viernes, 19 de septiembre de 2025

El hombre-pez de Liérganes

Liérganes es un pueblo pequeño (unos 2.400 habitantes) de Cantabria, situado a unos 20 km de Santander. El hecho más significativo de su historia es que, entre 1622 y 1885, allí y en la población limítrofe de La Cavada estuvieron las instalaciones de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada. Fue la primera siderurgia e industria armamentística del país y produjo, durante más de dos siglos, elementos de artillería y munición de hierro destinados a la defensa del Imperio español y a garantizar su dominio de los mares.

Escultura del hombre-pez de Liérganes,
junto al río Miera
Pero aquí vamos a hablar de otro hecho asociado a Liérganes. Que en la propia web del Ayuntamiento de Liérganes (www.aytolierganes.com) se etiqueta como "leyenda", pero que, repasando los textos históricos que la avalan, parecen aportar grandes dosis de verosimilitud. Me refiero, como ya habrás deducido por el título del post al "Hombre-pez de Liérganes".

Fue el famoso Padre Feijóo (Fray Benito Jerónimo de Feijóo, Orense, 1676 - Oviedo, 1764) quien, en el Tomo Sexto de su enciclopédico "Teatro Crítico Universal", en su Discurso VIII, publicado en 1734, transcribe, con todo lujo de detalles, la historia del hombre-pez de Liérganes. Al parecer, la fuente de la historia fue el Sr. Marqués de Valbuena, y fue corroborada por otros notables de la comarca. Este es el texto (copiado de www.filosofia.org): 

3. "En el Lugar de Liérganes, de la Junta de Cudeyo, Arzobispado de Burgos, distante dos leguas de la Villa de Santander hacia el Sudeste, vivían Francisco de la Vega, y María del Casar su mujer, vecinos de dicho Lugar, los cuales tuvieron en su matrimonio cuatro hijos, llamados Don Tomás (que fue Sacerdote), Francisco, José, y Juan, que vive todavía, de edad de setenta y cuatro años.

4. Viuda dicha María del Casar, envió al referido hijo Francisco a la Villa de Bilbao a aprender el oficio de Carpintero, de edad de quince años, en cuyo ejercicio estuvo dos años, hasta que el de 1674, habiendo ido a bañarse la Víspera de San Juan con otros mozos a la Ría de dicha Villa, observaron éstos se fue nadando por ella abajo, dejando la ropa con la de los compañeros, y creyendo volvería, le estuvieron esperando, hasta que la tardanza les hizo creer se había ahogado, y así lo participaron al Maestro, y éste a su Madre María del Casar, que lloró por muerto a dicho su hijo Francisco.

5. El año de 1679 se apareció a los Pescadores del mar de Cádiz, nadando sobre las aguas, y sumergiéndose en ellas a su voluntad, una figura de persona racional y que queriendo arrimársele, se les desapareció el primer día; pero dejándose ver de dichos Pescadores el siguiente, y experimentando la misma figura, y fuga, volvieron a tierra contando la novedad, que habiéndose divulgado, se aumentaron los deseos de saber lo que fuese, y fatigaron los discursos en hallar medios para lograrlo; y habiéndose valido de redes que circundasen a lo largo la figura, que se les presentaba, y de arrojarle pedazos de pan en el agua, observaron, que los tomaba, y comía, y que en seguimiento de ellos se fue acercando a uno de los barcos, que con el estrecho del cerco de las redes le pudo tomar, y traer a tierra; en donde habiendo contemplado éste, que se consideraba monstruo, le hallaron hombre racional en su formación, y partes; pero hablándole en diversas lenguas, en ninguna, y a nada respondía, no obstante haberle conjurado, por si le poseía algún espíritu maligno, en el Convento de San Francisco donde paró; pero nada bastó por entonces, y de allí a algunos días pronunció la palabra Liérganes; la que ignorada de los más, explicó un mozo de dicho Lugar, que se hallaba trabajando en la referida Ciudad de Cádiz, diciendo era su Lugar, que estaba situado en la parte arriba mencionada; y Don Domingo de la Cantolla, Secretario de la Suprema Inquisición, era del mismo lugar; con cuya noticia un sujeto, que le conocía, le escribió el caso; y Don Domingo le comunicó a sus parientes de Liérganes, por si acaso había sucedido allí alguna novedad, que se diese la mano con la de Cádiz. 

Respondiéronle, que nada había más que haberse desaparecido en la Ría de Bilbao el hijo de María del Casar, viuda de Francisco de la Vega, que se llamaba también Francisco, como su padre; pero que había años le tenían ya por muerto. Todo lo cual participó Don Domingo a su correspondiente de Cádiz, que lo hizo notorio en el referido Convento de San Francisco, donde se mantenía.

6. Estaba a la sazón en el expresado Convento de San Francisco un Religioso de dicha Orden, llamado Fray Juan Rosende, que había venido por aquel tiempo de Jerusalén, y andaba pidiendo por España limosna para aquellos Santos Lugares; y enterado de la parte donde caía Liérganes, y familiarizándose al mozo, que había aparecido en el mar, y discurriendo si acaso fuese de dicho Liérganes, según la relación de Cantolla, resolvió llevarle consigo en su postulación: que habiéndola rematado hacia la Costa de Santander, fue al expresado Lugar de Liérganes el año de 1680; y llegando al monte, que llaman la Dehesa, un cuarto de legua de dicho Pueblo, le dijo al mozo, que fuese delante guiando, quien lo ejecutó puntualmente, y fue derecho a la casa de dicha María del Casar; la que inmediatamente que le vio, le conoció, y abrazó, diciendo: Este es mi hijo Francisco, que perdí en Bilbao, y los hermanos Sacerdote, y seglar, que estaban allí, ejecutaron lo mismo con grande regocijo; pero el expresado Francisco ninguna novedad, ni demostración hizo más que si fuera un tronco.

7. Fr. Juan Rosende dejó este mozo en casa de su madre, en la que estuvo nueve años con el entendimiento turbado, de manera, que nada le inmutaba, ni tampoco hablaba más, que algunas veces las voces de tabaco, pan, vino, pero sin propósito. Si le preguntaban si lo quería, nada respondía; pero si se lo daban, lo tomaba, y comía con exceso por algunos días, mas después se le pasaban otros sin tomar alimento.

8. Si alguno le mandaba llevar algún papel de un lugar a otro, de los que sabía antes de irse, lo hacía con gran puntualidad, dándole al sujeto a quien le encargaban, y conocía; y traía la respuesta, si se la daban, con cuidado; de manera, que parece entendía lo que se le decía; pero él por sí nada discurría.

9. En una ocasión, entre otras, que su sujeto de Liérganes le envió a Santander con papel para otro, siendo preciso pasar la Ría, que tiene más de una legua de ancho, y para eso embarcarse en el sitio de Pedreña, no hallando allí barco, se echó al agua, y salió en el muelle de Santander, donde le vieron muchos mojado, y el papel que traía en la faldriquera, el que entregó puntualmente al sujeto a quien venía dirigido; el cual preguntándole, que cómo le había mojado, nada respondió, y volvió la respuesta a Liérganes con su regular puntualidad.

10. Era de estatura de seis pies, poco más, o menos; corpulencia correspondiente, y bien formado; el pelo rojo, corto; como si le empezara a nacer; el color blanco; las uñas tenía gastadas, como si estuvieran comidas de salitre. Andaba siempre descalzo. Si le daban vestido le ponía; si no, el mismo cuidado tenía de andar desnudo, que descalzo.

11. Si le daban de comer, tomaba, y comía todo lo que fuese; si no, tampoco lo pedía: de suerte, que parecía una cosa inanimada para discurrir, y animada para obedecer, y mudo para hablar, menos las palabras arriba expresadas, que pronunciaba tal vez, pero sin propósito, ni concierto; lo que puedo asegurar, por haberle conocido.

12. Cuando era muchacho tenía gran inclinación a pescar, y estar en el Río, que pasa por dicho Lugar de Liérganes, y era gran nadador. En dicha edad tenía las potencias regulares.

13. Todo lo que viene referido es la verdad del hecho, según relación de sus hermanos, el Sacerdote Don Tomás, y Juan, que vive; y todo lo que separe de este hecho es falso, como lo es el decir que tenía escamas en el cuerpo, y que este prodigio procedió de una maldición que le echó su madre.

14. En esta disposición se mantuvo en casa de su madre, y en este País el expresado mozo Francisco de la Vega por espacio de nueve años, poco más, o menos, y después se desapareció, sin que se haya sabido más de él; aunque dicen, que poco después le vio en un Puerto de Asturias un hombre de la vecindad de Liérganes; pero carece de fundamento".

Hasta aquí la narración (gracias, Padre Feijóo, me has dado escrito medio post). Sólo habían pasado 60 años desde que transcurrieron los hechos que se describen. Y se basan en el testimonio de coetáneos, incluso ratificados por dos hermanos del protagonista que todavía vivían. Lo que da, como he comentado al principio, una gran verosimilitud a la historia.

Lo que pasó es que, como en todo hecho "extraordinario" transmitido inicialmente de "boca a oreja", se fueron añadiendo elementos fantásticos que fueron restando credibilidad a la historia. Así, la leyenda popular recogió que "tenía una cinta de escamas que le descendía de la garganta hasta el estómago, otra que le cubría todo el espinazo, y unas uñas gastadas, como corroídas por el salitre". Los más fantasiosos afirmaban que tenía cola e, incluso, que se casó con una sirena.

En 1877, el periodista José María Herrán, natural de Liérganes,  publicó el libro "El hombre-pez de Liérganes" en el que recogía por escrito esta historia.

Fue, en los años 30 del siglo pasado, cuando el prestigioso médico Gregorio Marañón dedicó un tiempo a estudiar esta curiosa historia desde un punto de vista facultativo. Sus conclusiones las recogió, en 1934, en el libro "Las ideas biológicas del Padre Feijóo". En él apunta como hipótesis que Francisco de la Vega podía sufrir de cretinismo, una enfermedad de la glándula tiroides. Copio de un artículo de Virginia Buedo en la revista Traveler, de mayo de 2022:

"Y es que, según el médico, toda la historia podría explicarse como un caso de cretinismo por parte de Francisco. Según él, el cretinismo produce un déficit en el desarrollo físico y psíquico, con ciertas malformaciones físicas y un subdesarrollo de la tiroides, lo que le permitiría aguantar más tiempo la respiración bajo el agua, y que un caso de ictiosis (enfermedad cutánea de origen genético, que es relativamente común, y provoca que la piel se vuelva seca y escamosa, como la de un pezexplicaría la piel escamada y las uñas corroídas.

Esto también explicaría, por ejemplo, que fuera capaz de un lenguaje limitado y de hacer recados sencillos (“pan”, “vino” y “tabaco” serían las cosas que le habrían mandado a recoger, de ahí que se quedara con esas palabras y las repitiera una y otra vez), y su aparición en Cádiz no se debería a un mágico periplo de cinco años bajo el agua, sino a un vagabundeo hacia el sur del país o puede que incluso se enrolara en la tripulación de algún barco en Bilbao. Que desapareciera en el agua y en el agua volviera a aparecer, según Marañón, sería solo casualidad". Parece una explicación bastante plausible. 
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En junio de 2024 se celebró en Liérganes el "1er Festival de la Leyenda del Hombre-Pez", en conmemoración de los 350 años de su desaparición inicial. No sé si hay intención de repetirlo cada x años. Buena excusa para hacer una escapada a Cantabria. 




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