viernes, 10 de mayo de 2024

Las Siete Ciudades

"- Yo tenía un compañero que contaba viejas historias sobre esas travesías. Una vez me habló de la leyenda de las siete ciudades.

- ¿Qué es eso?

- Me dijo que cuando los musulmanes atacaron y conquistaron la ciudad de Mérida, siete obispos la abandonaron llevándose maravillosas reliquias e inmensos tesoros, y que se escondieron más allá del mundo conocido. Comenzó a correr el rumor de que cada uno de ellos construyó una fantástica ciudad en una tierra lejana, al otro lado de la Mar Océana, que se conoce como la Antilla"  

("El tablero de la Reina" - Luis Zueco - 2023) 

Ya me ha sucedido otras veces, y así lo he contado. Cómo, a raíz de un pasaje o de una mención en un texto a un hecho curioso, se enciende en mi cabeza una "bombilla metafórica" que me dice: "aquí puede haber un buen tema para un post". Eso me pasó con el texto que reproduzco más arriba. Obispos, seguramente visigodos (por la época), huyendo en barco cargados de reliquias y tesoros por el Atlántico hacia tierras lejanas, constructores de ciudades siglos antes de que apareciera Colón por esas islas que vinieron en llamarse las Antillas... Pues a investigar se ha dicho.


Y el primer hallazgo es el "Planisferio de Ruysch". Johann Ruysch (ca.1460 - 1533) fue un cartógrafo de origen flamenco residente en Roma, donde publicó, en 1507, uno de los más importantes planisferios de comienzos del siglo XVI, el segundo mapa impreso en el que se recogía información del Nuevo Mundo. Hay que tener en cuenta que sólo habían transcurrido 15 años desde el primer viaje de Colón. Es esta maravilla:

Planisferio de Ruysch (1507)












En la parte superior, en una banderola, aparece el título completo: Universalior Cogniti Orbis Tabula, Ex recentibus confecta observationibus (Carta de todo el orbe conocido, realizada a partir de descubrimientos recientes).

Utiliza una proyección cónica, donde los paralelos son círculos concéntricos y los meridianos líneas originadas en el polo Norte. En rojo aparecen los círculos "Articus", "Cancri", "AEquinoctialis" y "Capricorni". El meridiano cero divide las dos hojas y atraviesa las islas Canarias. En la parte derecha se observa cómo Europa y toda África están muy bien definidas, y también Asia occidental hasta la península del Indostán. A la izquierda, arriba, aparece la costa de Asia Oriental, Groenlandia y Terra Nova, con poco nivel de detalle. Y abajo, sólo algunas islas y la costa norte de América del Sur, con sus principales ríos.

Pero, lo que llama la atención es un recuadro central, en medio del océano Atlántico. Te hago zoom:



Ahí, a la izquierda de las "Insule de Azores" aparece la "Antilia Insula", y debajo un texto en latín que, traducido, dice: "Esta isla de Antilia fue descubierta por los portugueses. Ahora, cuando la buscan, no la pueden encontrar. En esta isla viven hombres que hablan español, y que bajo el reinado del rey Rodrigo se vieron obligados a huir de los bárbaros que luego invadieron España. Aquí se sentaron un arzobispo y otros seis obispos, cada uno con su propia ciudad. Como resultado, esta isla a menudo se conoce como "las Siete Ciudades". Los habitantes viven piadosamente y con todas las riquezas de este siglo". 

A la izquierda y debajo de este texto aparecen varias islas ya descubiertas por entonces: Spagnola, Moferrato (¿Puerto Rico?), Le XI Mil Virgine (Islas Vírgenes), Matinina (Martinica), La Dominica. Y sobre una "península" de lo que podría ser una parte de la isla de Cuba aparece otro curioso texto: "Los barcos de Fernando, rey de España, han llegado hasta este límite". 

Es curioso que Ruysch, que presume de haber realizado su mapa sobre la base de los descubrimientos recientes, mantenga la isla de Antilia y su leyenda secular. Porque el crédito de la primera aparición de esta isla en un mapa se le otorga al cartógrafo veneciano Zuane Pizzigano, que así la refleja en su portulano de 1424 (80 años antes del planisferio de Ruysch):



Llaman la atención las dos formaciones rectangulares, una en azul y otra en rojo, situadas a la izquierda de la Península Ibérica, en medio del Océano Atlántico. Vamos a acercar de nuevo el zoom:





El rectángulo rojo, de tamaño similar a todo Portugal si la escala es consistente, tiene la siguiente leyenda: ista ixolla dixeno antilia, y el rectángulo azul, al norte: ista ixolla dixemo satanazes. La isla de Antilia contiene ocho recuadros con unos nombres difíciles de leer (hay otros autores coetáneos que, sin embargo, se aventuran a dar los nombres de las famosas Siete Ciudades: Aira, Anhuib, Ansalli, Ansesseli, Ansodi,  Ansolli y Con, que parece que no coinciden con las de este mapa). La de Satanazes, a su vez, contiene cinco nombres. 

(Paréntesis: en el mismo portulano, en la parte inferior, aparecen claramente las islas de Madeira y Canarias:



Las islas de Madeira, descubiertas oficialmente en 1418-1420 por los portugueses, aparecen con los nombres indicados con precisión: madera (Madeira), portosanto (Porto Santo), dexrexta (Desertas) y saluazes (Islas Salvajes), lo que muestra que los resultados de las exploraciones se estaban compartiendo rápidamente entre las naciones marítimas y sus cartógrafos.

En las Canarias aparecen ocho islas indicadas: alegranzia (Alegranza), larozio (Roque del Este), lancarot (azul con una franja roja, Lanzarote), louos (isla de Lobos), fortubentura/fortouentura (Fuerteventura), canaria (Gran Canaria), inferno (Tenerife), y muy lejos al oeste, balmar (La Palma). Faltan significativamente La Gomera y El Hierro (que ya se habían mostrado en mapas anteriores). Pizzigano señala una misteriosa gran isla roja, con cuatro islotes periféricos, al sur del archipiélago canario, que identifica como himadoro. Según algunos autores, esta isla podría representar la mítica isla de San Brendan (San Borondón para los canarios). Cierro paréntesis)

En definitiva, algunas leyendas medievales sobre islas perdidas en mitad del océano quedaron reflejadas en los mapas que los cartógrafos, con la información disponible, iban dibujando. A veces, su afán por no contradecir las creencias populares les llevaba a reflejar tierras y datos no confirmados por la evidencia. A medida que, a partir de 1492, las expediciones europeas fueron llegando al Nuevo Mundo, y el nuevo continente fue dibujando su geografía, los mapas fueron reflejando la nueva realidad contrastada. 

Aunque lo que pasó es que la leyenda se desplazó de lugar... si ya no quedaba sitio en el Mar Caribe por descubrir para encontrar una isla que albergara las Siete Ciudades de los obispos españoles, sería porque, en realidad, estaban más lejos, en el interior del nuevo continente. Y así surgió el nuevo mito de "Las Siete Ciudades de Oro" que se empezaron a buscar en la Nueva España. Pero esa historia merece otro post. (Amigo Jordi G.: "Feel free" para complementar, debatir o rebatir lo que aquí se ha dicho, pero cíñete, por favor, a esta etapa "caribeña"; no me hagas "spoiler" de la etapa "continental", que ya habrá ocasión...)

Fragmento del mapa de América del Norte - Joan Martines, cartógrafo de Felipe II - 1578



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Posdata: En la isla de San Miguel, perteneciente al archipiélago de las Azores, hay un lugar que, todavía hoy, se llama "Siete Ciudades". Es un cráter volcánico de unos 5 km de diámetro. En su interior se encuentra una ciudad, Ponta Delgada, y dos lagos conectados, de diferentes tonalidades, y que tienen su leyenda:

"La leyenda de la princesa Antília es una leyenda llena de romance y poesía, ambientada en el antiguo reino de las Siete Ciudades. Había una vez un antiguo rey de las Siete Ciudades que era viudo y tenía una hermosa hija llamada Antília que tenía ojos azules como el zafiro. A la princesa no se le permitía mezclarse con nadie y sólo tenía a su nodriza como compañía y pasaba gran parte de su tiempo en el campo, caminando por los campos contemplando las costumbres de los pueblos. A medida que crecía, atraía la atención de muchos jóvenes apuestos y su padre le prohibía por completo salir de los confines de los terrenos del castillo, pero ella seguía queriendo explorar el mundo y hacer amigos, así que a menudo desobedecía a su padre y se escapaba de la casa para ir a explorar los alrededores del castillo".

"Un día, mientras paseaba por el campo, escuchó una hermosa música y descubrió que era un joven pastor el que tocaba la flauta. Antília era tímida y se escondía de él y venía todos los días a escuchar en el mismo lugar durante muchas semanas. El pastor la encontró y conversaron haciéndose los mejores amigos y enamorándose y después de algún tiempo le propuso matrimonio a la princesa. Le habló largamente y de esta conversación nació el amor. Lamentablemente, el destino de la princesa estaba sellado porque el príncipe, heredero de otro reino, pretendía su mano. El rey les prohibió reunirse y tras suplicar a su padre se le concedió a Antília encontrarse con el pastor por última vez para despedirse. La princesa y el pastor lloraron tanto que a sus pies se crearon dos lagos: uno azul, formado por los ojos azules de la princesa y otro verde, que eran las lágrimas derramadas por el pastor de ojos verdes. Los amantes se separaron para siempre, pero los lagos quedaron hechos con las lágrimas de ambos, que hasta el día de hoy no se han separado y sirve de recordatorio al mundo de su amor".


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3 comentarios:

  1. ¡A la orden de usía, mi coronel! (taconazo)
    Sobre el siglo VIII en la península Ibérica prácticamente no hay documentación, de modo que es época y lugar apropiados para que surjan las leyendas, como ésta, la del conde Don Julián o la de la batalla de Covadonga.
    Sólo recordar que Mérida era en esa época la capital de Hispania, que incluía también a Portugal y a Marruecos, por lo que estaba bastante centrada y además contaba con un excelente puerto, ya que el Guadiana era navegable desde ella. A nadie le resultaría extraño que un arzobispo (probablemente el mismo metropolitano de Mérida) y sus obispos se embarcasen para huir ante la invasión norteafricana. Les bastaba con usar uno de los barcos del puerto. Lo de que fueran 7 puede ser simplemente por ser un número mágico, pues de este metropolitano dependían 12 obispos.
    Pero lo que encuentro más interesante del post de hoy es que describe el ambiente que existía en el sudoeste de la península Ibérica justo antes del descubrimiento de América.
    Como dice Ángel, los portugueses habían descubierto numerosas islas en diversos puntos del Atlántico, que ya no era el “Mar Tenebroso” de antaño y muchas de esas islas habían sido confirmadas por expediciones posteriores.
    Antilia, supuestamente visitada por un buque español en 1411, se consideraba tan real que el rey de Portugal hizo donación de ella en 1476 y en 1486 autorizó una expedición de conquista desde las Azores, con dos carabelas, pero perdió interés cuando otros de sus marineros descubrieron la ruta a la India en 1488.
    Una de estas islas, la de Porto Santo, tuvo un primer señor y gobernador, Bartolomeu Perestrelo, hijo de un italiano lombardo, que se dedicó a coleccionar evidencias (troncos de árboles y cadáveres de animales de especies desconocidas aparecidos flotando) y documentos (testimonios de marineros) sobre otras tierras desconocidas al oeste. Este hombre tuvo una hija, Felipa, que casó con un marinero de probable origen italiano genovés, Cristóbal Colón, quien tras la muerte de su suegro recibió de su suegra todos sus archivos y evidencias, que se han perdido, pero probablemente eran más que suficientes para convencerlo de que allí cerca había otras tierras y como el rey de Portugal había perdido su interés, cruzó la frontera española, donde la “Reconquista” estaba a punto de acabar y sus reyes iban a necesitar nuevos objetivos, como había sucedido en Portugal dos siglos antes.
    Postdata 1: Suele suceder que las mujeres estén ausentes de la mayoría de lo que los hombres llamamos “hechos históricos” y si aparecen es de modo fugaz y sin nombres, para no deslucir a los “verdaderos protagonistas”. Como veo que mi párrafo anterior peca del mismo defecto, voy a dejar aquí documentado el nombre de la mujer que hizo posible, en gran medida, el descubrimiento de América: Isabel Moniz.
    Postdata 2: A falta de mayor información, yo diría que Moferrato no debe de ser Puerto Rico, que los españoles llamaban San Juan, sino Monserrate, descubierta por Colón el 11 de noviembre de 1493 y bautizada así en honor a fray Bernat Boïl, benedictino de la abadía de Montserrat, que le acompañaba en su 2º viaje en calidad de vicario apostólico.

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    1. Súper interesante tu comentario, Jordi. Confieso que no conocía la relación de la mujer de Colón con el gobernador de la isla de Porto Santo. Eso puede explicar muchas cosas, como bien apuntas.
      En cuanto a qué isla fuera Moferrato es muy plausible que fuera la isla de Monserrat. Lo que pasa es que, en el mapa de Ruysch, ese rótulo parece que esté asociado a la isla grande que está junto a la "Spagnola", y esa es Puerto Rico. De ahí puede venir la confusión.

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    2. Tienes razón Ángel. Pero no hay que olvidar que estos mapas sólo se dibujaban a partir de cartas náuticas originales en Lisboa y Sevilla. Los cartógrafos del resto de Europa copiaban de otros mapas que a su vez eran copias de otros y añadían detalles inventados para que parecieran mejores. Fíjate que la Dominica aparece como una isla pequeña al sudeste de la Martinica, que es mucho mayor. En realidad, el tamaño de ambas es parecido y su ubicación es justo al revés. La Dominica sí que se ubica al sudeste de una isla mayor que ella, pero ésta es Guadalupe, que no se nombra en el mapa. Probablemente el copista se encontró con dos nombres juntos, San Juan y Monserrate, decidió que sólo le cabía uno en su mapa y eligió mal el que creía que era de la isla mayor.

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