viernes, 17 de noviembre de 2023

Diamantes a cascoporro... gracias a la tecnología

Todos tenemos en la retina el comienzo de la película "Desayuno con Diamantes" (1961), dirigida por Blake Edwards. Cómo llega en taxi la pizpireta Holly Golightly (Audrey Hepburn), se supone que tras una noche de fiesta por su atuendo, y se come un croissant mojado en café con leche mientras contempla el escaparate de la joyería Tiffany´s en el 727 de la Quinta Avenida y suena la canción "Moon River". 

El título original de la película, "Breakfast at Tiffany´s" no menciona de forma explícita a los diamantes, quizá porque luego no tienen mayor protagonismo en el guión de la historia. Lo que sí que transmite la escena es cómo un diamante, en particular un anillo de compromiso con un diamante, era el deseo aspiracional de las mujeres en la América de los años 50-60. 


Es un clásico en las asignaturas de Marketing citar la campaña publicitaria de De Beers (los mayores comercializadores de diamantes del mundo) de los años 40-50 como un "caso de éxito". Las ventas de diamantes en EE.UU. habían bajado notablemente en los años de la Gran Depresión, la 2ª Guerra Mundial, etc... La gente tenía otras prioridades y los diamantes sólo los compraban los muy ricos (o los muy extravagantes). Bajo el lema de "A diamond is forever" ("Un diamante es para siempre") consiguieron transmitir la idea de que sí, comprar un diamante era un gran esfuerzo económico, pero merecía la pena. Reproduzco uno de los primeros anuncios de esa campaña:


Además de unos precios indicativos por tamaño (p.ej. el de 1 quilate (200 mg) entre $600 y $1.225), incluía un texto un tanto empalagoso: 

"El amor tiene un lenguaje propio, dulce y lleno de significados secretos para el corazón de cada amante. Habla en las montañas y en el sol, en los capullos y en las maravillosas luces de un diamante de compromiso. Y aunque algún día su voz pueda desvanecerse de las montañas, el sol y los capullos, permanece claro como un clarín en los alegres destellos del diamante, repitiendo los sueños de los amantes a lo largo de su vida matrimonial y más allá".

Una versión española del anuncio
Parece que dio resultado: De Beers facturó $23 millones  en 1939 y $2.100 millones en 1979. En los años 80, un 70% de las novias americanas llevaban un anillo de diamantes. Y, en promedio, los novios (o quien comprara el anillo) se habían gastado $5.200 en uno de 1 quilate.

Lujo, exclusividad, V.I.P., "high class", monopolio... eran conceptos que siempre habían acompañado al mundo de los diamantes. Más recientemente empezaron a surgir voces en contra de los costes humanos de su obtención (el concepto de "diamantes de sangre") y, también, de los costes ecológicos (para extraer un quilate, 200 gramos, de diamante hay que remover 250 Tm de tierra y enviar a la atmósfera 143 libras de CO2).

Pero, en 2013, un grupo de técnicos e inversores americanos, liderado por Martin Roscheisen, tomó una decisión que iba a cambiar las reglas del juego. Por su experiencia en la fabricación de paneles solares y en chips de silicio para semiconductores, pensaron que quizá era posible reproducir en un laboratorio las condiciones de presión y temperatura extremas que son las que originan los diamantes naturales en el interior de la tierra (y que luego las erupciones volcánicas van acercando a la superficie). 

Tardaron 2 años en conseguir el primer diamante artificial (se ha generalizado la terminología de "lab grown diamond" = diamantes cultivados en laboratorio). Era bastante "impuro", incluso de color marrón, pero, en 2016 ya estaban en condiciones de "fabricar" diamantes de buena calidad, a razón de 1.000 quilates/mes.

La compañía que fundaron se llama Diamond Foundry (www.df.com). Su lema es "The diamond shaping the future". En su página web puedes ver cómo es el proceso. En síntesis, a partir de una astilla de diamante natural ("diamante semilla"), expuesta a altísimas temperaturas en un reactor de plasma, se van formando capas de átomos de carbono cristalizado. Hay 2 técnicas principales, la CVT: Chemical Vapor Deposition y la HPHT: High Pressure High Temperature; los detalles se me escapan. En 2 semanas, el proceso de "cultivo" genera 9 quilates de diamante.

Comparación de 3 tipos de diamantes "en bruto": 
CVT: Chemical Vapor Deposition
HPHT: High Pressure High Temperature
Diamante natural
Es interesante visitar la página web de Queensmith, joyero británico que apuesta decididamente por esta innovación disruptiva (www.queensmith.com.uk). Deja muy claro que, salvo con instrumentos muy especializados, es imposible distinguir un diamante natural de uno "cultivado". Que sus propiedades (color, brillo, dureza, conductibilidad,...) son idénticas. Y que el coste de un diamante cultivado es un 60-85% inferior al de uno natural (si luego, en la tienda de la 5ª Avenida, de Serrano o en Amazon no hay tanta diferencia es porque los intermediarios también sacan partido)


Oblea de diamante cultivado
El mercado objetivo a medio plazo de Diamond Foundry no es la joyería, sino el de semiconductores. Su tecnología permite obtener diamantes en oblea, de dimensiones nanométricas, que son las que se necesitan para las siguientes generaciones de semiconductores que permitan soportar las tecnologías 5G, 6G,... Ahí parece que el mercado potencial es inmenso.

En marzo de este año, Martin Roscheisen, acompañado de las autoridades nacionales y locales, puso en Trujillo (Cáceres) la primera piedra de la 2ª fábrica de Diamond Foundry en el mundo (la primera está en Wenatchee, en el Estado de Washington). 

El proyecto contempla la fabricación de 100.000 obleas de diamante cristalino al año mediante la técnica de deposición química de vapor. Obleas que se emplearán en la fabricación de semiconductores para la industria del vehículo eléctrico, junto a nuevas aplicaciones para las redes de comunicación 5G y 6G, industrias de computación o el desarrollo de inteligencia artificial. Se espera que la 1ª fase (168 reactores) esté plenamente operativa a finales de 2024.




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Posdata: Si empezábamos el post con Audrey Hepburn hay que terminarlo con Sean Connery, y la película "Diamantes para la eternidad" ("Diamons are Forever"), de 1971. En esta película, Bond se hace pasar por un traficante de diamantes para infiltrarse en una red de contrabando y pronto descubre un complot de su antiguo némesis Ernst Stavro Blofeld para utilizar los diamantes para construir un láser gigante. Bond tendrá que luchar contra su némesis por última vez, con el fin de detener el contrabando y evitar el plan de Blofeld de destruir Washington D. C. y extorsionar al mundo con supremacía nuclear.






1 comentario:

  1. Copio de la Wikipedia (para todos los que no somos de las comunidades citadas):
    A cascoporro:
    En exceso, con abundancia innecesaria
    Ámbito: España (Castilla La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Andalucía)

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