viernes, 30 de septiembre de 2022

Joseph Díaz Miguel, calderero en La Mancha en 1752

El año 1752 reinaba en España Fernando VI, hijo de Felipe V y hermanastro del que le sucedería en el trono, Carlos III. Posiblemente es menos conocido que su padre, el primer Borbón que reinó en España, y que su sucesor, el luego llamado "mejor alcalde de Madrid". Había llegado al trono en 1746 y, después de que terminara la guerra de sucesión austríaca con el Tratado de Aquisgrán de 1748, pudo dedicar su tiempo y energía (algunos historiadores dicen que poca, en general) a poner en orden el territorio patrio. 

Para ello contó con un gran aliado, el riojano Don Zenón de Somadevilla y Bengoechea, I marqués de la Ensenada, que, en el primer gabinete de Fernando VI, ocupó las carteras de Hacienda, Guerra, Marina e Indias. En 1748 el marqués asumió y se hizo cargo definitivamente de todas las riendas del gobierno de España, reordenando y organizando con óptimos resultados la Real Hacienda, la Justicia, los sistemas municipales, la gobernación de Ultramar y, sobre todo, la Armada. 

Pero lo que nos importa para la historia que viene a continuación es que, por iniciativa del marqués y la aprobación del Rey, desde 1749 se aborda un trabajo ingente, cuyo resultado fue el que se conoce como "Catastro de Ensenada" y que consiste en que, en los 15.000 municipios con que contaba la Corona de Castilla en esos años, se ordena realizar una minuciosa averiguación a gran escala de sus habitantes, propiedades territoriales, edificios, ganados, oficios, rentas, incluidos los censos (préstamos); también las características geográficas de cada población.

Cada vecino (podríamos asimilarlo a "cabeza de familia") tenía que escribir un "memorial" con el detalle de la composición de su familia (y las personas a su servicio que vivían en su casa), propiedades inmobiliarias, terrenos y tipo de cultivos, ganados, rentas que pagaba y percibía, etc... Y lo tenían que rellenar desde los regidores y terratenientes del municipio, cuyo memorial podía ocupar 30 páginas, a labradores, jornaleros, artesanos, viudas, y hasta los tipificados como "pobres de solemnidad", para los que sobraba con medio folio.


Ya comenté en otro post cómo, gracias a "El empeño de los mormones" (si pinchas en el título accederás al artículo) podemos disponer online de gran parte de estos documentos (los que no se han destruido con el paso del tiempo, o por incendios, inundaciones, guerras, etc...). 

Por ejemplo, este es el memorial que presentó en la villa de Daimiel (entonces demarcación de La Mancha; todavía no se había configurado la provincia de Ciudad Real) Joseph Díaz Miguel (pariente muy muy lejano) y que, como ocupa solo una página, me sirve de modelo para analizar su contenido:



Copio y adapto a la grafía actual las diferentes partes del escrito:

1) Declaración: Memorial que yo, José Díaz Miguel, formo de las personas de que se compone mi familia, en cumplimiento de bandos publicados por el Sr. Gobernador, de ella Juez subdelegado, a efecto de establecer la única contribución, y son, a saber:
2) Familia: Mi estado es el de casado; mi ejercicio, de calderero. Mi edad, de treinta años. Tengo dos hijos, el uno llamado Juan, de tres años, y el otro llamado Francisco, de uno.
3) Casa: Una casa en la calle de los Barreros. Con cuartos ordinarios cubiertos de carrizo. Linda con otra de la viuda de Melchor de Flores y con las de Manuel el Comediante. La habito y valdría, de alquilarla, al año tres ducados.
4) Ganado: Un pollino herrado. Un cerdo atado.
5) Carga: Sobre dicha casa está cargado un censo redimible de quinientos cincuenta reales de principal, a favor del convento de Franciscas de esta Villa, a quien pago sus réditos. Exhibió carta de pago.
Termina con "Este memorial es cierto y verdadero, y para que conste y no saber firmar, lo hizo a mi ruego un testigo. Daimiel, marzo 1 de 1752". 

Y lo firma Gabriel Díaz Miguel, que, además de pariente de Joseph, era uno de los escribientes del pueblo. Que, por la cantidad de veces que aparece su firma en estos documentos, debió de llevar a cabo gran parte de los escritos (pocos sabían escribir en esos años). Y, algunas veces, se esmeraba con este tipo de firma:



Algunas cosas que llaman mi atención (y quizá la tuya también):
- El nombre de Joseph. No es porque fuera de origen judío (o quizá sí, quién sabe), sino que así se escribía en esos años, como también Josepha, Alphonso o Phelipe. Derivado del Josephus latino. Después pasó a escribirse Josef y acabó como José. 
- El apellido compuesto sin guión. Aunque los apellidos compuestos se transmitían de padres a hijos en esta zona de La Mancha desde mediados del siglo XVII, sólo aparecen unidos por un guión desde mediados del siglo XX, quizá más por imposición civil que eclesiástica.
- Se dice el nombre y edad de los hijos, pero no los de la esposa. Pienso que sería más por descuido que por intención, porque en la mayoría de los memoriales que he consultado sí que figuran esos datos.
- El carrizo es un tipo de caña que crece en la zonas húmedas junto a los ríos. Se utilizaba como techo en las casas de menor calidad. 
- La valoración de la casa se hace calculando lo que se podría cobrar en caso de alquilarla. En términos modernos podríamos extrapolar el valor de la casa multiplicando por 20 (interés anual del 5%) o por 25 (interés anual del 4%). Pero no sabemos las tasas de interés normales en aquellos años.
- El "préstamo" ("censo") que Joseph pidió para poder comprar la casa no se lo dio ningún banco ni prestamista judío, sino las hermanas franciscanas. 
- En la lista de oficios de Daimiel figuran 19 caldereros como Joseph. Está claro que era un trabajo bastante demandado (también había 18 sastres, 31 zapateros, 24 panaderos, 16 barberos/sangradores,...). Como referencia, la población total de Daimiel registrada en el Catastro era de 3.114 habitantes.

Gracias a la información proporcionada por el Catastro, podemos "tirar del hilo" y completar la historia de Joseph. Al tener 30 años en 1752, su nacimiento debió de ser hacia 1722 (siempre hay que tomar estos datos con precaución; su fiabilidad es relativa). En este caso, sí que resultó ser correcto. Y, en el libro de bautismos de la Parroquia de San Pedro (una de las dos de Daimiel), aparece, el 25 de junio de 1722, el bautizo de Joseph Francisco Antonio, hijo de Joseph Díaz Miguel y de Jerónima López de la Nieta:


También, la edad de los hijos reflejada en el memorial nos da la pista para su año de matrimonio...  Buscando, buscando, lo encontramos: En la parroquia de Santa María (la otra parroquia, seguramente porque la familia de la novia fuera de allí), el 28 de febrero de 1744. Joseph Díaz Miguel y María López de Toro. Por fin tenemos su nombre. 


Y, por último, su defunción. En diciembre de 1790, a los 68 años de edad. Viudo de María y vuelto a casar, esta vez con María Sánchez Trompo, desde 1765. Con 7 hijos "sobrevivientes": Juan, Manuel, Ascensión, Teresa y Francisca de su primera mujer, y Ana Teresa y Gerónimo de su segunda. Aquí ya aparece escrito como Josef. 



Para terminar, no me resisto a incluir también la inscripción de defunción de Gabriel, el escribiente. Es de 4 años después, en abril de 1794. Viudo de Francisca Martínez de Laína, con dos hijos, Manuel y Antonio. "De edad de setenta años poco más o menos". El bueno del cura párroco (o quien hiciera la inscripción en el libro) dejó constancia de que: "no testó por ser pobre y no tener de qué"... Siempre ha sido difícil vivir de las letras...


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5 comentarios:

  1. Muy interesante primo. Veo que no paras de investigar sobre nuestros apellidos. Espero que sigas tan animado con este hobby tan complicado y trabajoso. Un abrazo.

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  2. Me ha “tocado”. Primero por lo de la investigación por registros oficiales (es impresionante la cantidad de datos que se conservan, también en los eclesiásticos), y segundo, porque no sabias que tus ancestros provienen de Daimiel, tierra de gran parte de mi infancia… pero esa es otra historia…

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  3. Como siempre, muy interesante la investigación y aclara puntos que son de verdad aclaratorios de cómo vivieren algunos de nuestros ancestros. Pero fíjate en que época vivió este personaje. En plena Ilustración, con los cambios que se produjeron entonces, pero parece que a los pobres de solemnidad, o al menos poco favorecidos, no les tocaba nada de esos cambios. Un poco como está pasando ahora, La historia se repite. Y además, yo que soy bastante conspiranoico, me viene a la memoria la creación o el nacimiento de Los Ilumínati, esa base Masónica que tantos disgustos está dando desde entonces, a pesar de lo que querían y quieren es cambiar la sociedad. Claro para controlarla. Bueno y en cuanto al mejor Alcalde Madrid, también se le veía con ganas de control, porque si bien ha sido posible gracias a él tener ahora documentación y enterarnos como estaba las cosas entonces, también es cierto que no lo hacía con la intención de mejorar al pobrete, sino de controlar vidas y hacienda. En eso ha cambiado poco la historia. Bueno te lo repito de nuevo un buen trabajo, como no podia ser menos en tí que eres un buscador/investigador impenitente. Venga un abrazo

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  4. Felicidades Ángel, has logrado un interesante “drill down” en una época más mitificada que conocida, El Despotismo Ilustrado (“Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”). Como dice “Anónimo”, a la mayoría de españoles los modernos descubrimientos les eran ajenos. Les hacían rellenar papeles siendo analfabetos y a cambio de recibir nada, porque esos estudios se usaban para “saber”, no para mejorar sus vidas. Me recuerdan a un jefe que tuve en nuestra empresa en común, que me encargaba estudios y ante mi pregunta “¿Qué piensas hacer con lo que salga?” La respuesta habitual era “¿No crees que es interesante saberlo?”. Pero sí que había una oportunidad de mejora para aquellos españoles que ahora no tenemos tan fácil, “Hacer las Américas”. Bajo Fernando VI, un monarca poco famoso porque, al contrario que su padre y su hermano (me resisto a llamar “hermanastros” a quienes tienen el mismo padre), hizo la paz y no la guerra, las provincias americanas prosperaron y eran un buen destino para los oprimidos de la España “metropolitana”.

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  5. A mí lo que me mosquea un poco es que solo tuviera un pollino y un cerdo atado. ¿No estaría escamoteando algo? El pollino sería su medio de transporte pero, ¿el cerdo atado?

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