,  es probable que aparezca Antonio Pigafetta. No lo sé. Fue uno de los 18, eso seguro. Los pocos que sobrevivieron de los 240 que partieron el 10 de Agosto de 1519 de Sevilla, al mando de Fernando de Magallanes, fallecido en medio de la travesía en batalla con los indígenas de las luego conocidas como Islas Filipinas. Este año se cumplen 500 años de aquella partida, y seguro que oiremos hablar mucho de esta aventura.

Gracias a Pigafetta, veneciano de familia noble que vino a España acompañando al nuncio de su Santidad, tenemos el relato de ese fantástico viaje. Su "Relazione del primo viaggio intorno al mondo" constituyó el diario de aquellos tres increíbles años de navegación. Para el tema de este post, me interesa su relato del 6 de Marzo de 1521.


Siempre me ha parecido fascinante el encuentro ("descubrimiento mutuo" podríamos conceder) que se produjo, en 1492, en las playas de la isla de Guanahaní entre dos ramas de la especie humana ("Homo Sapiens Sapiens") que se habían separado en las estepas de la Eurasia central hacía 30.000 años. Unos, por así decirlo, tiraron hacia el este y al sur, poblando el resto de Asia y, a través del Estrecho de Bering, todo el continente americano, de Alaska a la Tierra de Fuego. Otros, tiraron hacia el oeste y poblaron hasta el último rincón de Europa. Pues bien, un encuentro similar se produjo unos 30 años después, en 1521, en las costas de la isla de Guaján. Entre los "chamorros" y una mezcla de españoles, portugueses y otros europeos, la expedición de Magallanes. 

Diario de Antonio Pigafetta
Según el relato de Pigafetta, los isleños tenían un concepto diferente de la propiedad privada, y, viendo en los barcos europeos cosas muy llamativas para ellos, las cogían sin más miramientos. Tanto que Magallanes llamó a esas islas las "Islas de Los Ladrones", y con ese nombre se quedaron otros 150 años. 

¿Quiénes eran estos isleños? Pues eran descendientes de los navegantes "austronesios" que, hacia el 2000 a.C.,  partiendo del Sudeste Asiático (actuales Malasia, Indonesia, Filipinas), fueron colonizando los distintos archipiélagos e islas de lo que hoy conocemos como Micronesia, Melanesia y Polinesia. Que se dice pronto, pero que las distancias no eran pequeñas. Mucho empeño y tesón tuvieron que poner (y arte de navegar). 

Antes de la llegada de los europeos, los habitantes de Guaján estaban divididos en tres "castas": los matao o chamoru (clase alta, que habitaba en las costas y, por tanto, tenía acceso a los mejores recursos); los achaot (clase media) y los mana´chang (clase baja, que habitaba en el interior de la isla). Por lógica, fueron los "chamoru" los primeros que tuvieron contacto con los europeos y, por deformación del nombre, se les dio a todos los indígenas el nombre de "chamorros". Como ocurrió en Centroamérica, el contacto entre nativos y colonos pagó un alto precio: de nuevo, enfermedades "europeas" para las que los indígenas no habían desarrollado defensas adecuadas, diezmaron muchas poblaciones.

Fue en 1668 cuando desembarcó por segunda vez en la isla el jesuita burgalés Diego Luis de San Vitores, quien estableció ese año la primera misión católica. Además, propuso para todo el archipiélago el nombre de Islas Marianas (en honor de Mariana de Austria, reina regente, viuda de Felipe IV y madre de Carlos II).

El auge económico de la isla ya se venía venir, desde que, en 1565, a raíz de la expedición de Andrés de Urdaneta y Miguel López de Legazpi, la isla de Guaján constituyó la parada clave en lo que se conoció como "el galeón de Manila" en su viaje de ida desde Acapulco (México) a Manila (Islas Filipinas). Para el viaje de vuelta, el "tornaviaje", las naves subían primero hacia el norte (paralelo 40 más o menos) para aprovechar la corriente de Kuro Sivo que les llevaba, no sin contratiempos, hasta las costas del norte de California. Por lo que pasaban muy al norte de Guaján. Esta ruta se mantuvo en vigor hasta 1815, 250 años, cuando la guerra de la Independencia de México interrumpió el servicio. 


(Paréntesis: En el mapa de arriba, lo que aparece como HI, en el centro, cerca de la línea de ida de la ruta, es el archipiélago de Hawai. A pesar del esfuerzo de numerosos investigadores, todavía no se han encontrado evidencias, literarias o arqueológicas, de que alguna de las naos que hicieron esta ruta, a lo largo, repito, de 250 años, se desviara y tocara las costas hawaianas. Resulta bastante improbable que no fuera así, pero la duda ahí sigue. La historia "oficial" le sigue atribuyendo el descubrimiento al inglés James Cook en 1778, cuando los galeones españoles llevaban más de 200 años pasando por allí cerca...).

Números en chamorro
Pero la cultura española arraigó mucho en las Islas Marianas. Hasta el punto de que el idioma chamorro incorporó gran cantidad de palabras del castellano. En el sistema de numeración (cuadro adjunto) la influencia española es evidente: deliciosos esos "Trese y Katotse". También se nota en sus prácticas religiosas y en sus fiestas.

Así hasta junio de 1898. Cuando, en el contexto de la guerra hispano-estadounidense, Henry Glass, al mando del USS Charleston, tomó la isla, expulsó al último gobernador español, Juan Marina, y cambió el nombre a Guam. Y así ha continuado, salvo los tres años que, en plena II Guerra Mundial, estuvo ocupada por los japoneses. Hoy, su situación administrativa es como "territorio no incorporado" de los EE.UU. Su gobernador es Eduardo (Eddie) Baza Calvo (1961).

Una manifestación curiosa de la isla, anterior a la presencia europea, son las piedras "Latte", hechas de caliza, y que tienen una base y una cabeza. Pueden variar en altura desde los 60 cm. a los 3 metros. Son de los siglos XI al XVI y, al parecer, estaban destinadas para servir de "cimientos" para las casas de los caciques. Hay quien ve similitudes con los moai de la isla de Pascua.
Piedras Latte (fotografía obtenida en www.visitguam.com)

Y, por último,la procesión de San Antonio... ¡que biba! :-)

(fotografía obtenida en www.visitguam.com )


2 comentarios:

  1. Felicidades por el post Ángel.
    Como es un tema histórico casi que me obligas a intervenir. Tengo una precisión y una adición:
    1. El nombre de islas de los Ladrones se atribuye a la tripulación de la nao "Victoria" tras robarles la chalupa. Parece que Magallanes las llamó islas de las Velas Latinas (entonces los polinesios aún eran grandes navegantes).
    2. La historia de la conquista de Guam por los estadounidenses es mucho más cómica que la de Cuba, Puerto Rico o Filipinas. El comandante del USS Charleston hizo dos disparos de advertencia que sobrevolaron el fuerte español y cayeron al mar. Poco después observó a un militar en uniforme de gala subirse a un bote de remos que se acercó a él. Creyendo que había logrado la rendición, se quedó estupefacto cuando Juan Marina le saludó marcialmente y le dijo que sentía profundamente no haber podido responder a su "saludo" porque carecía de pólvora. Y es que la isla tampoco tenía telégrafo y el gobernador ignoraba que España estuviese en guerra. Henry Glass, profundamente apenado le dijo que lo sentía mucho pero que debía considerarse prisionero de guerra y que la isla pasaba a ser estadounidense.

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  2. Las piedras latte de cimiento de viviendas las debió introducir un marino asturiano que en su tierra natal se dedicaba a hacer horreos

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