viernes, 28 de septiembre de 2018

Jeans, bujías y faros

Banda sonora: "La noche de las velas en Pedraza". Vídeo de Merche Vázquez Pedrero, aquí.
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Cuando estaba preparando los posts sobre nombres "familiares", aquellos objetos cuya denominación deriva del nombre o el apellido de una persona determinada, me encontré con otros en los que no se trataba de una persona, sino de una ciudad o lugar geográfico. Y estos tres me parecieron curiosos:

Jeans - O en forma ampliada "blue jeans", que es como se conoce a los pantalones vaqueros en el mundo anglosajón (bueno, a los pantalones y a la tela vaquera en general). 

Los antepasados de los actuales jeans se confeccionaron para la armada genovesa, en plena Edad Media, porque los marineros necesitaban un pantalón resistente y multiuso que pudiera llevarse tanto seco como mojado. Estos pantalones se podían lavar metiéndolos en redes que se arrastraban bajo el barco y el agua del mar los dejaba blancos. Posteriormente se comenzaría a teñir la tela con su característico color azul índigo procedente de la India.

En el siglo XII, aparece en Génova el fustán genovés o gene, como se le conocía en Francia (la ciudad de Genova es Gênes en francés), y, tras su paso por el Canal de la Mancha, derivó en jene y jean. 


Otra denominación alternativa, la de Denim, tiene también un origen geográfico. En este caso, sería la tela gruesa de algodón procedente "de Nîmes", ciudad del sur de Francia situada a 500 Kms. de Génova, y con un uso parecido.

Pero el auge moderno de los vaqueros (o "tejanos", como también se les conoce en España) comenzó en San Francisco, donde Levi Strauss, un joven inmigrante alemán, se estableció en 1853 como mayorista de telas. Unos años más tarde, a sugerencia del sastre Jacob Davis, patentó un pantalón de tela vaquera reforzado con remaches de cobre en los puntos de máxima tensión, como las esquinas de los bolsillos. Estaban pensando en los mineros de la "fiebre del oro" de California, para que pudieran guardar  temporalmente el mineral encontrado en sus bolsillos. Y así, en 1873, nacieron los "Levi´s".

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Bujía - Si pones la palabra "bujía" en Google, te aparece los siguiente:

bujía
nombre femenino
1. Dispositivo de un motor de combustión interna donde se produce la chispa eléctrica que inflama la mezcla explosiva comprimida; contiene dos hilos separados entre los que la corriente de alto voltaje produce un arco voltaico que genera la chispa que enciende el combustible dentro del cilindro.
"las bujías del automóvil; los motores diésel carecen de bujías de encendido"
2. Vela de cera blanca, de estearina, de esperma de ballena o de otra sustancia grasa.

Lo curioso es que la primera acepción, la más actual y que tiene que ver con los motores de combustión, se puso por similitud con la segunda. 

Hay una bonita historia de "trasvase" de palabras entre el castellano y el francés. Parece que todo empieza en la ciudad argelina de Béjaïa. Allí se fabricaban en la Edad Media velas de cera de gran calidad, que llegaron a ser muy apreciadas en Al Andalus. En árabe, la pronunciación antigua de Béjaïa era algo así como Bujíyya, lo que dio origen al castellano "velas de cera de Bujía", y finalmente a "velas de bujía". De ahí pasó al francés como "chandele de bougie".

Pasaron los siglos y, con el comienzo de la fabricación de automóviles, hubo que dar nombre a muchas nuevas piezas. Muchas adquirieron un nombre francés: biela, bobina, cupé, capó, llanta, polea,... Y también la "bougie", nombre que se adoptó, me imagino, por el hecho de que en ese dispositivo se generara una chispa de alta luminosidad. Y del francés volvió a pasar al castellano como bujía.

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Faro - Este es un caso donde el objeto se "apropia" del nombre del lugar donde se origina. Me explico: la isla de Pharos, en la costa egipcia, existía con ese nombre siglos antes de que se construyera en ella la torre que señalaba la entrada al puerto de Alejandría. Copio de la Wikipedia:

"Homero la menciona en la Odisea. Según la leyenda, el rey de Esparta Menelao desembarcó en la isla, cuyo nombre no conocía. Preguntó a un hombre cuál era el nombre del propietario, y el egipcio contestó Pera'a (en egipcio, Faraón). El rey entendió Pharos, que en griego antiguo significaba manta (τὸ φᾶρος: tela, vela), por lo que dio a la isla ese nombre.

En el año 284 a.C. Sóstrato de Cnido comenzó la construcción de una gran torre de avisos por orden de Ptolomeo I, que terminó durante el reinado de Ptolomeo II, en el 272 a.C."

Los romanos, en el siglo I, la utilizaban también de noche, encendiendo en su parte superior hogueras y usando espejos reflectantes para ayudar a los barcos. Y de ahí que, construcciones similares en otros puertos, pasaran a denominarse "faros". 

El "faro de Alejandría" tenía una altura de unos 110 m. Fue muy afectado por un terremoto en el año 956 y finalmente destruido por otros dos terremotos, en los años 1303 y 1323. Fue considerado por Antípatro de Sidón como una de las 7 maravillas del mundo antiguo.

Recreación de la torre construída en la isla de Pharos
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La conocida banda sonora de la película "La vida es bella" (1997) que acompaña el vídeo sobre Pedraza recibió, en 1998, el Óscar a la mejor banda sonora original dramática. Es original de Nicola Piovani (Roma, 1946). La melodía más conocida forma parte de la primera parte de la suite, titulada "Buongiorno Principessa". Puedes escuchar toda la obra (sólo son 10 minutos) en una preciosa versión orquestal aquí.



2 comentarios:

  1. Durante mi estancia en la empresa Levi Strauss tuve ocasión de conocer bastantes anécdotas sobre sus orígenes y evolución. Entre las que más me gustan está la propia invención del pantalón vaquero o tejano (las dos definiciones usadas en España, ninguna de las cuales es correcta).
    Al parecer un minero pidió al joven Levi Strauss, dueño de un "drugstore" en San Francisco, si le podía vender pantalones más resistentes, porque se le rompían fácilmente. Lejos de pensar en lo buen negocio que era vender pantalones que durasen poco, Levi cogió tela "denim" (importada de Nîmes, efectivamente y usada para cubrir las carretas y hacer toldos de campaña), que era la más resistente y le pidió a su sastre si podía hacer pantalones con ella. El sastre no podía por falta de tecnología, pero lejos de "pasar" se fue al herrero y le preguntó si le podía hacer agujas más gruesas y éste se las hizo. Pero aunque la tela fuese resistente el hilo de las costuras era el mismo y se rompían, de modo que volvió a pensar en el herrero y le preguntó si le podía poner remaches en las costuras y el herrero otra vez empleó la tecnología en un sector totalmente ajeno al habitual, colocando remaches (de cobre porque los de hierro se oxidarían al lavarlos). Los puso en todas partes, pero algunos con el tiempo hubo que eliminarlos (los de los bolsillos traseros porque al sentarse rompían las tapicerías y el de la bragueta porque al acercarse al fuego con las piernas abiertas, el cobre demostraba lo buen conductor del calor que es.
    Esta historia me recordó el nacimiento de la división de Consulting en Arthur Andersen & Co. exactamente un siglo después, cuando el director de la General Electric le preguntó al socio de turno (no recuerdo su nombre) si eso que los militares y científicos estaban experimentando, llamado computadora, podría servirles "para elaborar la nómina", porque su reacción fue la misma y se puso manos a la obra (saliendo de su círculo de confort).

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