viernes, 14 de enero de 2022

Ya estamos en 2022... y las galletas siguen siendo Fontaneda (afortunadamente)

En 1974 se estrenó en España la película "Soylent Green", dirigida por Richard Fleischer. Aquí le pusieron como título principal "Cuando el destino nos alcance", supongo que para hacerlo más atractivo. En julio de 2015, en mi anterior blog sobre el futuro, "Reportaje desde 2056", ya dediqué un post a esta película y a algunas novedades en materia de alternativas a la comida tradicional que se anunciaban en aquel momento (lo puedes leer aquí). 

Cómo pasa el tiempo... resulta que acabamos de empezar 2022, precisamente el año en que, se supone, transcurre la película. He vuelto a verla, con interés y el bloc de notas al lado, para ver en qué acertaron y en qué no los guionistas a la hora de aventurar cómo sería el mundo a 50 años vista.

Aviso: Quizá prefieras ver la película antes de seguir leyendo. Está en "prime video" y la puedes alquilar por 4€. Porque algún spoiler seguro que voy a hacer...


Para ponernos en contexto, copio de la Wikipedia el arranque del argumento:

"La industrialización del siglo XX llevó al hacinamiento, la contaminación y al calentamiento global debido al "efecto invernadero". En el año 2022, en este futuro distópico, la ciudad de Nueva York está habitada por más de 40 millones de personas, físicamente separadas en una pequeña élite que mantiene el control político y económico, con acceso a ciertos lujos como verduras y carne, y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas, y dos variedades de un producto comestible: Soylent rojo y Soylent amarillo, que son la única fuente de alimentación, ya que los alimentos naturales son un privilegio para los sectores dominantes. La compañía Soylent es una empresa que fabrica y provee los alimentos procesados de concentrados vegetales a más de la mitad del mundo. Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado, basado en plancton, según la publicidad de la empresa".

La primera observación es que las previsiones demográficas estaban bastante excedidas: a finales de 2021, la ciudad de Nueva York tenía 8,8 millones de habitantes, y todo el Estado de Nueva York 19,8 millones, muy lejos de los 40 millones pronosticados. Pero quizá esa era la premisa que necesitaba el guionista para plantear lo que yo creo que son los 2 grandes temas de la obra: la degeneración ecológica de un planeta superpoblado y, como consecuencia de ella, la escasez de recursos para alimentarlo y para proveerlo de los servicios esenciales (agua, luz, comunicaciones...). Que se traduce en una desigualdad insultante entre las élites y la "masa" social (nunca mejor dicho lo de masa ;-)). 

También creo que los responsables de la película no quisieron poner mucho énfasis en las novedades tecnológicas que el futuro podría tener (o no tenían mucha imaginación). En la zona pobre de la urbe, por descontado... más parece un escenario del Londres dickensiano del siglo XIX, con multitudes sucias y mal vestidas arracimadas en las calles, peleando por una garrafa de agua o unas galletas energéticas, durmiendo en las escaleras de los edificios o en la iglesia usada como albergue de caridad. 

Pero es que, en el barrio rico, el videojuego que se ve es del estilo de la época inicial del "comecocos", el aspecto del ordenador que controla la seguridad del edificio es de los años 60, el televisor es de tubo, ni por asomo un portátil ni un teléfono móvil... para qué hablar de Internet ni de redes sociales. La única concesión a la modernidad que he apuntado es que las puertas de la casa y del edificio se abren y cierran de forma automática al contacto de la mano con un detector de capacidad.

Me sigue llamando la atención, 50 años después de haberla visto por primera vez, el papel asignado a la mujer en la zona rica (en la zona pobre parece que todos, hombres, mujeres y niños son igual de miserables). No hay ningún papel reservado a la mujer, excepto el de "mobiliario", que va asociado al inmueble, para uso y disfrute del propietario o del inquilino (o del visitante ocasional, si tiene la buena planta de un Charlton Heston, en el papel del policía Thorn, protagonista de la película). Bueno, creo que en una escena aparece fugazmente la mujer del Gobernador Santini, que entiendo no era mobiliario. 

También me sigue emocionando la escena de la eutanasia del coprotagonista Sol Roth (interpretado por Edward G. Robinson). Eutanasia voluntaria y sin enfermedad terminal ni gran sufrimiento crónico de por medio (físico; mental, mucho). Escuchando el primer movimiento de la "Pastoral" de Beethoven, el que lleva por título:  "Erwachen heiterer Empfindungen bei der Ankunft auf dem Lande" ("Despertar de alegres sentimientos al encontrarse en el campo"), mientras revive escenas idílicas de la naturaleza en un mundo que él conoció, pero que ya no existe (o quizá sí, pero sólo para los ricos). Eutanasia, eso sí, animada y sufragada por el omnipotente "Estado", que así aprovecha al máximo los recursos (en todos los sentidos).


En resumen, el mensaje era duro, pero creo que, viendo cómo va el mundo, ha calado poco. No hay más que releer las conclusiones y comentarios al hilo de la reciente cumbre COP26 sobre el clima celebrada en Glasgow. Quizá la superpoblación no ha llegado a esos extremos (todavía), y los recursos, en general, no escasean, pero la tendencia no es buena, y el tiempo para tratar de evitar el desastre sigue corriendo...

¿Y los sucedáneos de comida? Pues ahí están. Si entras en la página web de la empresa Soylent  (www.soylent.com), puedes ver todo el surtido de batidos, barritas, sobres,... que ofrecen a un precio asequible. Y con una manifestación de intenciones que, leída en frío, puede ser hasta convincente:

"You want to be healthy, you don't have extra time and you don't want to harm the planet. We get it. We create products that deliver complete nutrition in convenient formats so you can get your fill anywhere, anytime, all while maintaining a clear conscience!"  ("Quieres estar sano, no tienes tiempo extra y no quieres dañar el planeta. Lo entendemos. Creamos productos que brindan una nutrición completa en formatos convenientes para que puedas quedarte satisfecho en cualquier lugar, en cualquier momento, ¡todo mientras mantienes la conciencia tranquila!").

En España, la empresa equivalente es Satislent (www.satislent.com). No sé si tienen relación empresarial con Soylent, pero la "propuesta de valor" es muy parecida (con algún toque local curioso):

"Satislent es Complete Food. Cada ración aporta todos los nutrientes necesarios en menos de un minuto, para que puedas continuar con tu vida. Elaborado con ingredientes naturales con mínimo impacto en el medio ambiente y ningún desperdicio. Descubre la nueva revolución en la alimentación, ahora con aceite de oliva virgen andaluz y gofio canario".

Pues tendrán su público, y no digo que nunca vaya a probar alguno, pero, en este tema, soy de la opinión del chef Andoni Luis Aduriz, que, en un artículo reciente sobre cómo las películas de ciencia ficción trataban el tema de la alimentación en el futuro (se ve que es buen aficionado al género, también comentaba la película que nos ocupa), decía: "La confluencia de inteligencia artificial, robótica y biología se verá más necesitada que nunca de desplegar la parte más humana, la social, que tiene en la mesa una de sus manifestaciones más completas y complejas, y que decanta lo natural frente a lo artificial, la cultura frente al rendimiento, la diversidad en pugna con la homogeneidad, lo artístico sobre la supremacía tecnológica. Cuando el destino nos alcance, sabremos la respuesta". 

Pues eso, sigamos disfrutando de una buena mesa (y sobremesa) y comiendo buenas galletas de trigo (aunque las Fontaneda "de toda la vida" ya no se elaboren en Aguilar de Campoo). Y pongamos un poco más de atención a la salud del planeta. ¡Que tengamos un buen año 2022!


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Nota: Los guionistas de Soylent Green dijeron que se habían basado en la novela "Make room, make room!" (¡Hagan sitio!, ¡Hagan sitio!) de Harry Harrison, publicada en 1966. Pero, aunque la premisa de fondo, la degeneración ecológica y la escasez de recursos, es la misma, el argumento está bastante cambiado. La acción del libro transcurre en 1999, y no aparece la opción de convertir seres humanos en materia prima para alimentos. 

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2 comentarios:

  1. Muy bien Angel, comienzas fuerte el año y como siempre directo y acertado (big spoiler reservado para la última linea, jjj). Mucha suerte en este año de gracia de 2022

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  2. Recuerdo que Malthus predijo más o menos que los seres humanos acabaríamos por no poder alimentarnos, al crecer en progresión geométrica, mientras que la producción de alimentos crecía en progresión aritmética.
    Lo malo es que quedó descreditado porque los avances tecnológicos permitieron aumentar la producción de alimentos hasta poder alimentar a toda la población mundial, sólo que la logística, la economía, la política y probablemente algo más, impide que lleguen a todos.
    Pero: ¿Y si nos hemos confiado por el horizonte que hemos fijado para analizarlo? No sería la primera vez que al hacer “zoom” encontramos que una teoría aparentemente desacreditada a corto plazo, pasa a ser válida cuando analizamos el largo plazo. Y en ese primer análisis el deterioro del planeta no entraba. Quizás estemos haciendo lo que los hermanos Marx en la escena del tren: “¡Más madera!”.
    P.D. Me ha encantado tu post Ángel. Aquella escena de la eutanasia y lo que implicaba me quedó grabada. Y eso que por las mismas fechas (1975) los españoles tuvimos que hacer frente a escenas reales de mucho impacto.

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