viernes, 5 de junio de 2020

Licores "conventuales"... o no tanto

En el post de hace unas semanas sobre los monjes cartujos, al hablar del famoso licor "Chartreuse", anotaba que tal vez merecía la pena "visitar" algunos otros licores asociados con la vida monástica, los saberes ancestrales de los monjes para recolectar hierbas y extraer sus propiedades, bien medicinales, bien energizantes o simplemente agradables al gusto de los mortales. Pues dicho y hecho.

Pero mi sorpresa ha sido que, al entrar en el conocimiento del origen y desarrollo de algunas de las más conocidas, he descubierto que lo de los monjes o el convento, sí, pero de refilón. Vamos, que se han tratado más bien de elaboradas estrategias de marketing "avant la lettre" (pues en algún caso se remontan al último cuarto del siglo XIX).  Analizamos 4 de ellas, las que me han parecido más significativas, a la par que curiosas.

D.O.M. Bénédictine - El licor "monástico" por excelencia. Lacrado y "certificado" con ese D.O.M (Deo Óptimo Máximo : "Para Dios, el mejor y más grande") con el que parece que los benedictinos empezaban sus documentos.

Pues todo fue invención de un comerciante de vinos y licores francés, llamado Alexandre-Prosper-Hubert Le Grand (1830-1898), quien, en 1863, se sacó este licor de la manga. Fue en Fécamp (Francia) donde sí es verdad que existe una abadía benedictina desde siglos atrás. Para darle más verosimilitud al "invento" hizo creer que había encontrado el grimorio de un tal Dom Bernardo Vincelli, monje del que no existe ninguna prueba documental de su existencia, donde se explicaba la fórmula magistral del licor divino. Con los beneficios del negocio construyó en la misma localidad el Palacio Bénédictine, en el que reputados artistas ilustraron en paredes y vidrieras la "historia", muy adornada, del licor.

(Paréntesis:  yo también he tenido que buscar la palabra grimorio en el diccionario. Allí la definición es bastante escueta: "Libro de fórmulas mágicas usado por los antiguos hechiceros". Pero si vas a la Wikipedia, la definición es mucho más esotérica: "Libro de conocimiento mágico europeo, generalmente datado desde mediados de la Baja Edad Media (siglo XIII) hasta el siglo XVIII. Tales libros contienen correspondencias astrológicas, listas de ángeles y demonios, instrucciones para celebrar aquelarres, lanzar encantamientos y hechizos, mezclar medicamentos, invocar entidades sobrenaturales y fabricar talismanes")

En la actualidad, el licor Bénédictine pertenece al catálogo del grupo Bacardí-Martini.


Tumba de Dom Pierre Pérignon en
la Abadía de San Pedro en Hautvillers
Dom Pérignon - Pues ya que estamos con el DOM, vamos a por el segundo, aunque no es propiamente un licor sino, como todo el mundo sabe, "el champagne más deseado (y más caro) del mundo".

Pierre Pérignon (1638-1715), monje benedictino, llegó con 30 años, en 1668, a la abadía de San Pedro en Hautvillers (distrito de Épernay, en la región de Champaña - de etimología similar a la española "campiña", y de donde los vinos toman el nombre, y no al revés). Aunque la leyenda le atribuye el mérito del descubrimiento del "methode champenoise", por el cual se controla la segunda fermentación en botella característica de este vino, lo cierto es que, al parecer, sólo era el encargado de los aprovisionamientos de la abadía. Eso sí, entre ellos estaba la selección y mezcla de las distintas viñas que aportaban sus uvas para la elaboración de los vinos. O sea que maestro del "coupage" sí; pero poco más.

Y por su maestría, como a muchos monjes benedictinos, se le añadió en su madurez el título de Dom, pasando a ser Dom Pierre Pérignon. En la lápida que cubre su tumba en la abadía de San Pedro, se puede leer: "D.O.M. - Hic Jacet Dom Petrus Pérignon, huis mnrii per annos quadraginta septem cellerarius...", o sea "D.O.M. Aquí yace Dom Pierre Pérignon, bodeguero de este monasterio durante cuarenta y siete años...".

Etiqueta de "Dom Pérignon" - Vintage 1921
El caso es que, ya en el siglo XX, la empresa de bebidas Moët-Chandon decidió sacar al mercado un champagne de especial calidad, que no se elaboraría todos los años, sino sólo los "vintage" que se consideraran óptimos para obtener el mejor producto. Y, para darle nombre, contrató los servicios de la agencia inglesa de publicidad Simon Brothers. Allí, el "key account" era Lawrence Venn, quien propuso el nombre de "Dom Pérignon" como marca, y una cuidada campaña de lo que hoy llamaríamos "marketing directo", transmitiendo la imagen de exclusividad del champagne a un grupo muy seleccionado de clientes en Londres. El resto de la historia ya la conocemos (o nos la imaginamos: en 2008 una botella del Rosé de 1959 alcanzó en subasta un precio de $40.000).

El primer "vintage" fue el de 1921, pero no se comercializó hasta 1936. Sólo ha habido 43 añadas desde 1921. Desde 1987, Moët-Chandon forma parte del grupo de lujo LMVH (Louis Vuitton - Moët - Hennessy).

Botella primeros años,
todavía sin cordón franciscano
Frangelico - Prueba de que "el hábito no hace al monje". Porque, aunque la botella de este licor de avellana de origen italiano, más concretamente de la ciudad de Canale, en la región del Piamonte, tenga la forma de un monje franciscano, incluso con su cordón al cinto en las versiones más modernas, su relación monástica es más bien escasa.

Cierto es que la familia Barbero, que lo creó en 1978, decía recoger una larga tradición de 300 años, basándose en un pretendido "Fray Angélico", eremita en las montañas del Piamonte, que consiguió dar con las claves de este brebaje, con las avellanas como producto base.

Para su elaboración, las avellanas se desmenuzan y se combinan con cacao, bayas de vainilla y otros sabores naturales, y luego se destilan con el alcohol base. Una vez que el alcohol ha absorbido el sabor de los ingredientes, el licor se filtra, se endulza y se embotella.

En la propaganda del producto se resalta, como era lógico, las especiales características de las avellanas "Tonda gentile", propias de la región: "son conocidas por ser más grandes, más gordas y más uniformes, con una piel que se desprende fácilmente, lo que permite tostar sin sabor amargo. Su dulce sabor es la razón por la que son tan buscadas por la confitería internacional, y para su uso en las cremas de chocolate "gianduia".

Al principio tenía 28º; ahora 20º. Desde 2010 la marca pertenece al grupo Campari.

Etiqueta original
Calisay - Y llegamos a España. Más concretamente a la localidad costera de Malgrat de Mar, última población barcelonesa del Maresme.

Allí, en 1895, la Destilería Modelo, propiedad de Rimbau, Canony y Cía (el tercer socio era un Martí), patenta un licor con el nombre de Calisay. No les va bien la cosa, y dos años después, en 1897, venden  "todos los artefactos, maquinaria, existencia de licores, botellas, tanto llenas como vacías, documentación, etiquetas, herramientas, envases y todos los demás objetos que pertenecían a la Sociedad Rimbau y Martí", todo ello por 3.100 pesetas, a Magí Mollfulleda i Jas (1853-1913), que acababa de regresar de Puerto Rico con muchas ganas de emprender nuevos negocios.

Magí traslada la línea de fabricación a Arenys de Mar, distante unos pocos km, donde permanecerá la fabricación del Calisay, unida a la familia Mollfulleda, hasta los años 80 del siglo pasado, en que lo compra el Grupo Rumasa. La fábrica de Arenys cerró, y, en la actualidad, lo fabrica en Jerez de la Frontera, dicen que siguiendo la fórmula original, el Grupo Garvey.

Botella del Calisay fabricado por Rimbau, Canony y Cía.
¿Y dónde están los monjes? Pues el caso se parece bastante al del Bénédictine. Sin ninguna constatación documental, se va construyendo el "relato" de que la fórmula magistral del Calisay procede de un monasterio benedictino de... ¡¡Bohemia!!. Incluso aparece la fecha de 1854 como punto de partida de esta "transferencia de tecnología", sin más datos. Quizá para adornar al licor de ese aura monacal que tal vez redima del pecado a los que caen en la tentación de su consumo.

Lo que sí es cierto es que el nombre procede de una de las hierbas que contiene: la quina calisaya (nombre científico "Cinchona calisaya"). Cinchona, ya hemos hablado de ello en algún otro post, fue el nombre que le puso Linneo a una familia de plantas con propiedades medicinales, en honor a Francisca Enríquez, Condesa de Chinchón (cinchona en italiano se pronuncia "chinchona") porque existía la leyenda de que se había servido de sus propiedades para curarse del paludismo en el Perú, donde su marido era el Virrey (aquí dejo a mi amigo Jordi G. que se explaye).

Un hecho curioso de los primeros años del Calisay es que el Martí que formaba parte de la sociedad original parece que no estuvo muy de acuerdo con los términos de la venta a los Mollfulleda, y lanzó un licor "paralelo", con el nombre de "Calisaya". Hubo algunos años de pleitos y porfías, hasta que la justicia le dio la razón al nuevo propietario, y ordenó la paralización de la fabricación del licor de Martí. He encontrado estas dos curiosidades: el aviso que se publicó en el periódico para alertar del "condenable delito", ofreciendo un premio en metálico a quien lo denuncie, y la botella del licor "Calisaya", verdadero precursor de la ginebra "Lirios", el vermú "Maritrini" o el ron "Bacarlí".
___________________________________________________

En fin, queda claro que "no todo lo que se destila sale del convento". Pero me he quedado con ganas de hablar de auténticos licores conventuales, españoles y foráneos, que son verdaderas curiosidades. Para un próximo post.

6 comentarios:

  1. Un post muy interesante y bien trabajado, Ángel. Felicidades.
    Gracias por tu oferta sobre la condesa de Chinchón, pero creo que ya has dado toda la información que puede interesar a los lectores.
    Sobre el invento del champán sí que habría mucho que decir, ya que fuese o no Dom Pérignon el inventor de la segunda fermentación en botella, alguien lo inventó y alguien inventó para lograrla el tapón de corcho, que fue básico en lograr un cierre casi hermético, lo que permitió convertir a la Alquimia en la Química y como químico me siento muy agradecido. Seguro que daría para uno de tus posts.
    Y si quieres que me explaye lo haré con tu rotunda afirmación de que Malgrat de Mar es "la última población barcelonesa del Maresme". ¿Por qué no es la primera?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Jordi. Siempre hay "room to improve". Me comenta mi amigo Ramón F., amante del idioma italiano, que la pronunciación de "cinchona" en italiano sería "chincona". Que para que sonara como la condesa debería ser "cincciona". Habrá que preguntarle a Linneo (que siendo sueco, a saber lo que quiso poner).

      En cuanto a lo del Maresme, supongo que será "Barcelocentrismo": pensar que empieza en su parte más cercana a la ciudad y termina en el límite con Gerona. En todo caso, yo no he estado nunca en Malgrat de Mar; es lo que pone la Wikipedia

      Eliminar
    2. Si Ángel, sería interesante saber lo que le contaron a Linneo en Europa, ya que él no estuvo en América, y también lo que él entendió, porque en sus escritos llamó así a la planta en 1742, pero es que Doña Francisca Enríquez de Rivera (desconozco su grado de parentesco con Albert), condesa consorte de Chinchón, supuestamente (no he encontrado ningún dato que lo confirme) se había curado gracias a ella en 1638 (¡más de un siglo antes!) y este remedio, usado ya por los incas, había sido introducido en Europa incluso antes, en 1632, siendo su introductor, según parece, el jesuita Bernabé Cobo, para tratar lo que entonces se llamaban “fiebres terciarias” (muy frecuentes en lugares como el Lacio y la Campania, lo que provocará otro invento, la mozzarella, pero eso es para otro post). El nombre de la planta era quina y de ahí quinina, su principio activo, de modo que lo de cinchona como nombre científico parece más un “divertimento” de Linneo o los efectos de un exceso de aguardiente sueco. Por cierto, que la quinina es el ingrediente activo de la tónica y por tanto del Gin Tonic, tema de otro de tus geniales posts.
      Respecto a Malgrat, es otro ejemplo de que la Wikipedia es mejorable. Si uno escribe desde Barcelona tiene sentido, pero si está en la Costa Brava es absurdo. A nivel personal te apoyo totalmente, pues al terminar la carrera de Químicas envié más de 50 curricula y sólo quedé finalista en una industria de Malgrat que exigía residencia en la localidad y disponibilidad 24x7. Contesté que OK después de ver en un mapa que era, efectivamente, el “último” pueblo del Maresme y de la provincia (los jóvenes catalanes dirían hoy que “está en Cuenca”, pero deduzco que esa expresión no se usa en Madrid). Por suerte no me dieron el trabajo y poco después, en un acto de desesperación irracional, acepté uno mal pagado en la MICD de AA&Co. Yo tampoco he visitado nunca Malgrat, Ángel ¿por qué será?

      Eliminar
  2. Genial como siempre Angel. Gracias por hacernos este confinamiento más entretenido. Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  3. Gracias, Ángel, como siempre muy interesante. Una pregunta, algún convento de monjas además de pastas y dulces se ha dedicado a los licores? Algún licor de monja?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Shhhhh.... Charo; no me hagas "spoilers", que en la continuación del post hablaré del famoso "licor de monjas"...

      Eliminar