Ilustración de Tatiana Restrepo (www.tatisart.com) |
Hasta la llegada de los árabes a la Península Ibérica (año 711), la alimentación del pueblo llano (aquí y en toda Europa) se limitaba, básicamente, a cereales (pan, gachas), legumbres (sopas, cocidos, potajes), alguna pieza de caza menor y un poco de vino agrio. La carne, el pescado y otras exquisiteces estaban reservadas para las élites, y no se comían todos los días. Era el caso, también, de los dulces.