jueves, 14 de noviembre de 2019

La efímera vida del telégrafo óptico

Virgen de las Nieves, de Gª Moro, en el Alto del Telégrafo
Leyendo el libro "101 curiosidades de la Historia de Segovia" de Ángel Sánchez Crespo (Guadarramistas Editorial, 2019), regalo de mi sobrina Mariu, que quiere que no me falten temas de investigación, di con una que hablaba del uso del telégrafo óptico en 1832 para enviar noticias sobre el estado de salud del rey Fernando VII desde el Palacio de la Granja de San Ildefonso a la Torre de los Lujanes en el centro de Madrid. Aparte de resultar curioso, se mencionaba cómo la primera "estación repetidora" se encontraba en el Alto del Telégrafo, junto al Puerto de Navacerrada. 

Cualquier segoviano (y también madrileño) que se haya iniciado en el deporte del esquí en la cercana estación de Navacerrada, seguro que recuerda como un mantra: "Telégrafo-Escaparate-Bosque", las tres primeras pistas, por orden de dificultad, donde aprendió a hacer la cuña, presumió de sus logros, por pequeños que fueran, delante de sus amistades y se dio los primeros trompazos, de mayor o menor consideración, antes de pasar a las pistas del otro lado, las de la Bola del Mundo, esas ya para veteranos. Yo nunca asocié mentalmente lo de "Telégrafo" al invento que permitía transmitir mensajes a distancia. Era el nombre de un monte y de una pista. 

Desde junio de 1967, la cima del Alto del Telégrafo está coronada por una escultura del segoviano "honorario" José Mª García Moro (1933-2012), dedicada a la Virgen de las Nieves. De lo que fuera "torre del telégrafo" no queda ni una piedra, pero, tirando del hilo, he conocido una curiosa historia que te voy a contar.


La necesidad de mandar mensajes a distancia es de muy antiguo. Lo de usar humo, espejos, banderas, palomas mensajeras o bocinas lo hemos visto todos en las películas. Pero fue solo a finales del siglo XVIII cuando el avance de la tecnología óptica llevó a pensar en establecer "redes" por todo el territorio para hacer circular los mensajes por toda la geografía. Francia fue la pionera, y en 1794 se envió el primer telegrama óptico de la historia: de París a Lille, 230 Km a través de 22 torres repetidoras. En pocos años la red francesa llegó a tener unos 5.000 Km.

Allí que se fue en 1798 el ingeniero y militar canario Agustín de Betancourt y Molina (1758-1824) para ver el invento, y a su vuelta convenció al rey Carlos IV para que empezara a hacer lo propio en España. En febrero de 1799 se autoriza la construcción de la "línea" Madrid-Cádiz, que tenía previstas 60-70 estaciones, pero son tiempos convulsos en España y sólo se construye el primer tramo, Madrid-Aranjuez. 

Tuvieron que pasar una Guerra de la Independencia y más de 30 años para que un marino con dotes de inventor, el gaditano Juan José de Lerena y Barry (1796-1866)  retomara el proyecto del telégrafo óptico y convenciera de su utilidad al nuevo rey, Fernando VII. En febrero de 1831 recibe autorización para construir líneas entre Madrid y los Reales Sitios, y se entrega con denuedo a la tarea:

Torre de los Lujanes con un telégrafo "Lerena" en lo alto
- Ese mismo año termina la línea entre la Torre de los Lujanes, en el centro de Madrid junto a la Plaza de la Villa, elegida por aquello de ser el edificio civil más alto de la época, y el Monte Parnaso en Aranjuez. Pasando por el Cerro de los Ángeles y el Cerro de Espartinas en Valdemoro.
- En julio de 1832 completa la Madrid - Palacio de la Granja de San Ildefonso, con estaciones intermedias en el ya mencionado Alto del Telégrafo (Sierra de Guadarrama) y el Cerro Estepar (Hoyo de Manzanares)
- En marzo de 1834, Madrid - Carabanchel Alto, no porque fuera un Real Sitio, sino porque había allí un lazareto donde se recluía a los enfermos de la epidemia de cólera que atacaba a la capital.
- En julio de 1834, Palacio de la Granja - Palacio de Riofrío, con estación intermedia en el Cerro de Matabueyes.
- En agosto de 1834, Madrid - El Pardo, para uso privado de la Familia Real, que se había trasladado allí con motivo de la epidemia de cólera ya mencionada.

Pero en septiembre de 1833 había fallecido Fernando VII, su hija Isabel había sido proclamada reina con 3 años de edad, por lo que actuaba de regente su madre María Cristina, y el infante Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando, en desacuerdo total con la decisión adoptada, comenzó la Primera Guerra Carlista, que duró de 1833 a 1840.  Sea porque la Familia Real no estuviera para vacaciones o porque María Cristina prefiriera no salir de Madrid, el caso es que la red de telegrafía de los Reales Sitios dejó de funcionar en 1836 y su servicio como tal fue suprimido en mayo de 1838. Poco más de 7 años de existencia. Pero nos queda el mapa de su despliegue:

Despliegue de la red de telegrafía óptica con los Reales Sitios
y proyecto de la línea Madrid-Valladolid
Lerena no se dio por vencido, y todavía en marzo de 1835 recibió la aprobación para una línea que no tenía nada que ver con los Reales Sitios, sino  que haría el trazado Madrid-Burgos, pasando por Valladolid. Empezó con mucho impulso, pero en pocos meses empezaron los desencuentros presupuestarios con el Gobierno y en octubre de ese mismo año se pararon las obras. Quedaron a medio construir las torres de Las Rozas, Torrelodones, Guadarrama, Alto del León y Cristo del Caloco (Segovia) que son las que aparecen en el mapa en el trazado discontinuo.

Para terminar, unas líneas para conocer cómo funcionaba el "sistema Lerena" de transmisión de mensajes. Tenía dos partes: un mástil que permitía elevar una bola y situarla en distintas posiciones y un panel que cambiaba de color. Dice Olivé en su libro que "el autor (Lerena) sólo dice que su sistema empleaba cuatro signos, pero no revela más detalles, incluso tiene interés en no darlos".

La verdad es que el telégrafo óptico llegó tarde a España, y en pocos años se vio "arrollado" por una nueva tecnología, el telégrafo eléctrico, que sí que tuvo un desarrollo y una vida longeva. 
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Muchos de los datos de este post y algunas imágenes proceden de la obra "Historia de la telegrafía óptica en España", de Sebastián Olivé Roig, publicado en 1990. 

3 comentarios:

  1. ¿Y el ingeniero canario no propuso el silbo gomero? ;- )
    Eías

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  2. Muy interesante y totalmente desconocido.Un abrazo.

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  3. La imágen de la torre de Lerena es una recreación, por favor, déjelo bien indicado para evitar que la gente malinterprete la historia. Gracias,

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