viernes, 17 de mayo de 2024

Cíbola y Quivira

Hacia el año 1511, con Puerto Rico, Jamaica y Cuba ya colonizadas, se puede decir que termina la exploración del Mar Caribe. Y, como apuntamos en el post "Las Siete Ciudades", parecía que ya no quedaba allí lugar por explorar donde se pudieran localizar las legendarias ciudades. De manera que la leyenda trasladó su ubicación al interior del nuevo continente. 



El 17 de junio de 1527, el segoviano Pánfilo de Narváez (ca 1470-1528), comisionado por el rey Carlos I para conquistar La Florida con el título de adelantado, además del título de gobernador de todas las tierras que descubriese desde el río de las Palmas hasta los confines de la citada península, partió de Sanlúcar de Barrameda con una flota compuesta por cinco navíos y con seiscientos hombres. Tras numerosos avatares, llegó a las costas de Florida en abril de 1528. Alentado por los caciques locales, que quizá lo único que querían era quitarse a los intrusos de encima, se adentró hacia el norte de la península, en busca del oro y riquezas que los nativos les aseguraban que allí se encontraban.


Por supuesto que no encontraron sino nativos hostiles, calor sofocante y mosquitos, por lo que al poco tiempo decidieron volver al mar. Una vez en el golfo, construyeron unos pequeños barcos y siguieron navegando hacia el oeste, tratando de llegar a México, pero una gran tormenta cerca del delta del Mississippi hizo que los barcos naufragasen y pereciesen todos los hombres, Narváez incluido, salvo cuatro. 

Lo sabemos bien porque uno de los supervivientes, Álvar Núñez Cabeza de Vaca (1490-1559), escribió, años más tarde, la crónica de los más de 8 años (de 1528 a 1537) que duró su periplo desde la costa de lo que luego sería Luisiana hasta la ciudad de Culiacán, en México, pasando por los futuros estados de Texas y Nuevo México. Su narración se tituló "Naufragios y comentarios", fue publicada en Zamora en 1542 y en ella podemos conocer el nombre de los otros 3 supervivientes: Alonso del Castillo Maldonado, Andrés Dorantes de Carranza y el esclavo moro Esteban, nacido en Marruecos, al que se considera el primer africano que pisó el continente norteamericano.



Y aquí entra en escena el franciscano italiano Marcos de Niza (1495-1558). Después de 5 años de misión en Perú y Ecuador, llegó a Nueva Galicia (parte de Nueva España) en 1537. Allí oyó hablar de las "Siete Ciudades de Oro", e informó al virrey Antonio de Mendoza (en la narración de Cabeza de Vaca no se mencionan las Siete Ciudades, pero parece que el boca a oreja de los supervivientes de la expedición de Narváez había alimentado la imaginación de los lugareños, que ya habían convertido las ciudades en "ciudades de oro").

El caso es que el virrey, en 1538, le dio el encargo de explorar los territorios desconocidos del norte de México, sobre los que empezaban a circular numerosas versiones acerca de su riqueza. Sin ninguna escolta militar, acompañado por un grupo de indios que el virrey puso a su disposición, y por el esclavo Estebanico, el superviviente de la expedición de Narváez, Marcos de Niza emprendió su expedición el 7 de marzo de 1539.

La expedición fue un fracaso (Estebanico murió a manos de los indios zuñi en el poblado de Hawikuh (a 1500 km de Culiacán); Marcos sólo alcanzó a ver el poblado desde lo alto de un monte próximo). Pero, a su vuelta a México, el franciscano cambió el relato y narró que había continuado la exploración después de la muerte de Estebanico, y había avistado a lo lejos una ciudad más grande que la gran Tenochtitlán (Ciudad de México), a la que identificó con una de las Siete Ciudades y le dio el nombre de Cíbola, y que los nativos de allí usaban vajillas de plata y oro, decoraban sus casas con turquesas y usaban perlas gigantescas, esmeraldas y otras joyas más. 

Al escuchar esas noticias, el virrey Mendoza no perdió el tiempo, organizó una gran expedición militar para tomar posesión de aquellas riquísimas tierras que el fraile le había narrado con profusión de detalles. Al mando de la misma quedó un amigo del virrey, el salmantino Francisco Vázquez de Coronado (1510-1554). Esta sí que fue una expedición "como Dios manda". 

Partió de Compostela (hoy Estado de Nayarit, México) el 23 de febrero de 1540, compuesta por 150 soldados a caballo y 200 infantes, así como 800 nativos amigos. En julio llegaron a Hawikuh y descubrieron el engaño de Marcos de Niza. Pero siguieron recibiendo informaciones de que sí, que había otras ricas ciudades más hacia el interior, y siguió la expedición otros 2 años, llegando hasta las tierras de lo que hoy es Kansas, donde situaron la ciudad de Quivira (a unos 2.700 km en línea recta de Compostela). Este cuadro lo ilustra muy bien: 







Y este cartel, situado cerca de la ciudad de Lyons, Kansas, narra con fidelidad la historia de lo sucedido (destacando que estos hechos sucedieron 80 años antes de que los peregrinos ingleses pisaran suelo norteamericano):

Foto: Chris Light

Parece que la expedición de Coronado dio carpetazo final a la búsqueda de las míticas Siete Ciudades en el continente norteamericano... pero, por esas mismas fechas, continuaba la búsqueda de otra tierra mítica llena de oro, esta vez en el sur: El Dorado. Habrá que ir a buscarlo. En otro post.

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Posdata 1: En el Estado de Nuevo México existe hoy día el condado de Cíbola, donde se encuentran las ruinas de lo que fue Hawikuh y también de la misión de la Purísima Concepción, construida en 1629. En 1680 el poblado y la misión fueron quemados durante la Gran Revuelta de los Pueblos, cuando todos los indios pueblo de Nuevo México se levantaron contra los españoles. Después de esta revuelta, los indios zuñi abandonaron definitivamente Hawikuh. 

Cíbolo/a era el nombre con el que eran conocidos en castellano los grandes bóvidos que habitaban en manadas las enormes llanuras de Norteamérica. Después, bajo la influencia anglosajona ("bison"), el nombre de cíbolo cayó en desuso y se empezaron a llamar bisontes.

El arquitecto Dennis R. Holloway ha hecho un montaje de lo que podría ser el aspecto de Hawikuh cuando la expedición de Marcos de Niza, y esto es lo que pudo ver el fraile franciscano desde la distancia. Casas de adobe de tres, cuatro y hasta cinco pisos de altura, pero de ahí a equipararlo con Tenochtitlan...

Hawikuh en el siglo XVI - Fotomontaje de Dennis R. Holloway

Posdata 2: Resumir las expediciones de Narváez, Cabeza de Vaca, Marcos de Niza y Vázquez de Coronado en apenas 2 folios, centrándome en lo que respecta a la búsqueda de las Siete Ciudades, necesariamente deja fuera muchos aspectos igualmente interesantes de aquellas gestas. Hay mucha información disponible en la red, pero seguro que nuestro amigo Jordi G. nos puede recomendar algunas buenas lecturas.

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1 comentario:

  1. Cada vez que hago “propósito de enmienda” y decido reducir el número de mis comentarios va Ángel y me incita a hacerlos, o envía un post al que no puedo resistirme.
    El trasfondo del post de hoy es la conquista y colonización del primero de los Estados Unidos, convertido en provincia española en menos de un siglo (1513-1610). La única en todo ese inmenso país que nunca fue descolonizada (como le ocurrió a Florida), ni siquiera parcialmente (como le ocurrió a Texas) y donde aún viven personas orgullosas de su ascendencia española. Y fue contra todo pronóstico, porque no tenía ni ciudades fabulosas, ni oro, ni piedras preciosas y además un terrible desierto (todavía llamado “La Jornada del Muerto”) la separaba de las tierras fértiles de México.
    Todo empezó con otra leyenda, la “Fuente de la Eterna Juventud”, a la que un ya decrépito Juan Ponce de León dio crédito, por motivos que podemos comprender. Con ello descubrió por casualidad La Florida (quince años antes del 1528, que figura erróneamente en la marca histórica de la foto como la “primera” exploración de Norteamérica).
    Para quienes estén interesados en esta cadena de hechos que llevó a algo tan excepcional, propongo la búsqueda en Internet de sus protagonistas, por secuencia cronológica (añado algunos antes y después de los que cita Ángel):
    Diego Velázquez de Cuéllar >> Hernán Cortés >> Pánfilo de Narváez >> Álvar Núñez Cabeza de Vaca >> Marcos de Niza >> Francisco Vázquez de Coronado >> Francisco Sánchez “el Chamuscado” >> Antonio de Espejo >> Gaspar Castaño de Sosa >> Francisco Leyva de Bonilla >> Juan de Oñate >> Pedro de Peralta.
    Postdata1: ante la llegada de hombres barbudos fuertemente armados en demanda de oro, casi todas las tribus americanas adoptaron la estrategia de decirles: “aquí no, pero hacia allá sí, y mucho”, enviándolos a tierras de sus enemigos o a lo profundo de la selva o de los pantanos. Y les funcionó muy bien.
    Postdata2: recomiendo la lectura de la 1ª parte de “Naufragios y Comentarios”, citada en el post, para los que gusten de “otra manera” de ver a los indios. La 2ª parte es también muy interesante, pero se refiere a su experiencia en Sudamérica.
    Postdata3: no está claro que Estebanico fuera esclavo a su llegada a estas tierras y por el liderazgo en su siguiente expedición, altamente improbable. Seguramente ya había sido manumitido y por ello en la obra citada figura en igualdad con los otros 3 supervivientes. Era conocido como Esteban de Azamor, pero tengamos en cuenta que el “apellido” inicial de un esclavo no era su lugar de nacimiento, sino el puerto donde había sido embarcado, en este caso Azamor es Azemmour (Marruecos).

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