viernes, 25 de noviembre de 2022

Las torres de los perdigones

Torre de los perdigones - Sevilla
Fue en el "Naukas Bilbao" del pasado mes de septiembre, evento que ya he mencionado en otro post. Clara Grimá, matemática y divulgadora científica, tituló su presentación de 10 minutos (es el tiempo que tiene asignado cada ponente): "Pepe Cervera y la Torre de los Perdigones". Allí fue la primera vez que oí hablar de las torres de los perdigones. Clara refería cómo, en una visita a Sevilla, Pepe Cervera, también conocido divulgador científico fallecido en 2018, le había explicado el origen y la función de estas torres. La propia Clara mencionaba que había varias de estas torres por España, pero se disculpaba de que no le había dado tiempo a documentarse... Yo me quedé con la copla... y aquí va mi "investigación".

La Torre de los Perdigones de Sevilla está en el Parque de los Perdigones, a 5 minutos andando desde la Basílica de la Macarena hacia el río. Es el último vestigio de la fábrica de San Francisco de Paula, construida hacia 1885 y dedicada a la fabricación de perdigones, balas, planchas y bañeras de zinc. Tiene 45 m de altura.


Los perdigones, como sabemos, son esas pequeñas esferas de plomo (ahora también de acero) que conforman la munición contenida en un cartucho de escopeta. Un cartucho típico de caza contiene entre 200 y 300 perdigones. Hasta 1782 su fabricación se hacía, bien en moldes, bien por inmersión de pequeños trozos de plomo en agua hasta conseguir una forma más o menos esférica. Fue ese año cuando el fontanero ("plumber") inglés William Watts, de Bristol, patentó un nuevo proceso, mucho más efectivo y "predecible", que dio origen a las torres de perdigones ("shot towers" en inglés).

El nuevo proceso funcionaba así (copio y traduzco de la Wikipedia): "En una torre de perdigones, el plomo se calienta hasta que se funde y luego se deja caer a través de un tamiz de cobre en lo alto de la torre. El plomo líquido forma pequeñas bolas esféricas por tensión superficial, y se solidifica a medida que cae. Las bolas parcialmente enfriadas quedan atrapadas en el suelo de la torre en un recipiente lleno de agua. Las bolas ahora completamente enfriadas se verifican para ver si son redondas y se clasifican por tamaño; las que están "fuera de redondez" se vuelven a fundir. Se utiliza una mesa ligeramente inclinada para comprobar la redondez. Para hacer  perdigones más grandes, se usa un tamiz de cobre con agujeros más grandes.

El tamaño máximo de los perdigones que se pueden obtener está determinado por la altura de la torre, porque los perdigones más grandes deben caer más tiempo para solidificarse. Una torre de perdigones con una caída de 40 metros puede producir hasta el calibre #6 (nominalmente de 2,4 mm de diámetro), mientras que una caída de 80 metros puede producir el calibre #2 (3,8 mm de diámetro). Es necesario pulir con una pequeña cantidad de grafito para lubricar y evitar la oxidación".

La primera "shot tower" en Redcliffe
La primera torre de perdigones la construyó el propio Watts, sobre su casa de Redcliffe, un distrito de Bristol. Para conseguir la altura necesaria (tenía 27 metros) también excavó un pozo en el terreno blando de debajo. Entró en funcionamiento, como hemos dicho, en 1782. 

Después de cesar su actividad (el proceso fue sustituido años después por otro mejor, como enseguida veremos) siguió siendo un "monumento" muy típico de Redcliffe, hasta que fue demolido en 1968 para mejorar la circulación urbana.

El proceso de Watts tuvo un éxito inmediato y se empezaron a construir este tipo de torres en todo el mundo. Sin ser exhaustivo, las siguientes fueron de las primeras, por orden cronológico:

1799: Chester - Inglaterra
1808: Sparks - Philadelphia - EE.UU
1824: Saint Jacques - Paris
1826: Lambeth Lead Works - Londres - Inglaterra
1828: Old Baltimore - Maryland - EE.UU.

En España, la más antigua de la que hay fecha cierta es la de la Fundación de San Andrés en Adra (Almería). Su construcción data de 1822, y se abastecía del plomo de las cercanas minas de Gador.

El triángulo formado por las localidades de Bailén, La Carolina y Linares, en la provincia de Jaén, fue uno de los mayores productores de plomo durante el siglo XIX. Al menos hay constancia de dos torres de perdigones en la zona: la de la Fundición de la Cruz (1830) y la de la Fundición de la Tortilla. 

La de Córdoba es posterior, de la misma época que la de Sevilla (hacia 1885). Seguramente habrá habido algunas más, que hoy ya no se conservan.




De las del extranjero que todavía existen, me llaman la atención:
- La Clifton Hill Shot Tower, en Melbourne (Australia), que parece sólo una chimenea. Tiene 80 m de altura.
- La Coops, en el centro del Distrito Financiero de Melbourne, que se halla encapsulada dentro de un techo cónico de cristal con una armadura metálica. Estuvo en funcionamiento hasta 1961.
- La de Korczaka, en Polonia, que parece una construcción medieval.



¿Qué hizo que las torres de perdigones quedaran obsoletas? Pues, como suele suceder en la industria, que apareció un nuevo método de fabricación, más eficiente, y, por tanto, normalmente más barato, que lo sustituyó.

En este caso, ya en 1848 la T.O. LeRoy Company de Nueva York patentó el método de la "torre del viento", que usaba una ráfaga de aire frío para acortar drásticamente la longitud de caída necesaria. Eso significó que las torres altas se volvieron innecesarias, aunque muchas (como las de Córdoba y Sevilla) todavía se construyeron a fines de la década de 1880. Desde la década de 1960, el "método Bliemeister" es el que más se utiliza para hacer tamaños de perdigón más pequeños. Vuelvo a copiar y traducir de la Wikipedia:

"En este proceso, el plomo fundido gotea desde pequeños orificios y se deja caer aproximadamente 1 pulgada (2,5 cm) en un líquido caliente, donde luego se hace rodar a lo largo de una pendiente y luego se deja caer otros 3 pies (90 cm). La temperatura del líquido controla la velocidad de enfriamiento del plomo, mientras que la tensión superficial del líquido y la(s) superficie(s) inclinada(s) trabajan juntas para convertir las pequeñas gotas de plomo en bolas de plomo altamente regulares en forma esférica. El tamaño de la granalla de plomo que se produce está determinado por el diámetro del orificio utilizado para gotear el plomo, que va desde aproximadamente 0,018 pulgadas (0,46 mm) para la granalla de plomo n.º 9 hasta aproximadamente 0,025 pulgadas (0,64 mm) para la munición de plomo n.º 6 o n.º 7.0, aunque también depende de la aleación de plomo específica que se utilice. La redondez de los perdigones de plomo depende del ángulo de las superficies inclinadas, así como de la temperatura del líquido refrigerante. Se han utilizado con éxito varios refrigerantes, desde combustible diesel hasta anticongelante y aceite soluble en agua. Después de que la granalla de plomo se enfría, se lava, luego se seca y finalmente se agregan pequeñas cantidades de grafito para evitar la formación de grumos en la granalla de plomo". 

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La Torre de los Perdigones de Sevilla es ahora una "cámara oscura"... y también un magnífico observatorio de 45 m de altura para disfrutar de las vistas de la ciudad. La Coops Shot Tower de Melbourne alberga un museo en su interior, y, subiendo 327 escalones, se puede llegar a su cima; es un reclamo turístico en el centro de la ciudad.


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Puedes ver la presentación original de Clara Grimá aquí

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3 comentarios:

  1. Interesante proceso de fabricación y su impacto en los edificios. Como bien dices Ángel, los procesos industriales son susceptibles de mejora, pero las leyes deben ser las adecuadas y por eso los inventos no están equitativamente repartidos por los países. En España solemos practicar aquello de “Que inventen ellos” que pontificó Don Miguel de Unamuno, en desdoro suyo.
    Un ejemplo: la Industria Química nació en Francia (expliqué la razón en mi comentario al post anterior), pero en pocas décadas el mayor productor ya era Alemania y lo fue hasta bien entrado el siglo XX (lo que le permitió empezar dos Guerras Mundiales, por cierto). La razón no era la mayor inventiva de los alemanes respecto de los franceses, sino las leyes. En Francia patentabas una molécula y nadie te la podía copiar, aunque su proceso fuera más eficiente, mientras que en Alemania sólo podías patentar el método de fabricación. Hoy parece un error garrafal de los políticos franceses, pero las moléculas de uso farmacéutico o médico siguen patentándose y aunque alguien descubra un proceso más eficiente de fabricación, sólo puede vendérselo a quien tiene la patente o esperar a que caduque.

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  2. Interesante articulo, Angel, como tambien lo es el comentario de Jordi. Por mi parte confirmo que el tamaño de los perdigones es proporcional al tiempo de caida: 2,8 segs para 40 metros y 4 segs para 80 metros (algo mas si se considera el rozamiento del aire, necesario para que se enfrie el plomo)

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