El año le llamó la atención. ¡Caramba!, 1535. Si la memoria no le fallaba, esos eran los tiempos “de Carlos Quinto y Quirlos Canto”, la broma que a su profesor de Historia en el Santiago Apóstol siempre le gustaba repetir. Se acercó para ver mejor la foto del escudo. La parte superior no era fácil de interpretar, pero en el centro del escudo se apreciaba claramente a un cordero suspendido por su abdomen, exactamente como… eso es, como en el collar de la Orden del Toisón de Oro que había visto tantas veces en los escudos reales. ¿Qué tendría que ver esa modesta casa al borde de la ría de Bilbao con Borgoñas y Austrias? Sacó una foto con el móvil y se marchó con la pregunta dándole vueltas en la cabeza…
Pues dicho y hecho. Empezó tecleando “toisón” y, efectivamente, la primera sugerencia del buscador remitía a la Orden del Toisón de Oro. 1429. Felipe III de Borgoña. Dinastía de los Habsburgo, coronas de Austria y España. En el apartado de “simbología”, algo le llamó la atención: “el carnero era ya un símbolo de la ciudad de Brujas, que contaba con una importante industria lanar” y también una referencia a la leyenda griega de Jasón y el vellocino de oro. Esas habían sido las claves para elegir al cordero como “remate” del cordón que distinguía a los nobles miembros de la nueva y prestigiosa orden de caballería. También confirmó que, en 1535, el Gran Maestre de la Orden era Carlos I. Pero todo ese boato de emperadores, reyes y palacios no le cuadraba con la Ribera de Deusto.
Así que empezó a buscar en la historia local. A raíz de la elaboración y desarrollo del “Master Plan” para Zorrozaurre, realizado por la arquitecta Zaha Hadid, fueron numerosos los trabajos y artículos de prensa que reflejaban la historia de la entonces península. Pero, casi todos, arrancaban de comienzos del siglo XX. De cuando Galletas Artiach, Coromina Industrial, Vicinay Cadenas y otros decidieron instalarse en aquella zona, que se ofrecía como buena oportunidad frente a los ya congestionados suburbios industriales de Bilbao. Pero… ¿y antes del siglo XX? ¿400 años antes, para ser exactos? Había que buscar en los archivos de la anteiglesia de San Pedro de Deusto, municipio al que pertenecía la zona antes de su anexión a la villa en 1925. Y Google no ayudaba. Por lo que recurrió, como en el famoso concurso de la tele, al “comodín de la llamada”:
- Ondo, eskerrik asko. Pues sí, como todos los veranos, aunque este año, como el anterior, también está siendo raro… con aforos, con mascarillas, con “distancia social”, … y, lo que peor llevo, otro año sin “San Antolines”.
- Tranquilo, que el año que viene ya podrás ver desde el muelle a los chavales colgarse de los gansos… y celebrarlo con unos potes en el Erkiaga. Oye, te llamo para ver si sigues teniendo buena relación con la Baskongada de Amigos del País.
- Pues sí, hay dos de mi cuadrilla que son miembros, aunque, como todos, llevamos más de un año a medio gas, casi sin vernos. ¿Por?
- A ver si me puedes ayudar con un tema curioso al que le estoy dando vueltas…
Y le contó la historia del escudo y sus averiguaciones hasta ese momento. Y que su interés radicaba en saber qué tipo de industrias o comercios podían haber estado asentadas en la Ribera de Deusto en el siglo XVI.
Escudo del Consulado de Bilbao |
No habían pasado ni tres días cuando recibió una llamada de su amigo Gotzon:
- Oye, que has tenido suerte. Resulta que hace unos años un investigador de la UPV realizó, a partir de los archivos del Consulado, una tesis doctoral sobre el comercio de lanas entre Castilla y Flandes en los siglos XV y XVI, y el papel del puerto de Bilbao en esa actividad. Está disponible en el archivo digital de la Universidad… Pero, como has despertado mi curiosidad, me he adelantado en consultarlo, y te puedo decir que, en los documentos de la época se menciona a un tal José de Frutos, segoviano del pueblo de Cabanillas del Monte, como uno de los principales intermediarios en ese comercio. Y que, agárrate a la silla, además de su oficina principal en la calle Tendería, tenía unos importantes almacenes para la lana en la ribera de la anteiglesia de Deusto. ¿Cómo te quedas?
Casa de esquileo de Cabanillas del Monte (Segovia) |
Animado por estos “hallazgos” decidió apostar fuerte. Una de sus “destrezas”, que había puesto en práctica cuando se decidió a completar su árbol genealógico, era el navegar por el archivo digital que, desde hacía unos años, había construido la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, “los mormones”, y ahora estaba a disposición del público. Que contenía la copia en microfilm de los libros de bautismo, matrimonio y defunción de muchas parroquias de España.
Buscó “Torrecaballeros, España” en el índice… y tuvo suerte. Estaban disponibles los libros de la iglesia de San Miguel Arcángel, situada en el barrio de Cabanillas del Monte, desde el año 1480. Empezó con los bautismos. La letra del párroco era bastante enrevesada, pero era una localidad pequeña y nacían pocos niños cada año. Se armó de paciencia, pero enseguida lo encontró:
“En 28 de octubre de 1485 años, io el bachiller Alonso Ximenez, cura propio de la Iª de San Miguel, bapticé a José, hijo de Francº de Frutos, ganadero, y de María Garcimartín, su muger, ambos naturales y vezinos de esta localidad. Fue su padrino…”
José de Frutos, segoviano de Cabanillas del Monte. Hijo de ganadero. Que en 1535, calculó, tendría 50 años. ¿Y si, como era tradicional en esos tiempos, fuera José el segundo o tercer hijo del matrimonio, y, por tanto, no destinado a heredar el mayorazgo familiar, la casa de esquileo, destinado al primogénito, y tuviera que “buscarse la vida”? Qué mejor que hacer de representante del negocio de su familia y de otros ganaderos de Castilla en uno de los mayores puertos del Cantábrico, por donde salían los cargamentos con los vellones de lana merina a los mercados de Flandes.
Su imaginación se desbordó. El primer viaje de José a Bilbao, pasando por Burgos. Cómo le impresionó la vista desde lo alto del puerto de Orduña. Su primer paseo por las Siete Calles, un poco mareado por la cantidad de gente, comercios y movimiento de mercancías que se observaban. Sus primeros años aprendiendo el oficio con otro paisano, Pedro Hernández, que le enseñó a tratar con patrones de barco y compradores flamencos. Su matrimonio con la guapa moza Begoña Amézaga, que le dio cinco hijos. La compra, primero, del local en la calle Tendería. Y años después, con la buena marcha de los negocios, de los almacenes en la ribera de Deusto para conservar la lana en las mejores condiciones hasta que se podía proceder a su embarque.
Y, finalmente, cómo, siendo ya un comerciante asentado y respetado, al cumplir los 50 años dejó el negocio en manos de su hijo mayor, Diego de Frutos y Amézaga. Y, para celebrarlo, decidió encargar un escudo de piedra para el frontis de la casa que se acababa de construir en la Ribera de Deusto, junto a sus almacenes, desde cuya terraza podía ver las idas y venidas de los barcos por la ría. Llamó a Jon de Mintegui, un amigo y afamado maestro cantero de Galdames y se lo encargó. “Que se vea bien al cordero, de cuya lana hemos vivido nuestra familia desde hace generaciones. El resto, lo dejo a tu imaginación”.
Y así fue. O, mejor dicho, así pudo ser… porque, como dijo el clásico: “se non è vero…”
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(Este artículo, que escribí en agosto, ha obtenido el 2º premio del Concurso de Relatos Cortos Verano 2021 convocado por la Sociedad Bilbaina. El tema era libre, pero la extensión no podía superar los 3 folios. Como podéis suponer, todo, salvo la pancarta con el escudo que da pie al relato, es fruto de la imaginación del autor. Para esta versión sólo he añadido las imágenes y los resaltados del texto).
Bilbao (escrito Bilvao en el escudo) - Franz Hogenberg - 1575 |
Zorionak Gotzon, Istorio hau oso ederra da
ResponderEliminarEnhorabuena Ángel. La verdad que "la tercera persona" me ha despistado bastante. Pero al final me has centrado. Muy buen artículo. Un abrazo
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
ResponderEliminarEnhorabuena Ángel, por el post y el premio de la Bilbaina al relato corto.
ResponderEliminarEnhorabuena! Merecidísimo premio, aunque yo te hubiera otorgado el primero. Un abrazo
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