viernes, 23 de junio de 2017

Cuando el talento se podía pesar

Portada del artículo de McKinsey - 1998
Para los que me conocéis desde hace más tiempo, seguro que me habéis oído defender la tesis de que la palabra "talento" aplicada al mundo empresarial sólo se empieza a escuchar a finales de los 90 del siglo pasado. Y fue a raíz de la publicación, en 1998, del artículo "The War for Talent" en el McKinsey Quarterly. Antes de esa fecha, la palabra "talento", en España, sólo se aplicaba en dos ámbitos:
- el religioso, a partir de la parábola de los talentos, recogida en el Evangelio de San Mateo.
- el artístico o el relacionado con actividades "raras", cuando se decía que alguien tenía un gran talento musical, pictórico, deportivo, para las matemáticas o para jugar al ajedrez.
En el ámbito empresarial se hablaba de "capacidades", "aptitudes", "destrezas", "competencias", y los más cursis decían (decíamos) "skills".

Pero ahora que el "talento" lo inunda todo (poco han tardado en aparecer el CTO - "Chief Talent Officer" o los Departamentos de Gestión del Talento), vale la pena remontarse un poco a sus orígenes. Y para eso rescatamos la parábola de los talentos (Mt. 25, 14-30):

"... un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó".


Parábola de los talentos
Que ya queda claro que en la época evangélica, el talento era, como dice la acepción 4ª del Diccionario de la RAE: "Moneda de cuenta de los griegos y de los romanos". Que no es fácil encontrar su equivalente en nuestras medidas decimales: el consenso está en que eran 21.680 gramos de plata (aunque el rango varía hasta los ¡34 Kgs.!). Alguien ha hecho los cálculos, y, en términos de poder adquisitivo, un talento sería el equivalente a 16 años de trabajo de un jornalero (¿160.000€ aprox.?). O sea que, incluso el que recibió 1 solo talento no podía quejarse.

En el año 201 a.C., y por haber perdido la segunda guerra púnica, Cartago se vió obligada a pagar a Roma la astronómica cifra de 10.000 talentos de plata, o sea unas 217 Toneladas. La equivalencia con las monedas romanas que más nos suenan eran: 1 talento = 6.000 denarios = 24.000 sestercios. 

Pero lo curioso es que yendo más atrás, en su origen el talento no fue una moneda, ni una medida de peso, sino casi de capacidad. Porque en Babilonia, que es donde apareció por primera vez, el talento era "el peso aproximado del agua necesaria para llenar una ánfora". Lo que implicaba, necesariamente, una estandarización del tamaño de las ánforas.

Monedas romanas
¿Y cómo del talento "medida de capacidad" ó  "moneda"  se llega al talento "destreza"? Pues es lógico pensar que fue por la explicación que los sacerdotes de la iglesia le daban a la parábola: "no es bueno guardarse los talentos para uno; hay que ponerlos al servicio de los demás". Y de los "dones materiales" se extrapoló a los "dones espirituales" y de ahí a la inteligencia y aptitudes en general. Digo yo.

Porque la bronca que le cae al siervo que esconde su único talento y lo entrega intacto de vuelta al amo es de campeonato:
"...Siervo malo y haragán, ¿conque sabías que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío con los intereses... y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes." (curiosa y atípica defensa de los banqueros, casi siempre vilipendiados por usureros en los textos bíblicos).

Por cierto, que en la expresión coloquial muchas veces se usa "la vuelta del hijo pródigo" (que procede de otra famosa parábola) para indicar al que vuelve al hogar familiar después de haber estado fuera durante un tiempo. En realidad, lo que determina ser "pródigo" es despilfarrar o gastar sin cuidado los bienes. O sea, que se es pródigo no por irse, sino por ser un derrochador; se puede ser pródigo sin moverse de casa.

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Posdata: Los concursos de "Talento" que ahora tanto se prodigan en las televisiones, se centran en esa primera connotación de talento musical, artístico, "hacer cosas raras", etc... ¿Para cuándo un concurso que valore la capacidad de saber hacer de manera extraordinaria actividades tan importantes hoy día como diseñar un nuevo producto/servicio, planificar y ejecutar un proyecto en calidad, tiempo y coste, motivar a un equipo diverso y deslocalizado en torno a una visión de futuro ó, simplemente, argumentar en un debate sosegado, defendiendo una idea sin descalificaciones ni aspavientos? Claro que, a lo mejor, no tenía mucha audiencia...

4 comentarios:

  1. Angel, hoy te he visto muy “bíblico”.

    “Pródigo” también significa: que da con generosidad lo que tiene o lo pone al servicio de los demás. Acepción que se podría aplicar a quien comparte cada viernes su talento con los demás

    Respecto a la reflexión final me da que echas de menos el magnifico programa de José Luis Balbín, “La Clave” (…argumentar en un debate sosegado…), claro que de eso hace casi 40 años.

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  2. Creo que cuando los chicos de McKinsey les dio por empezar a usar lo del talento, lo que paso es que hicieron un miX entre ambas acepciones.
    Talentos de "Pasta, dinero, Money" y de saber hacer cosas mas o menos raras
    O pensáis que los famosos CTO solo le mueve el amor al arte, de eso nada, les mueve el amor al arte de hacer dinero.
    Lo cual personalmente acepto y comparto
    "Sin Din no hay Don" " Poderoso Caballero..."
    Por otro lado no olvidar que todos los que van a los concursos de talento, sea cual sea la disciplina desde música, a danza, literatura o cualquier otra cosa mas o menos rara, buscan pasta.
    Y como ejemplo esa Gloria de las Artes Universales, Premio nobel de Literatura, Mr Bob Dylan, gran ejemplo de talento que envía discurso plagiado para recoger el premio
    Que paciencia hay que tener.

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  3. No creo que el afán de hacer dinero, con ser una pulsión poderosa, sea el único motivador de los que se entregan a utilizar sus talentos. Conformarse con dinero me parece una rendición, si bien en condiciones muy benignas.

    A propósito de los premios Nobel de Literatura, cuando se lo dieron a Bob Dylan, recordé que desde hacía muchos años me parecía que se lo tenían que haber dado a Hergé y aún creo que debían de hacerlo a título póstumo.

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  4. Va por delante que a mí me gusta más hablar de capacidad, habilidad y competencia que de talento. Pero reconozco que he tenido la suerte de conocer a gente muy talentosa. Talento intelectual, que observo en Ángel y en todos los que comentáis sus post, y que tengo a raudales en mi entorno familiar, en casa; talento artístico, que también fluye tímidamente por mi casa; talento físico... Y ahora viene mi pregunta ¿el talento nace o se hace? Opino que el talento nace, pero que puede estar dormido. Tenemos talentos potenciales, no desarrollados, y que a lo largo de la vida podemos descubrir. A veces nos sorprendemos a nosotros mismos: "caramba, qué fácil, qué bien se me da hace esto cuando a otros les cuesta un montón". Hay quien lo llama "ser hábil" y sí, porque el talento conlleva un conjunto de habilidades naturales. Además, también creo que el talento "de fábrica" aumenta con el uso, es decir, una persona talentosa en algo concreto, dedica más tiempo a ese algo, se recrea, porque le gusta, porque le resulta atractivo, porque llega a sus objetivos, y entrena ese talento con efecto aumentado. Alguien me dirá que hablo de capacidades... bueno, sí, de una parte, porque desde mi punto de vista el talento es una parte de la capacidad que sirve específicamente para interiorizar un concepto o una disciplina. Y luego ya están esos talentos extraordinarios, que llaman la atención. Algunos Asperger pueden dejarte boquiabierta, con su talento musical (oído absoluto) o su talento lógico-matemático. Sin embargo esas raras "monedas" no están muy bien cotizadas.

    Gracias por tu generosidad a la hora de compartir tu talento, Ángel y gracias a los que con vuestros comentarios lo amplificáis o complementáis. Feliz fin de semana.

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