Así de inquietante comienza el capítulo XLVIII del "Schedula diversarum artium", dedicado al "oro hispánico", escrito por el benedictino alemán Theophilus Presbítero (ca 1070 - 1125). Pero, atención a cómo sigue (traducción libre mía a partir de la versión inglesa de 1847 cuya portada inserto):
"Los Gentiles, cuya habilidad en este arte está probada, hacen los basiliscos de esta manera. Tienen, bajo tierra, una casa con paredes, techo y suelo de piedra, con dos ventanas muy pequeñas, tan estrechas que apenas puede pasar la luz. En esta casa colocan dos gallos viejos, de doce o quince años, y les dan mucha comida. Cuando han engordado, y gracias al calor de su buena condición, se juntan y ponen huevos. En ese momento se sacan los gallos y se introducen sapos, que incuban los huevos, y a los que se da pan para comer. Tras la incubación, nacen los pollos, como pollos de gallina, pero después de siete días les nace una cola de serpiente. Si no fuera por el suelo de piedra, inmediatamente se adentrarían en la tierra. Para prevenir ésto, sus cuidadores tienen grandes vasijas de metal, llenas de perforaciones, en las que introducen a los pollos. Cierran las estrechas bocas con tapas de cobre y los entierran durante seis meses, donde se alimentan de la fina tierra que entra a través de las perforaciones. Transcurrido ese tiempo, desentierran las vasijas y les aplican un potente fuego, hasta que los animales de su interior están totalmente calcinados. Una vez extraídas y enfriadas las cenizas, se les añade la tercera parte de la sangre de un hombre pelirrojo, que previamente se ha secado y pulverizado. Estos dos ingredientes se mezclan con un potente ácido en una vasija nueva; después, se cogen láminas muy finas de cobre muy puro, se untan las dos caras con la composición anterior y se ponen al fuego. Cuando se vuelve incandescente, se retira del fuego y se vuelve a impregnar de la misma composición, y se repite el proceso muchas veces hasta que la composición se come todo el cobre y toma el color del oro. Este oro es adecuado para todo tipo de trabajos".
¡Caramba con el benedictino! Menos mal que, según se explica en las notas de Robert Hendrie en la edición inglesa, parece que el consenso es que no hay que interpretar el proceso descrito de obtención del oro hispánico en su forma literal, sino más bien simbólica, propia del lenguaje esotérico de los alquimistas, que utilizando códigos compartidos trataban de guardar sus secretos. Y así, el basilisco representaría el sulfato de cobre, los sapos el nitrato de potasa, la sangre del hombre pelirrojo el nitrato de amonio, etc... Un respiro para los pelirrojos :-)))
Pero aquí no hemos venido a hablar de química ni de alquimia, sino de basiliscos... Lo primero, la foto (bueno, una de las muchas que lo representan):
Cuerpo de gallina, alas de dragón y cola de serpiente. Hasta ahí un animal mitológico más. Pero, al basilisco le pasa como a los gremlins (aunque no con el agua): que, cuando se cabrea, se transforma en un animal muy peligroso y... mata con la mirada (lo que viene siendo "ponerse hecho un basilisco"):
El origen del basilisco está en la mitología griega. Su nombre procede de dos palabras: βᾰσῐλεύς (basileus=rey) y -ῐ́σκος (-iskos, sufijo que significa pequeño). O sea que sería el "pequeño rey". Porque, en alguna de sus primeras representaciones, la cresta que le coronaba tenía la apariencia de una corona.
La descripción más reproducida (y más antigua) del basilisco corresponde a Plinio el Viejo, en su "Naturalis Historia", escrita hacia el año 79 d.C., En ella, describe a las catoblepas, una monstruosa criatura con cuerpo de vaca y cabeza de cerdo de la que "todos los que contemplan sus ojos caen muertos en el lugar", y luego continúa diciendo:
La comadreja atacando al basilisco (Grabado flamenco del siglo XVI) |
Se ve que, al principio, se incidía más en su aspecto de serpiente cargada de un veneno letal; fue en la Edad Media cuando se le fueron añadiendo otras características de otros animales (gallo, dragón) para hacerlo más "exótico".
Mangosta y cobra real frente a frente |
¡Mejor no encontrarse con uno!
ResponderEliminarAquí sumo la descripción del basilisco hecha por el magizoologista Newt Scamander: https://harrypotter.fandom.com/es/wiki/Basilisco... 😉
¡Qué listos eran los alquimistas! Cuando empezaron a hablar claro se convirtieron en simples químicos, es decir, poco más que obreros cualificados. Los médicos sí que han sabido alargarlo durante siglos.
ResponderEliminarA la gente le encanta el misterio. Y paga por él.
Cierto que hay hongos que bien podrian pasar por huevos de basilisco como el Trametes versicolor o la Giromitra Esculenta
ResponderEliminarQué interesante Angel¡¡ por fin se de dónde sale la palabra basilisco¡¡
ResponderEliminarNo puedo evitar, recordar a los que refiriéndose a algún episodio de furia vivido por ellos suelen afirmar que...” Fulanito se puso como un “obelisco”....suelen coincidir con personas que dicen “cocretas”...
ResponderEliminarAngel, se me ocurren tres palabras similares que no tienen nada que ver con el terrible basilisco aunque las tres provienen de basileus : basílica y basilico (albahaca en italiano) y una tercera sería la Basilicata, región del sur de Italia que se llamaba Lucania y que Augusto cambió a Basilicata. El nombre de la hierba podría venir de ser considerada el rey de las hierbas por su magnífico aroma. Vaya 4 palabras con significados tan diferenciados proviniendo de la misma raíz.
ResponderEliminarTambién tenemos la ciudad de Basilea. Según la Wikipedia: L'origine du nom de Bâle/Basel est incertaine. Plusieurs hypothèses fantaisistes ont été émises, comme une déformation du latin passus, parce que les Romains auraient établi un passage sur le Rhin à l'emplacement de la ville actuelle, ou bien le fait qu'on y aurait découvert un basilic enterré lors de sa fondation. Selon une autre hypothèse souvent émise, le nom de Bâle aurait été donné par l'empereur romain Julien, de passage dans la région vers 357, en souvenir de sa mère, Basilica. L'explication la plus probable voudrait que Basilea, le nom sous lequel la ville est mentionnée pour la première fois en 374, signifie « la royale », en hommage à Valentinien, qui visite la région la même année. L'usage d'un terme grec, basileios, au lieu de l'équivalent latin rex reste toutefois mystérieux.
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