(Dada la buena acogida que tuvo la idea de acompañar la lectura del post con una música adecuada, os propongo esta semana el tema "It never rains in Southern California, de Albert Hammond, compuesta en 1972. Este es el enlace).
Ya he contado que, a veces, el post te viene casi escrito. Pero suele ser a través de una cadena de elementos de información que sabes donde empieza pero no siempre a dónde te lleva. En este caso, el punto de partida fue un "twit", un día de estas pasadas fiestas navideñas. No recuerdo quién lo escribía, sí que estaba en inglés, ni quién lo retuiteó (qué bonitos neologismos empleamos), que tuvo que ser alguno de los que sigo. El caso es que el planteamiento era que había que agradecer a la megafauna del Pleistoceno la dispersión del aguacate por el continente americano. (Que alguno pensará: a qué gente más rara sigue Ángel que presta atención a estas cosas, pero es lo que hay...).
Ya he contado que, a veces, el post te viene casi escrito. Pero suele ser a través de una cadena de elementos de información que sabes donde empieza pero no siempre a dónde te lleva. En este caso, el punto de partida fue un "twit", un día de estas pasadas fiestas navideñas. No recuerdo quién lo escribía, sí que estaba en inglés, ni quién lo retuiteó (qué bonitos neologismos empleamos), que tuvo que ser alguno de los que sigo. El caso es que el planteamiento era que había que agradecer a la megafauna del Pleistoceno la dispersión del aguacate por el continente americano. (Que alguno pensará: a qué gente más rara sigue Ángel que presta atención a estas cosas, pero es lo que hay...).
Y llamó mi atención. Por explicarlo de forma sencilla: incluso en sus variedades primitivas (las que florecían de forma silvestre hace algunos millones de años), una característica de lo que luego se llamaría aguacate es que su fruto tenía una "pepita" de un tamaño considerable. Y que, para "trasladarse" de un sitio a otro necesitaba un "transportista". Y si el "transporte" se realizaba pasando por un tracto digestivo, éste tenía que tener en toda su extensión una sección que permitiera que el "hueso" pasase sin dificultades, no fuera a ser que se atascara y causara una obstrucción esofágica o intestinal. Y dado que, en esa época, los primates todavía contábamos para poco, tuvieron que ser los grandes mamíferos, tipo mamut, los que, después de degustar un buen aguacate, se supone que completo, sin pelar ni nada, depositaran la semilla intacta junto con el resto de sus residuos orgánicos, a centenares de metros, seguramente a kilómetros de la planta original. Y, poco a poco, se fue extendiendo por todo el continente americano.