viernes, 10 de noviembre de 2023

El falso culpable cuya condena duró cinco siglos

Es muy probable que, para los valencianos, sea una historia conocida, arraigada en su acervo cultural. Pero confieso que yo la desconocía totalmente y que llegué a ella de casualidad, buscando, no te lo vas a creer, información sobre el origen de la morcilla de Burgos (pero esa es otra historia).

El falso culpable que menciono en el título del post es el arroz. Sí, el sencillo y humilde cereal. En realidad, el "condenado" no fue el producto en sí, sino las condiciones en que se llevaba a cabo su cultivo. Y su "condena" empezó en 1342. Me explico.

Fueron los árabes los que, a partir del año 711, introdujeron el cultivo del arroz en la Península Ibérica. Y no en todas partes, porque su cultivo requería, y requiere, unas condiciones muy determinadas. Siempre el Levante, desde el delta del Ebro hasta Almería, fue, en esa época, la zona casi exclusiva de cultivo. La propia palabra arroz proviene del árabe "ar ruzz" y pasó a formar parte de casi todas las lenguas europeas: riz, rice, riso, reis, rijst, arròs, arroza, ... Y también el árabe nos dejó Albufera ("Al buhayra" = el lago).


Parece que durante los siglos de cultivo del arroz a cargo de los "colonizadores" no hubo mayores problemas (o no han llegado hasta nosotros): "Durante la época musulmana, los árabes desecaron terrenos pantanosos, introdujeron los alcaduces (caños por donde se conduce el agua) y el sistema de norias, variaron el sistema antiguo de barbecho por el cultivo intensivo, innovaron un sistema especial de riego con sus canales colectores y distribuidores, aprovecharon las aguas de los ríos por azudes, construyeron sifones, etc". (2- pág 693)

Pero, a raíz de la conquista cristiana de Valencia (1229-1245) por Jaime I, algo cambió: la maestría de los cultivadores, el método de cultivo, las formas de defensa ante los insectos y las plagas,... o un poco de todo. 

Pedro IV de Aragón
La cuestión es que, apenas un siglo después, empieza a percibirse una relación entre las zonas donde se cultiva el arroz y la proliferación de la enfermedad conocida como "fiebres tercianas" (lo que hoy llamamos paludismo o malaria - Ver posdata). Hasta el punto de que, el 31 de diciembre de 1342, Pedro IV de Aragón (y II de Valencia, llamado "el Ceremonioso") firma un privilegio donde se establece "la prohibición general del cultivo del arroz en la ciudad de Valencia y las villas del Reino que así lo quisieran". En su fundamento se cita el peligro que para la salud suponían las escorrentías de los arrozales, pues producen "varias infectiones et vapores corruptibles, neces et aegritudines" (diversas infecciones y vapores corruptibles, muertes y enfermedades).

Lo que esa norma y otras muchas que vinieron después establecían no era la prohibición total del cultivo (quizá alguna sí, pero en la práctica se demostraba que no era factible, pues el arroz era económicamente muy rentable para los propietarios), sino que éste se debía hacer alejado del perímetro de ciudades y villas; normalmente se hablaba de "más de una legua", lo que equivaldría a 4-5 km. 

Lo curioso es que, dados los conocimientos médicos de la época, se identificó al cultivo del arroz como causa, y no como "colaborador necesario". Este error se prolongará durante siglos.

En 1784 hubo una grave epidemia de paludismo que sacudió con fuerza a toda la región valenciana (y en años posteriores se fue extendiendo por el resto de España). Se realizó una encuesta muy detallada en todos los pueblos para averiguar alcance y posibles causas. En las respuestas, sigue apareciendo el "falso culpable". Por ejemplo, el municipio de Rafelbuñol lo expresa así: "porque se ha observado que las tercianas tuvieron su principio en los pueblos en que se hace arroz, como Puzol y el Puig, y de ahí se fueron extendiendo a Rafelbuñol, en el cual las calles que miran a los arroces son las que más han padecido..." (1- pág 332)

Evolución de la epidemia de "tercianas" 1783-1786

El médico de Moncada, municipio situado a 15 km al norte de la ciudad de Valencia, relaciona los focos costeros donde se cultiva el arroz con la epidemia: "aun en años en que la epidemia no es general, de los lugares que se cría, se extiende a los lugares que no se crían arroces, y tiene observado el médico que todos los años por el otoño cantidad de jornaleros, que atraídos del cebo del grueso jornal, han ido a los trabajos de los arroces, vuelven con las tercianas a sus casas, en donde o mueren o con la larga curación de un invierno de enfermedad, consumen la poca sustancia que tienen en sus casas y quedan del todo perdidos. Y no solo por este medio menoscaba los arroces la población de los lugares sanos, sin que acabándose las familias de las tierras en que se coge el arroz, los dueños buscan y atraen pobres labradores de los lugares sanos, y éstos por la novedad del terreno enfermizan más pronto que los nacidos en él..." (1- pág 333)

Según los datos recibidos en la encuesta, referidos a una población total de 130.180 personas, hubo 28.781 enfermos y 8.360 muertos, lo que representa una tasa de enfermedad de 221 por mil y una tasa de mortalidad de 64 por mil habitantes. Poca broma. (Como referencia: las estadísticas de fallecidos por Covid en España  hasta la fecha dan un total de unos 122.000, que sobre una población de 48,2 millones, daría una tasa de mortalidad del 2,5 por mil)

Todavía hubo que esperar un siglo más para descubrir al verdadero culpable. Hasta el año 1880. Copio de la Wikipedia:

"Los estudios científicos sobre la malaria hicieron su primer avance de importancia en 1880, cuando el médico militar francés Charles Louis Alphonse Laveran, quien trabajaba en Argelia, observó parásitos dentro de los glóbulos rojos de personas con malaria. Propuso por ello que la malaria la causaba un protozoario, la primera vez que se identificó a un protozoario como causante de una enfermedad. Por este y otros descubrimientos subsecuentes, se le concedió el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1907. Al protozoario en cuestión se le llamó "Plasmodium". 

Al año siguiente Carlos Finlay, un médico hispano-cubano que trataba pacientes con fiebre amarilla en La Habana, sugirió que eran los mosquitos quienes transmitían la enfermedad de un humano a otro. Posteriormente, fue el británico Sir Ronald Ross, durante sus trabajos en la India, quien finalmente demostró, en 1898, que la malaria era transmitida por los mosquitos".



O sea que siempre fueron los mosquitos, los que campaban a sus anchas en las aguas estancadas y zonas pantanosas que siempre acompañaban a los cultivos de arroz, los causantes de la enfermedad. En concreto, las hembras de diversas especies del género Anopheles (los machos no pican; solo se alimentan de néctares y jugos vegetales). 

Conocida la causa real, rápidamente se desarrollaron remedios específicos.

Aun así, en España, en 1943, todavía se diagnosticaron unos 400.000 casos, y hubo 1.307 muertos debidos a la malaria.

Fue en 1964 cuando la OMS declaró oficialmente extinguida la malaria en España. Eso sí, cada año se producen algunos casos de malaria (350 en 2004, por ejemplo), pero que corresponden a casos importados por inmigrantes o por personas que se han infectado al visitar países donde todavía la malaria es endémica.
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Posdata

"Fiebres tercianas" fue el nombre generalizado de esta enfermedad durante siglos. Provenía del patrón febril característico de estas infecciones, en las que los episodios de fiebre ocurren cada tercer día, o con un intervalo de 48 horas. Este patrón se debe al ciclo de vida del parásito dentro de los glóbulos rojos del huésped. Era la versión relativamente "benigna" de la enfermedad. Estaba causada, ahora lo sabemos, por el Plasmodium vivax.

"Fiebres cuartanas" era la versión "maligna", bastante más grave. Aquí la fiebre aparecía cada cuatro días. Estaba causada por el Plasmodium falciparum o el Plasmodium malariae.

"Paludismo" proviene del latín "palus, paludis": ciénaga, pantano, aludiendo al origen común de estas infecciones.

"Malaria" proviene del italiano medieval, "mala aria": aire malo, en la creencia de que se transmitía por los malos efluvios provenientes de la putrefacción de materia orgánica en las aguas estancadas.

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Hay dos trabajos en la red que tratan en detalle esta historia y en los que me he basado para este artículo:
1.- Peset, Mariano y José Luis .- "Cultivos de arroz y paludismo en la Valencia del siglo XVIII"- CSIC - 1972. Lo puedes leer aquí
2.- Bueno, Rubén y Jiménez, Ricardo .- "Crónicas de arroz, mosquitos y paludismo en España: el caso de la provincia de Valencia (s. XVIII-XX)" - Revista Hispania nº 236 - CSIC - 2010. Aquí

También es interesante leer los efectos de la epidemia de paludismo de finales del siglo XVIII en otros lugares de España donde no se cultivaba arroz, pero sí que había zonas pantanosas ocasionales que daban origen a la proliferación de anofeles (aunque los médicos seguían identificando a los efluvios y a "las miasmas" de esas charcas como causa de la enfermedad):

"Epidemia de tercianas en Tembleque: 1786 y 1802", artículo muy interesante de Pedro Casas en su blog "Todo Tembleque". Tembleque está a 60 km al sureste de Toledo. Lo puedes leer aquí. En el cuadro estadístico que lo acompaña, se puede ver que, en el Partido de Alcázar, sobre una población de 46.609 habitantes hubo, sólo en el año 1786, 17.196 enfermos de paludismo (casi un 40% de la población) y 1.596 muertos (34 por mil).

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Coda: Una investigación relativamente reciente (jun 2007), liderada por el experto epidemiólogo Julián de Zulueta, confirmó que la muerte del Emperador Carlos V en su retiro de Yuste no fue debida a su enfermedad crónica de gota, como se había creído durante siglos, sino a la malaria. El análisis se hizo en la última falange del dedo meñique del Emperador, que, por avatares de la Historia, se conserva en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial separada del resto del cadáver momificado que se encuentra en el Panteón de Reyes. Lo puedes leer aquí.
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2 comentarios:

  1. En el pueblo donde veraneo tenemos un bonito castillo, todavía propiedad particular de los marqueses de Tamarit. Tamarit es un pueblo medieval junto al mar, amurallado y abandonado, que ahora se usa para bodas y convenciones. Adivinad porqué fue abandonado. Una súbita epidemia de paludismo, donde nunca hubo. Hoy sabemos que una pertinaz sequía hizo que el río Gayá dejase de fluir al mar, se estancara y permitiera a los mosquitos anofeles convertirlo en su “resort”.
    Por esas casualidades de la Historia, quien hizo levantar las murallas de Tamarit, una de las pocas al borde del mar, fue el rey que aparece retratado en el post, Pedro IV de Aragón (II de Valencia, como muy bien nos dice Ángel y, añado, III de Barcelona y I de Mallorca). El retrato es un buen ejemplo de cómo antes los artistas no pretendían ser realistas (ahora tampoco, pero usan Photoshop), sino idealistas y si además eran simbólicos, demostraban su maestría. Lo de idealista es porque este rey, contra lo que vemos en el cuadro, era bajito, contrahecho y feo, consecuencia de haber nacido sietemesino en una época en la cual todos morían. Hay una anécdota al respecto, que dejo para otra ocasión porque me está saliendo un comentario muy largo. El simbolismo está en el puñal. Recuerda al espectador su apodo en catalán, “el del Punyalet”. Apodo que le viene de que, tras derrotar a los unionistas de Aragón en la batalla de Épila, tomó su “Privilegio”, que le habían obligado a firmar, y ante las Cortes convocadas al efecto en octubre de 1348 lo hizo ceremoniosamente trizas con su puñal. Y es que la venganza hay que servirla fría, pero, poco después, el 9 de diciembre del mismo año, derrotó a los unionistas de Valencia en la batalla de Mislata y se nota que ya no estaba de tan buen humor, tal vez por las cercanas fiestas navideñas, que crispan bastante, porque hizo fundir la campana que usaban para convocar sus asambleas y a cada uno le dio a beber una buena cucharada de bronce fundido.

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  2. Interesantísimo el post y el comentario q lo complementa!!!

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