Vaselina - Aunque para nosotros es una palabra plenamente incorporada en el vocabulario, en su origen fue una marca comercial, que fue patentada en el año 1872 por el químico residente en Brooklyn, N.Y. Robert Chesebrough (1837-1933). Chesebrough tenía un negocio de fabricación de keroseno a partir del aceite del esperma de ballena, pero el auge del petróleo en la segunda mitad del siglo XIX supuso una competencia difícil de batir. En una visita a la zona petrolífera de Titusville, en Pennsylvania, observó que en las instalaciones donde se refinaba el petróleo aparecía un subproducto pegajoso, al que los operarios de la fábrica habían encontrado una aplicación inusual: se lo extendían por los cortes y raspones que se producían en el trabajo y observaban que el dolor disminuía y que las heridas cicatrizaban mejor y más rápido.
Chesebrough captó el potencial de ese "petroleum jelly" (gelatina del petróleo) y, de vuelta en Nueva York, desarrolló una versión comercial, a la que dio el nombre de "Vaseline", unión de "wasser" (agua en alemán) y "elaion" έλαιον (aceite en griego). Así nació la vaselina. Además de sus aplicaciones tópicas en el cuerpo humano para quemaduras, cortes, irritaciones de la piel, congelaciones,... se comercializaba como reparador de muebles, conservador de prendas de cuero, etc... Parece que Chesebrough presumía de que todos los días de su vida (desde que lo había descubierto) había ingerido una cucharada de vaselina, y que, gracias a ello, había llegado a nonagenario.
La Chesebrough Manufacturing Company, con instalaciones en Nueva Jersey, Pittsburgh y Londres, fabricó la vaselina durante más de 70 años. En 1955 se fusionó con la Pond´s, que, a su vez, fue comprada en 1987 por Unilever.
Vick´s VapoRub - Desde la antigüedad hasta comienzos del siglo XX, los tratamientos populares para catarros y resfriados eran las cataplasmas y los emplastos con los más variados ungüentos, colocados en el pecho o la frente. Favorecían la circulación de la sangre y generaban mucho calor, lo que ayudaba a mitigar los síntomas, pero frecuentemente causaban también irritación en la piel. También se acostumbraba a inhalar vapores de hierbas por su efecto descongestionador. Pero el manejo de calderos con agua hirviendo cerca de la cara también representaba un peligro.
Lunsford Richardson (1854-1919) era un farmacéutico en Selma, Carolina del Norte. Seguramente fue testigo del éxito de la vaselina y sus numerosas aplicaciones. Al mismo tiempo, llegó a las farmacias americanas un producto basado en el mentol y en un salicilato de metilo, que tenía un efecto analgésico y descongestionador de las vías nasales. 2+2=4. Richardson empezó a experimentar con la mezcla de ambos productos, vaselina y mentol, hasta que dio con un producto agradable al tacto y que, aplicado en el pecho de los enfermos producía un efecto inmediato aliviando los síntomas de catarros y resfriados.
Así nació, en 1905, el Richardson´s Croup and Pneumonia Cure Salve (croup=crup es el antiguo nombre de la difteria, también llamada "garrotillo" en castellano).
El producto tuvo éxito; sólo le faltaba darle un nombre más comercial. Tampoco se complicó la vida. Como su trabajo de experimentación lo había realizado en el laboratorio de su cuñado médico Joshua Vick, de ahí salió el Vick´s VapoRub (rub=frotar).
La pandemia de gripe de 1918 hizo el resto. Evidentemente, la pomada extendida por el pecho no eliminaba el virus, pero aliviaba mucho sus síntomas, lo que disparó sus ventas, no solo en EE.UU. sino en todo el mundo. Los productos Vick´s los fabrica ahora Procter&Gamble.
Coppertone - Todos recordamos las imágenes de las playas y balnearios de los felices años 20. Hombres y mujeres con trajes de baño que dejaban poca piel al descubierto. Unos minutos en el agua y, rápidamente, a cubierto debajo del toldo o de la sombrilla. Y no solo porque lo de estar "moreno" se reservaba para las clases trabajadoras, obreros y campesinos, sino porque tampoco había un producto que protegiera bien del impacto de la exposición excesiva a la luz solar. Parece que fue la 2ª Guerra Mundial la que favoreció el desarrollo de lo que hoy conocemos como cremas solares. Fue para proteger a los soldados americanos que estaban destinados en el frente del Pacífico, donde el sol brillaba de forma inclemente durante todo el día.
El producto que inicialmente se utilizó fue una variante de la vaselina, conocida como "red petrolatum" (jalea roja de petróleo). Precisamente su color rojo, que lo daba un pigmento intrínseco al producto, era lo que bloqueaba los rayos ultravioleta.
El Dr. Benjamin Green, que estaba en el equipo que ayudó a los militares a desarrollar la crema solar, intuyó el gran potencial de ese nuevo producto en el ámbito civil. Al acabar la guerra volvió a Florida y perfeccionó el proceso de fabricación y, cambiando la vaselina roja por parafina incolora y añadiendo aceite de coco y manteca de cacao, logró una loción cremosa, blanca como la leche, y con un agradable olor a jazmín. Convenientemente aplicada, daba a los bañistas un bonito color cobrizo, lo que sugirió su nombre: Coppertone.
A finales de los años 40 el producto fue un éxito, primero en las playas americanas y después en el resto de los resorts y playas del mundo. También su publicidad de la niña y el perrito fue muy característica, usando el lema "Tan... Don´t Burn... Use Coppertone" (Broncéese... no se queme... use Coppertone), con una coletilla: "Don´t be a paleface" (No sea un "rostropálido").
Green montó la empresa Douglas Laboratories, que permaneció independiente hasta 2014, en que fue adquirida por Bayer. Después, en 2019, Coppertone fue vendida a Beiersdorf, la empresa que también fabrica los productos Nivea.
Aspirina - Desde la antigüedad era conocido el efecto antipirético y analgésico de la rayadura de la corteza del sauce. Efectivo contra la fiebre y el dolor, pero que también causaba frecuentes irritaciones gastrointestinales y, a veces, hemorragias. Con el desarrollo de la química en el siglo XIX se determinó que la sustancia que aportaba ese efecto era el ácido salicílico. Y pronto se abordó la obtención de ese compuesto por medios artificiales. Fue el alsaciano Charles Frederick von Gerhardt quien primero sintetizó el ácido acetilsalicílico, en 1853, en la Universidad de Montpellier. Pero su "invento" quedó en el laboratorio. La gente siguió usando la salicina, un extracto de la corteza del sauce y de la planta conocida como "reina de los prados".
Fue 40 años después, en 1893, cuando un joven químico alemán,
Felix Hoffman, que buscaba un tratamiento para la artritis reumatoide de su padre, recuperó la fórmula de von Gerhardt. El resultado fue asombroso; su padre se restableció de forma rápida y su curación fue casi completa, y Hoffman, que trabajaba para la
Farbenfabriken Bayer, encontró allí el respaldo que le faltó al alsaciano. Como el compuesto químico de partida provenía de la planta "reina de los prados", la "
Spiraea ulmaria", se compuso el nombre con "a" para acetil, "spir" por la planta y "in" porque era un sufijo frecuente en medicamentos.
Se comercializó en 1899, primero como polvo. Fue en 1915 cuando se fabricaron las primeras pastillas. La firma alemana Bayer tenía la patente del nombre Aspirina al comienzo de la 1ª Guerra Mundial, pero tras la derrota de Alemania, el nombre pudo ser usado por las potencias vencedoras: EE.UU., Reino Unido, Francia y Rusia. Sin embargo, una decisión judicial de 1921 determinó que el nombre Aspirina era universal y nadie podía reclamar su uso en exclusiva.
El "reinado" de la aspirina tuvo que lidiar con los nuevos competidores, el paracetamol (desarrollado en 1956) y el ibuprofeno (en 1962). Bajó su uso como antipirético y analgésico, pero, a cambio, tuvo un fuerte renacer como preventivo de infartos y ataques al corazón.
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Posdata - Hablando de pomadas y ungüentos medicinales, mi memoria infantil me retrotrae a los parches que usaba mi madre para combatir catarros y resfriados cuando la aspirina o el dolvirán (aspirina+codeína+cafeína) no bastaban para aplacar los accesos de tos y mocos...
Todavía recuerdo vivamente cómo los rectángulos de unos 5x10 cm, que parecían una lámina de corcho muy fino, se adherían a mi piel del pecho y rápidamente empezaban a generar una ola de calor focalizada en esa superficie, que parecía que los pulmones iban a estallar. Afortunadamente el proceso sólo duraba unos minutos, y una vez desprendido el parche con un poco de aceite, la sensación de paz que te envolvía era casi beatífica.
No recuerdo la marca de esos parches; buscando en la red he encontrado anuncios de los famosos de "Sor Virginia". No me suenan que fueran esos, pero la aplicación y resultados eran equivalentes:
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Gracias por darnos las claves de estas curiosidades
ResponderEliminarEn los 60 se emitió en la televisión USA un spot comercial de Coppertone en donde la niña a la que el chucho achucha se llamaba Jodie Foster
ResponderEliminarYo sí que recuerdo, por el nombre, los parches Sr Virginia. También recuerdo las "cataplasmas" calientes para dolores musculares como contracturas o distensiones. Eran de una sustancia arcillosa, húmeda, fuertemente aromatizada. Eran mayores que los parches que te ponía tu madre y no recuerdo que se usaran para resfriados.
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